Los millones de devotos de una diosa del mar atrapados en el conflicto entre China y Taiwán
Mazu es una diosa de la paz tanto para Taiwán como para China y eso está alterando el equilibrio en la isla que Pekín reclama para sí.
Cada año, Chang Ke-chung viaja desde su casa en Taiwán a China para cumplir un deber sagrado.
Es fiel creyente de Mazu, una diosa del mar con millones de seguidores en Taiwán y comunidades étnicas chinas en todo el mundo.
Para ellos, una peregrinación al templo natal de Mazu en Meizhou, en el sur de China, es un acto de fe esencial.
"Nos sentimos hijos de Mazu, así que es igual que si acompañáramos a nuestra madre a visitar su hogar ancestral", dijo el señor Chang, director de un templo dedicado a Mazu en Taiwán.
"He estado en China tantas veces que cada vez que voy allí, es como si estuviera en casa, como si estuviera en mi propio país".
Estos sentimientos son tan gratos para Pekín como preocupantes para Taipei porque colocan a los fieles taiwaneses en el centro de un tira y afloja político, sobre todo ahora que se avecinan elecciones presidenciales y legislativas en menos de dos semanas.
Muchos en Taiwán adoran a Mazu u otras deidades populares con raíces en China.
Las comunidades religiosas de Taiwán y China comparten vínculos profundos y emocionales, y a menudo visitan los templos de cada una o participan juntas en procesiones religiosas.
Pekín, que reclama como propia la isla de Taiwán y la califica de “provincia rebelde”, espera que esta estrecha relación dé sus frutos en otros sentidos: cuanto más se identifiquen los taiwaneses comunes y corrientes con China, mayores serán las posibilidades de lo que llama una "reunificación pacífica".
Por eso, el Partido Comunista Chino (PCC) permite y alienta a los grupos de templos taiwaneses a visitar el continente a través de su Departamento de Trabajo del Frente Unido, que controla estrictamente los asuntos religiosos y las operaciones de influencia.
La retórica oficial de Pekín impulsa lazos más fuertes. En septiembre, las autoridades pidieron ampliar los intercambios religiosos en un esfuerzo por lograr un "desarrollo integrado a través del Estrecho".
Los funcionarios chinos han dado la bienvenida personalmente a estos grupos de Taiwán.
En febrero, cuando el destacado líder taiwanés de la adoración a Mazu, Cheng Ming- kun, visitó Pekín, fue recibido por Song Tao, jefe de la Oficina de Asuntos de Taiwán de China.
Song pidió "armonía espiritual" entre China y Taiwán e intercambios más frecuentes para "crear conjuntamente un futuro brillante para la reunificación".
Algunos expertos advierten que la influencia de China podría ser aún más profunda.
La mayoría de los 12.000 templos de Taiwán no están registrados oficialmente y pocos publican estados financieros, lo que dificulta el seguimiento de sus fuentes de financiación.
Posible financiación china
Esto los abre a una posible "financiación por parte de la República Popular China", según el sociólogo Ming-sho Ho. Ha habido llamados a una regulación más estricta y un escrutinio financiero de los templos.
No sorprende que la religión sea ahora "parte de la gran estrategia de frente único de China en Taiwán", dice Chang Kuei-min, experto en religión y política de la Universidad Nacional de Taiwán.
"Pekín ha utilizado linajes religiosos para defender la narrativa de unificación. 'Regresa a casa' y 'Los dos lados del estrecho de Taiwán pertenecen a una misma familia' son temas centrales en los eventos de intercambio religioso a través del estrecho", explicó.
Aunque Pekín da la bienvenida a todos los grupos religiosos taiwaneses, ha prestado especial atención a la comunidad que adora a Mazu dado su enorme tamaño. Se estima que forma parte de ella alrededor del 60% de la población de Taiwán.
"En un nivel básico, China está utilizando la figura materna de Mazu para atraer a los taiwaneses", dijo Wen Tsunghan, un experto en religión popular de Taiwán.
"Te identificas con tu madre, te identificas con Mazu. Te identificas con Mazu, luego te identificarás con China".
En el punto de mira en Taiwán
Esta relación ha preocupado durante mucho tiempo al gobierno taiwanés.
Una de las primeras controversias públicas ocurrió en 1987, cuando se supo que un prominente grupo del templo taiwanés de Mazu había viajado secretamente a Meizhou mientras Taipéi y Pekín no tenían ningún contacto formal. Esto abrió un debate en Taiwán, y el templo Dajia Jenn Lann fue muy criticado.
Las restricciones de viaje entre Taiwán y China disminuyeron a medida que sus economías se entrelazaron más. Ahora, más de 300.000 devotos taiwaneses visitan Meizhou cada año, según los medios estatales chinos.
Esto sólo ha hecho que el gobierno taiwanés tenga más sospechas. El Partido Progresista Democrático (PPD), que ha gobernado la isla durante los últimos ocho años, insiste en que Taiwán es soberano y no parte de China.
A diferencia de China, Taiwán es una democracia que permite la libertad religiosa, por lo que el gobierno se muestra reacio a tomar medidas drásticas contra los intercambios culturales.
Pero ha intensificado las advertencias sobre la influencia china antes de las elecciones del 13 de enero.
El temor es que los votantes puedan inclinarse hacia partidos políticos más amigables con Pekín, como el principal rival del PPD, el Kuomintang (KMT).
En marzo del año pasado, el gobierno dijo que quienes participan en intercambios con China, incluidos los grupos religiosos, deberían "salvaguardar mejor los intereses de Taiwán".
Añadió que cualquiera que fuera descubierto "participando en comportamientos ilegales en intercambios a través del Estrecho" tendría que dar explicaciones a las autoridades.
Ayudando a China
El mes pasado, prohibieron a una delegación china ingresar a Taiwán para una procesión clave en el calendario religioso de Mazu.
El veto se produjo en línea con las preocupaciones de activistas y políticos sobre la posible influencia de Pekín en el evento.
A medida que son objeto de un mayor escrutinio, los líderes de los templos con estrechos vínculos con China insisten en que no han hecho nada malo.
"No estamos ayudando a China a realizar el trabajo de unificación, estamos ayudando a todos a comunicarse... desempeñamos un papel en los intercambios culturales a través del Estrecho para que ambas partes puedan entenderse mejor", dijo Cheng Ming-kun .
"Mazu es una diosa de la paz tanto para Taiwán como para China... Somos como hermanos. Con más intercambios habrá menos tensiones".
El señor Cheng, que es vicepresidente del templo Dajia Jenn Lann y presidente de la Fraternidad Mazu de Taiwán, caracterizó las actividades de su templo en China como "simples intercambios religiosos".
Y preguntado por qué encabezó una delegación para reunirse con Song en Pekín, respondió que le parecía una "rara" oportunidad de establecer contactos para los empresarios taiwaneses que son creyentes de Mazu.
Cuando se le preguntó si su grupo recibió "beneficios" de China, Cheng insistió en la idea de ayudar a las relaciones a través del estrecho.
Chang Ke-chung , que dirige el templo Mailiao Gongfan, en el oeste de Taiwán, negó ayudas de China y añadió que los fieles de su templo pagan sus propios viajes.
Sí añadió que los funcionarios del Frente Unido a veces participan en sus actividades religiosas en China y se mezclan con los delegados taiwaneses.
"No hablan de cuestiones políticas", dijo. "Cuando charlamos con ellos son bastante cálidos... [cuestionamos] por qué es necesario luchar si todos somos un solo pueblo".
Pero la comunidad religiosa de Taiwán incluye a otros que se muestran escépticos ante las propuestas de China.
"Se puede deducir que se trata de un discurso de unificación", dijo Tan Hong-hui, que trabaja en el templo Taoist Songboling Shoutiangong.
"[En Taiwán] normalmente no diríamos cosas como 'la sangre es más espesa que el agua' o 'la familia al otro lado del estrecho de Taiwán', pero cuando llegas a China escucharás estas cosas.
"Si realmente dices que esto es simplemente una actividad cultural, siento que me estás engañando".
Tan dijo que algunos templos evitan interactuar demasiado con China, pero ahora les preocupa verse afectados por el mismo problema.
"Estas actividades religiosas pueden ser de naturaleza cultural, pero si los organizadores tienen antecedentes sospechosos, pueden afectar la impresión que se tiene de los templos".
Una línea muy fina
Incluso aunque esté intentando combatir la influencia china, el gobierno del PPD de Taiwán corre el riesgo de alejarse de una base de votantes significativa.
Los templos son espacios cívicos clave en Taiwán, donde dos tercios de la población profesa religiones populares, el budismo y el taoísmo.
Visitar templos locales y participar en eventos religiosos es una obligación para los políticos, especialmente durante la temporada electoral.
En las últimas elecciones generales, la presidenta Tsai Ing-wen fue noticia cuando visitó 43 templos en un mes, una cifra récord.
El gobierno del PPD ya se enfrenta a una reacción violenta, dicen los analistas.
"Algunos miembros de la comunidad religiosa sienten que el gobierno los está atacando", dijo Chang, que es un experto en religión y política.
"Algunos templos sienten que se han malinterpretado sus motivos religiosos".
Y esto junto con la influencia de Pekín ha contribuido a que muchos “miembros de estos grupos tengan más miedo y crean que pueden confiar menos en el gobierno taiwanés", añadió.
Para algunos fieles, el escrutinio al que están sometidos huele a hipocresía.
"Acusan a algunos de cruzar [a China] con el objetivo de la 'unificación', pero también se presentan a los eventos del templo y participan en sus actividades", dijo Lee Chinchen, un visitante del Songshan Ciyou Mazu, en Taipéi. "Por un lado quieres votos, pero a sus espaldas los criticas".
Otros, como Wang Yu-chiao, no están de acuerdo y dicen que están escuchando: "Todo el mundo sabe que China utilizará algunas tácticas para influir en las elecciones. Sus autoridades esperan que gane el Kuomintang. Necesitamos estar en alerta".
Pero al mismo tiempo "bajo el PPD, la economía de Taiwán estos últimos ocho años no ha sido buena", añadió.
"Ambas partes necesitan mantener intercambios [en general], creo que ayudan a la economía de Taiwán".
"No puedes revertir estas décadas de intercambios, no puedes protegerte contra eso. Sólo necesitas fortalecerte; si mejoramos, entonces no tendremos tanto miedo".
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