Pascual Ortíz, el Presidente de México que renunció
El 2 de septiembre en la historia mexicana está marcado por la renuncia de uno de los presidentes, algo que no se ve todos los días.
Pascual Ortiz Rubio, quien fue presidente de México de 1930 a 1932, es recordado por su breve y turbulenta administración, quién estuvo constantemente opacado por la interferencia de Plutarco Elías Calles.
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La llegada al poder
En un periodo de inestabilidad política dentro de México después del asesinato del presidente, Álvaro Obregón en 1928. Ortiz Rubio asumió la presidencia con todo el apoyo de Plutarco Elías Calles, quien había sido presidente entre 1924 y 1928, donde buscaba mantener su influencia en la política mexicana. Para ello, fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) para la estabilidad en la política mexicana.
Calles seleccionó a Rubio para ser el presidente, ya que el ex-mandatario necesitaba a una persona que no supusiera un obstáculo para sus necesidades y su visión, alguien manejable.
Pascual Ortiz Rubio asumió la presidencia de México en 1930 tras ganar las elecciones presidenciales de 1929.
Ortiz Rubio se encontró rápidamente atrapado en la dinámica del Maximato, un período donde Calles ejercía un poder significativo sobre sus sucesores desde las sombras.
Presidencia bajo la influencia de Calles
Ortiz Rubio era percibido como un líder débil, sin poder independiente y mostrando una nula capacidad para poder tomar decisiones sin la aprobación de Calles.
La constante intervención de Calles no ayudaba a que Ortiz se viera mejor en los ojos de los mexicanos, reduciendo al presidente a una figura sin autoridad real.
La situación se volvió insostenible para Ortiz Rubio,donde enfrentó problemas no solo de la política interna, sino también de su propio gabinete, compuesto en su mayoría por figuras leales a Calles.
Renuncia y legado
El 2 de septiembre de 1932, Pascual Ortiz Rubio renunció a la presidencia, alegando la “excesiva interferencia” de Calles en su administración.
En su renuncia, declaró que dejaba el cargo “con las manos limpias de sangre o dinero”, una clara referencia a su deseo de distanciarse de la política autoritaria de Calles.
Ortiz se convirtió en uno de los pocos presidentes en abandonar el cargo dimitiendo voluntariamente. Después de su renuncia, se exilió a Estados Unidos hasta que Lázaro Cárdenas asumió la presidencia en 1935, cuando regresó a México.
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