Marcha de la Generación Z y desfile militar coinciden en la CDMX en un clima de alta tensión social.
Los dos eventos, con naturalezas y convocantes distintos, se desarrollarán en el corazón de la capital en un contexto marcado por la polarización y las demandas ciudadanas de seguridad.
CIUDAD DE MÉXICO.- La marcha convocada en México por el movimiento “Generación Z México” ha quedado envuelta en polémicas que cuestionan su naturaleza espontánea y su composición, revelando una compleja mezcla de actores políticos y sociales que, según analistas, podría crear las condiciones para un desenlace trágico.
Una marcha con más adultos que jóvenes
A pesar de presentarse como un movimiento juvenil, los observadores y periodistas reportaron una visiblemente baja participación de jóvenes en los eventos del 15 de noviembre. En varios estados, las multitudes estaban compuestas predominantemente por adultos mayores. Esta observación contradice la narrativa de una revuelta esencialmente juvenil, poniendo en duda el alcance real del movimiento entre la Generación Z mexicana.
La presencia de figuras políticas de la oposición fue otro elemento destacado, lo que para el gobierno confirmó la tesis de que la protesta estaba siendo instrumentalizada por intereses políticos tradicionales.
La polémica sobre símbolos e ideologías
El gobierno mexicano ha argumentado que el movimiento dista de ser una expresión auténtica y descentralizada. Las investigaciones de los análisis de comunicaciones oficiales señalaron que se invirtió aproximadamente 90 millones de pesos en operaciones en redes sociales durante aproximadamente un mes y medio para promover la marcha.
Autoridades vincularon la campaña con la Atlas Network, una organización sin fines de lucro con sede en EE.UU. asociada a think tanks libertarios. El análisis oficial identificó que 28 de las páginas de Facebook que amplificaban el movimiento eran administradas desde el extranjero.
El riesgo latente de una tragedia
La combinación de estos elementos crea un escenario de alta volatilidad donde el potencial de una tragedia parece latente.
- Cooptación política: La infiltración de agendas partidistas en un movimiento que se presenta como cívico y apartidista genera desconfianza y fragmenta las demandas genuinas.
- Violencia encubierta: Los incidentes del 15 de noviembre, donde un grupo de aproximadamente 1,000 encapuchados enfrentó a la policía con piedras y herramientas como esmeriles, demostraron cómo la protesta pacífica puede derivar rápidamente en confrontación. Estos hechos dejaron un saldo de 100 policías lesionados, 40 de ellos hospitalizados.
- Narrativas encontradas: La existencia de múltiples actores con intereses diversos -desde jóvenes genuinamente preocupados hasta políticos profesionales y posibles grupos violentos- dificulta la identificación de interlocutores válidos y aumenta la probabilidad de malentendidos o provocaciones.
La marcha de la Generación Z en México ha revelado ser un fenómeno complejo que trasciende la simple etiqueta de “protesta juvenil”. La escasa participación real de jóvenes, la visible presencia de políticos opositores y los episodios de violencia sugieren que el movimiento es vulnerable a la manipulación y la deriva radical.
Mientras el gobierno insiste en que existe una campaña orquestada y financiada para desestabilizar, y la oposición abraza la narrativa de un despertar ciudadano, el riesgo de que esta combinación explosiva desemboque en una tragedia mayor parece ser una posibilidad real que exige mesura, transparencia y responsabilidad de todos los actores involucrados.
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