Más de medio siglo después del sexenio de Díaz Ordaz, México aún enfrenta consecuencias de su mandato; desde la desconfianza institucional generalizada hasta la disputa vigente por la memoria histórica
El uso de la fuerza del Estado en 1968, la falta de justicia y el manejo de la memoria marcaron una relación con la sociedad que todavía influye en la vida pública del país

MÉXICO — A más de 50 años del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, México continúa enfrentando consecuencias estructurales que se originaron en ese periodo y que aún se perciben en 2025.
Especialistas, organismos de derechos humanos y archivos históricos coinciden en que el uso de la fuerza contra civiles, la ausencia de rendición de cuentas y el manejo oficial de la memoria dejaron huellas profundas que siguen influyendo en la vida pública.
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La desconfianza hacia el Estado y las fuerzas de seguridad

Uno de los efectos más persistentes es la desconfianza social hacia el gobierno y las fuerzas armadas. El Movimiento Estudiantil de 1968 y la matanza de Tlatelolco marcaron un punto de quiebre.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha documentado que en 1968 existieron detenciones arbitrarias, uso excesivo de la fuerza y violaciones graves a derechos humanos, hechos que no fueron castigados en su momento. Esa falta de justicia fortaleció la percepción de que el Estado podía actuar sin consecuencias, una idea que sigue influyendo en cómo la ciudadanía responde ante operativos de seguridad o protestas reprimidas.
Impunidad como herencia institucional

La impunidad es otro de los legados que especialistas vinculan con ese periodo. Investigaciones del National Security Archive, basadas en documentos desclasificados, muestran cómo durante décadas se ocultó información oficial sobre lo ocurrido en 1968.
Aunque con el tiempo se abrieron archivos y se reconocieron responsabilidades históricas, no hubo sentencias firmes contra los responsables. Este antecedente se convirtió en un referente negativo para otros casos de violencia estatal posteriores y explica por qué, en 2025, la exigencia de justicia en violaciones a derechos humanos sigue siendo un tema central.
Criminalización de la protesta social
Durante el sexenio de Díaz Ordaz se consolidó una visión que veía a la protesta social como una amenaza al orden público. Esa lógica, centrada en la estabilidad y el control, no desapareció con el tiempo y sigue presente en el debate sobre el uso de la fuerza frente a movilizaciones sociales.
Un modelo económico con desequilibrios de origen

Aunque el sexenio de Díaz Ordaz se desarrolló dentro del llamado desarrollo estabilizador, caracterizado por crecimiento económico y estabilidad, también dejó problemas estructurales que continúan influyendo en el México actual.
Durante ese periodo, el crecimiento no se tradujo en una distribución equitativa, lo que profundizó desigualdades regionales y sociales. El rezago del sector agropecuario, frente al impulso industrial y urbano, contribuyó a una brecha que aún persiste entre el campo y las ciudades.
Asimismo, el modelo económico fortaleció una alta centralización de decisiones, concentrando el desarrollo en ciertas regiones y dejando a otras con menor acceso a inversión y oportunidades. En 2025, el debate sobre desarrollo regional y desigualdad económica sigue marcado por esas inercias.
A ello se suma una dependencia externa que se consolidó en ese periodo y que hoy se refleja en la vulnerabilidad del país ante cambios en el entorno internacional.
Juventud y poder, una relación marcada por el 68

El movimiento estudiantil dejó una huella duradera en la relación entre jóvenes e instituciones. Desde entonces, amplios sectores juveniles han mantenido una postura crítica frente al poder político.
Espacios como el Memorial del 68, impulsado por la UNAM, muestran cómo ese episodio se convirtió en un punto de referencia para nuevas generaciones que exigen transparencia, apertura y derechos, una demanda que sigue vigente en 2025.
La memoria histórica sigue en disputa
Otro efecto persistente es la disputa por la memoria histórica. Durante años, el discurso oficial minimizó lo ocurrido en 1968. Hoy, el debate continúa en escuelas, medios y conmemoraciones públicas, como las marchas del 2 de octubre, que siguen realizándose cada año.
Diversos medios y estudios han documentado cómo la memoria del 68 no solo es un asunto del pasado, sino un tema vivo que sigue influyendo en el debate público actual.
Un legado que no se ha cerrado
Las consecuencias del sexenio de Díaz Ordaz que aún se sienten en 2025 pueden resumirse en varios ejes:
- Desconfianza hacia el Estado
- Impunidad en violaciones a derechos humanos
- Tensión permanente entre protesta y autoridad
- Desequilibrios económicos de origen
- Memoria histórica incompleta
Más de medio siglo después, el periodo de 1964 a 1970 sigue siendo un referente para entender por qué ciertos conflictos entre sociedad, economía y gobierno continúan presentes en la vida pública de México.
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