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'Lo peor es la impunidad', Shalom Miller, esposa de Adrián Lebarón

Los LeBarón, mexicoestadounidenses mormones, llegaron a dormir al Zócalo una noche antes de que la Caminata por la Paz.

CIUDAD DE MÉXICO.-A la media noche, entre 20 tiendas para dormir en el Zócalo, Shalom Miller, esposa de Adrián LeBarón y madre de Rhonita Maria Miller, asesinada y calcinada el 4 de noviembre junto con otros ocho miembros de la familia, decía que ahora no hubo insultos.

Cuando venimos a reunirnos con el Presidente, una señora nos gritó que éramos vendepatrias, siendo que nacimos aquí", decía. Y su hijo William Miller le respondía que cada vez son menos y que aquella vez fueron a abrazar a quien los insultaba.



"Nosotros no fuimos a buscar la política, ni nos gusta", dijo Shalom y recordaba todo: "Yo recuerdo toda la pesadilla. Nosotros llegamos primero. En el camino encontramos el cuerpo de Rhonita tirado, un bebé vivo en una camioneta que tenía ocho horas que no comía, una niña perdida en la sierra, y ya estaba oscuro. O sea, una pesadilla escalante y le digo a mi esposo: '¿Sabes cuál es la pesadilla peor hoy en día? La impunidad'; esa pesadilla sigue".



Los LeBarón, mexicoestadounidenses mormones, llegaron a dormir al Zócalo una noche antes de que la Caminata por la Paz recorriera el último tramo, de la Estela de Luz al Palacio Nacional. En dos camiones turísticos custodiados por patrullas y policías armados y nerviosos.



Abuelos, padres, hijos, nietos, casi 100 integrantes que hablaban en inglés marcharon desde Cuernavaca junto con otras víctimas de todo el país.



Adrián LeBarón, padre de Rhonita y abuelo de cuatro niños calcinados, dirigía al grupo. Este es el Palacio Nacional, allá está la Suprema Corte de Justicia, por allá se ve la Torre Latinoamericana, les decía. Acaso por eso las acusaciones veladas de los seguidores del Presidente López Obrador que celular en mano los rodearon: ¿qué opinas de toda la seguridad que les pusieron para venir al Zócalo? ¿Verdad que la inseguridad es un problema que los prianistas heredaron?


, respondía. ¿Qué vienen a pedir? ¿Qué vienen a proponer? Proponía que los familiares de todas las víctimas se unieran: si por cada uno de los 300 mil asesinados que ha habido en el país se sumaran 10, habría 3 millones de civiles que denunciaran por internet la basura en las calles, los robos y los asesinatos.

Imagínate, los señores de 80, 90 años, y los niños armados con tecnología. Jóvenes educaditos que si hay un asesinado, pues México lo va a saber y se va a paralizar hasta que encuentren al matón", dijo. Luego aceptó que de la masacre de sus nueve familiares se enteró todo el mundo, pero no se ha resuelto nada. "¡Y ni se va a resolver!".



"¡Yo soy uno! ¡Yo soy uno! ¡Yo soy uno de los tres millones!", gritaba el grupo. Se fueron a mirar a los concheros, miraron la Suprema Corte de Justicia, llegaron hasta el Templo Mayor y la Catedral Metropolitana. "¡Siéntanse orgullosos de su país", los impulsaba Adrián LeBarón. Caminaron por Madero custodiados por los federales que cortaban la circulación a su paso. Adrián pidió prestado el aparato a un organillero que no sabía quién era. Cantó: "Y sin embargo sigues/ unida a mi existencia/ y si vivo cien años/ cien años pienso en ti...".



En el Palacio de Bellas Artes se tomaron fotos y gritaron lo de los 3 millones.



"Lo que pasa es que las autoridades están rebasadas por el crimen, no se sabe por qué, y la gente tiene miedo de salir a pedir que se acabe la violencia", dijo de regreso Rosa Elena Ruiz Gaitán, prima de Adrián LeBarón.



En el Zócalo de nuevo, montaron sus tiendas de campaña. Ahí se unió Julián LeBarón, activista por los derechos humanos, desde que en 2009 el crimen le secuestró a un hermano y le mató a otro y a su cuñado. "Esto es un poco como peregrinar para buscar justicia y también para que nuestras familias conozcan, porque la mayoría nunca había venido a la Ciudad de México", dijo.


A diferencia de su hermano, Julián ha pedido que si el Gobierno no puede garantizar la seguridad, que la población pueda estar armada. "Las instituciones han sido incapaces de detener el crimen, y yo creo que la única forma en que lo vamos a lograr es con la unidad de todos los mexicanos", dijo ayer, cuando ya los jóvenes y niños LeBarón cantaban con una guitarra y los federales les hacían coro.



"Es que Julián está desesperado, pero yo no creo que esa sea la solución", decía Shalom Miller. Y volvía a pensarlo. "Lo peor es la impunidad, porque eso es lo que ha dado mucho espacio para tantos crímenes; imagínate 20 hombres armados matando a niños inocentes, ¿a dónde hemos llegado? Y esto lo hacen todos los días con todos los mexicanos".

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