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"Me creyeron" los presidentes, pero alentaron dudas: Fiscal del caso Colosio

Al cruzar la puerta de su casa rumbo a Los Pinos escuchó las palabras de su esposa, "no te van a creer". Era el 14 de julio de 1994.



Minutos después Miguel Montes García entraba a la residencia de Los Pinos en donde vería a Carlos Salinas de Gortari. Ya frente a él, sin titubear le dijo: "Señor Presidente, concluí su mandato, el asesino de Luis Donaldo Colosio es Mario Aburto Martínez".



No hubo conspiración, Mario Aburto es autor intelectual y material del asesinato de Donaldo, sentenció el fiscal elegido por la viuda, Diana Laura Riojas, el mismo día del crimen, el 23 de marzo de 1994.



Habían transcurrido 113 días del magnicidio, el tercero en la historia de México; el primero, Francisco I. Madero en 1913 seguido por Álvaro Obregón en 1928 y Luis Donaldo Colosio.



En la cabeza del fiscal retumbaba la advertencia de su esposa mientras escuchaba a Carlos Salinas, "… por el ambiente que existe en el País, no le van a creer. Yo hice estudios de grupo, Pepe Carreño los hizo y sé, porque así dicen los resultados, que no le van a creer".



Salinas le habló de encuestas de la presidencia que retrataban el sentir de los mexicanos, "alguien lo mandó matar". La mayoría veía al asesino pagado por partidos políticos, otros por el Gobierno, la guerrilla y hubo quienes acusaron directamente a Manuel Camacho Solís, resentido con Colosio por ganarle la candidatura del PRI a la presidencia de México.



La conversación con am del primer fiscal del caso Colosio, Miguel Montes García, al cumplirse 25 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, se realizó en las instalaciones del periódico, precisamente el día del aniversario y al inicio de la serie de Netflix, "Historia de un crimen".



El jurista, ahora de 81 años de edad, sentado acompañado por su esposa, comparte algunos recuerdos, cuando informó las conclusiones de sus investigaciones a Salinas de Gortari, a Diana Laura y a Ernesto Zedillo Ponce de León.



"Sí, pero…".



Montes repite las palabras que dijo en esos momentos:



"Señor Presidente, mi compromiso no fue convencer a la opinión pública ni que me creyeran. Mi compromiso fue hacer la investigación".



El encuentro en Los Pinos terminó con una advertencia de Salinas, "Montes, usted entenderá que me veo obligado a nombrar un sucesor y que no puedo dar por concluida la investigación".



Salí de la residencia presidencial, subí al automóvil y pensé en mi esposa, "tuvo razón".



"Dijo que no coincidía con mis conclusiones y yo le dije: Señora, yo no adquirí nunca el compromiso de que usted coincidiera con mis conclusiones. El compromiso que adquirí es que haría la investigación, está hecha la investigación, están presentadas mis conclusiones, qué pena que no coincida usted con ellas, pero usted está en su derecho".



Después de ese encuentro no volvió a verla. Diana Laura murió meses después, el 18 de noviembre.



Con Ernesto Zedillo Ponce de León, sucesor de Luis Donaldo como candidato a la presidencia, se repitió la escena de Los Pinos.



Un día de campaña, Ernesto Zedillo habló con Miguel Montes.



"Me creyó, me dijo que sí creía en mis conclusiones".



"Al recibir mi informe, me dijo: Me da usted mucha tranquilidad para continuar mi campaña, trabajaré tranquilo porque ya sé que por lo menos no tengo los riesgos que dijeron corrió Donaldo. Usted me está asegurando que se trató de un asesino solitario".



Hasta ahí, el jurista estaba tranquilo con las palabras de Zedillo pero siguió un aviso que recuerda perfectamente porque le heló la sangre…



"Montes, tengo que hacerle concesiones al electorado, gran parte no cree en sus conclusiones, entonces, no puedo reconocer públicamente que me convence su trabajo".



El abogado, molesto, le dijo a Zedillo:



"Señor candidato, yo ya cumplí con mi obligación, usted cumpla con la suya como usted la entienda".



Montes platica que Ernesto Zedillo le extendió la mano para despedirse.



"Lo dejé con la mano estirada, me di vuelta y me salí".



Los días siguientes, Miguel Montes ofreció una entrevista a Televisa para presentar su informe, pero me respondieron que de Los Pinos les ordenaron que no. Toqué puertas de otros medios nacionales y en todos recibí igual respuesta, "no". Llegué a Azteca y ahí Javier Alatorre aceptó y por fin pude leer las conclusiones de la investigación.



"Mario Aburto Martínez es el único asesino material e intelectual de Luis Donaldo Colosio".



La conjetura de los medios



Tres días después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el 26 de marzo, Miguel Montes García aceptaba públicamente el mandato presidencial: Investigar el magnicidio ocurrido en Lomas Taurinas, en Tijuana.



Mientras Montes García obtenía permiso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para ausentarse como ministro de la misma, en Tijuana iniciaron las investigaciones.



Videos de los momentos del crimen se trasmitían en todas las televisoras y las conjeturas coincidían en que Luis Donaldo Colosio fue víctima de un complot.



"Llegué a Tijuana, tres o cuatro días después del asesinato, y ya habían pasado cosas. ¿Qué pasó?, que ya Manlio Fabio Beltrones, entonces gobernador de Sonora, estaba ahí porque fue de ojos y oídos del Presidente, no sólo interrogando… también estaba Diego Valadez, quien ordenó la detención de Tranquilino Sánchez".



Mario Aburto Martínez, confeso del crimen, había sido trasladado a Almoloya.



"Reviso un video en donde aparece caminando Donaldo y se ve una mano de un sujeto que se le ve la cara y se identifica como Aburto disparando un tiro en la sien derecha de Donaldo y se ve como Donaldo da un giro y el segundo tiro se lo alcanza a dar el mismo sujeto a Donaldo pero en el costado izquierdo, en el abdomen, en el lado izquierdo".



"El giro, el segundo tiro, eso fue una de las contradicciones. Ese video fue motivo de análisis, un análisis minucioso, no teníamos experiencia, lo vimos muchísimas veces, no sólo yo".



Miguel Montes declaró entonces, el 4 de abril, que las primeras pruebas apuntaban a que el asesinato de Colosio fue un complot en el que participaron varios sujetos.



"Vimos muchísimas veces el video; a petición del Presidente lo vimos con expertos y personas de absoluta confianza de Carlos Salinas entre ellas Jorge Carpizo que era secretario de Gobernación".



También lo analizó el penalista Fernando Gómez Mont, "me dijo, coincido contigo, el video incrimina a Mario Aburto, incrimina también al que identificamos como "El clavadista" (Mario Alberto Carrillo Cuevas, un priista de Tijuana), a los Mayoral y a Rodolfo Rivapalacio".



El error: "Me hicieron pedazos"



El fiscal Montes pidió prisión preventiva contra Rivapalacio y los dos Mayoral, pero sólo le fue concedida para padre e hijo. Ellos, siendo inocentes, estuvieron detenidos durante más de un año.



Los Mayoral, padre e hijo, aparecen en el video muy cerca de Donaldo, parece que le frenan el paso, evitan que avance, pero en realidad lo protegían mientras la víctima intentaba caminar en medio de la gente, en campo agreste.



La conjetura inicial de Miguel Montes fue desechada a los pocos días.



Para el jurista, iniciaría el linchamiento de los medios… "me hicieron pedazos".



Después de declarar que el crimen fue un complot, uno de los expertos que formaban parte de su equipo, el doctor Jesús Zamora Pierce, descubrió la prueba que derrumbó esa hipótesis.



Se trata del "libro de actas" de Mario Aburto Martínez en el que anuncia con precisión el crimen. Los escritos del asesino revelan su personalidad "frontera" y su odio y resentimiento en contra del PRI.



Cada línea y dibujo de Aburto fueron estudiados por expertos quienes también lo entrevistaron en Almoloya para establecer que el asesino distingue claramente entre el bien y el mal.



Las investigaciones que siguieron al "libro de actas", recopiladas en expedientes que sumaron 68 mil 293 páginas, cientos de grabaciones, de fotografías, de entrevistas, de análisis de expertos, concluyeron que Luis Donaldo Colosio fue víctima de un asesino solitario aquella tarde.



"Nunca dudé en aceptar mi error inicial. Lo hice por obligación, por mi deber moral. Nunca he dudado en ser honesto ni entonces ni ahora".



"Nunca lo he visto en mi vida".

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