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Monty, el elefante solitario del Zoológico La Pastora: Activistas exigen su reubicación

Monty, un elefante de 19 años, vive en completo aislamiento en el Zoológico La Pastora, Nuevo León. Organizaciones exigen acción ante el daño emocional que sufre. Profepa ya realiza una investigación.

Monty, el elefante solitario del Zoológico La Pastora: Activistas exigen su reubicación

En el Zoológico La Pastora, ubicado en el corazón de Nuevo León, la soledad tiene nombre propio: Monty. Este elefante asiático de 19 años vive en un aislamiento absoluto, una condición que ha desatado una ola de indignación ciudadana y una creciente preocupación entre expertos por el grave daño que esta situación causa en su salud física y emocional.

La alarma social se ha intensificado tras el reciente caso de la osezna Mina en el mismo recinto, poniendo nuevamente bajo los reflectores las prácticas de manejo y cuidado animal del zoológico y cuestionando la inacción de las autoridades.

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La soledad: Una condición cruel para una especie social

De acuerdo con infobae, organizaciones protectoras de animales y etólogos han salido al paso para explicar la gravedad de la situación de Monty. Los elefantes son animales profundamente sociales que en vida silvestre forman manadas complejas y estructuras familiares sólidas.

La soledad forzada, como la que padece Monty, puede derivar en serios trastornos psicológicos y conductuales, conocidos como zoocosis, que incluyen movimientos estereotipados, letargo y depresión.

Los colectivos defensores de los animales insisten en que el aislamiento no es solo una cuestión de comodidad, sino un factor que compromete severamente su bienestar integral. La evidencia científica indica que la falta de interacción social acorta su esperanza de vida y deteriora su salud.

Un historial de pérdida y dolor

La triste historia de Monty en el Zoológico La Pastora está marcada por la pérdida. De acuerdo con testimonios de usuarios en redes sociales y denuncias de activistas, la madre de Monty también falleció dentro de las instalaciones del zoológico.

Las versiones apuntan a que su deceso fue consecuencia de infecciones y dolor crónico, un dato que profundiza la preocupación sobre los protocolos veterinarios y las condiciones de vida en el recinto.

Redes sociales y la exigencia ciudadana: ¿Dónde están las autoridades?

La ciudadanía ha utilizado plataformas como X (antes Twitter) e Instagram para alzar la voz. Las críticas se dirigen directamente al gobernador Samuel García, a quien se le cuestiona la falta de acciones concretas para resolver el caso de Monty y se le exige priorizar el bienestar animal por encima de otros proyectos.

Una de las comparaciones más recurrentes señala la ironía de que la construcción de un nuevo estadio de béisbol en la zona reciba más atención y recursos que un zoológico que alberga cientos de vidas y que enfrenta problemas estructurales de años.

La Profepa bajo la lupa: Revisión integral en marcha

La presión social ha logrado mover a las instituciones federales. En días recientes, personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) se presentó en el Zoológico La Pastora para realizar una inspección. Si bien la visita se originó por el caso de la osezna Mina, el reclamo ciudadano consiguió que el diagnóstico se extendiera a una evaluación integral de todos los animales, incluyendo, por supuesto, a Monty.

La sociedad espera que este acto de autoridad no se quede en un mero trámite y se traduzca en dictámenes vinculantes y acciones correctivas inmediatas.

Una problemática sistémica en el Zoológico La Pastora

El caso de Monty no es un incidente aislado, sino la punta del iceberg de una problemática más profunda. Denuncias previas sobre las condiciones de otros habitantes del zoológico han ido generando un historial de descontento. La situación del elefante solitario evidencia fallas sistémicas en la atención y el manejo animal dentro del recinto, desde la nutrición y el enriquecimiento ambiental hasta la prevención y tratamiento de enfermedades.

Ante la incapacidad del zoológico para proporcionar un entorno adecuado, la demanda principal de organizaciones y ciudadanos es clara: la reubicación de Monty en un santuario o un recinto que pueda ofrecerle la compañía de su propia especie y un espacio digno.

La movilización en torno a Monty ha logrado algo crucial: instalar en la agenda pública la discusión sobre la ética de mantener animales salvajes en cautiverio cuando no se pueden garantizar sus condiciones básicas de bienestar. La esperanza es que su historia no quede en otra noticia olvidada, sino que sea el catalizador para un cambio real en la política de cuidado animal en Nuevo León.

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