FOTOS: Antes y después de edificios afectados en la Ciudad de México tras el fuerte sismo del 19 de septiembre
Edificios agrietados e inclinados siguen vacíos y los desplazados continúan viviendo en campamentos al aire libre un año después del sismo de magnitud 7,1 que causó 228 muertos en la capital de México y 141 más en los estados cercanos.
La demolición de cientos de estructuras inestables se ha visto demorada por obstáculos legales y físicos, mientras que algunos propietarios realizaron renovaciones cosméticas que hace que los inmuebles queden a merced del próximo terremoto que sacuda la Ciudad de México y sus inmediaciones.
Esta combinación de imágenes muestra un edificio en la calle Álvaro Obregón 286 que colapsó tras un sismo de magnitud 7,1 sepultando a 49 personas, durante las labores de rescate el 22 de septiembre de 2017 (arriba), y un año más tarde, el 16 de septiembre de 2018, tras la retirada de los escombros y la demolición de un inmueble adyacente, en la zona de Roma Norte, en la Ciudad de México. El edificio había sido declarado inseguro por expertos del gobierno y una agencia gubernamental recomendó no alquilar oficinas allí ya en 1997. Foto: AP
Pero la lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor del 19 de septiembre de 2017.
De los casi 411 edificios señalados para ser demolidos, solo se tiraron 62, y casi mil más que quedaron seriamente dañados aún no fueron reforzados.
Un edificio de la calle Amsterdam 25 que se vino abajo tras un sismo de magnitud 7,1 justo después del terremoto, el 19 de septiembre de 2017 (arriba), y una vista de la zona un año más tarde, el 18 de septiembre de 2018, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
La destrucción causada por el terremoto y la lentitud en las labores de reconstrucción pusieron en duda la confianza de la ciudad en el autocontrol _ los constructores contratan a expertos en regulación para certificar la seguridad de los inmuebles que levantan _ y en su capacidad para sancionar a los responsables.
La finca de la calle San Antonio Abad 122 donde un edificio de cuatro plantas se vino abajo tras un sismo de magnitud 7,1, un mes después del terremoto, el 18 de octubre de 2017 (arriba), y su demolición un año más tarde, el 17 de septiembre de 2018, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
Nadie ha sido procesado con éxito por el derrumbe de edificios pese a que los expertos hallaron evidencias de construcciones deficientes en varios casos en los que los constructores presentaron documentación falsa, emplearon materiales baratos o simplemente construyeron sobre estructuras antiguas e inestables. Por el momento no se ha reconstruido ni un solo edificio de viviendas.
El número 10 de la calle Coahuila, donde un edificio se vino parcialmente abajo tras un sismo de magnitud 7,1, en el día del terremoto, el 19 de septiembre de 2017 (arriba), y un año más tarde, el 16 de septiembre de 2018, tras la demolición de las plantas superiores del inmueble, en la zona de Roma Norte, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
Los pequeños progresos se deben a trabajadores de demoliciones que tiran los pisos superiores de los edificios altos a donde no llega la maquinaria pesada y a las víctimas del sismo que han dormido a la intemperie, manifestándose y bloqueando calles para presionar al gobierno.
El número 911 de la calle Coquimbo, donde las plantas inferiores de un edificio se derrumbaron tras un sismo de magnitud 7,1, durante las tareas de rescate, el 20 de septiembre de 2017 (arriba), y un año más tarde, el 12 de septiembre de 2018, tras la demolición del inmueble y la reparación de los dos adyacentes, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
Los afectados se quejan de que las autoridades han levantado una abrumadora pirámide burocrática de papeleo para que las víctimas consigan que sus edificios sean evaluados, reparados, derribados o reemplazados. Casi la mitad de los residentes en la Ciudad de México no tienen pruebas o títulos de propiedad de sus casas, lo que obstaculiza el camino para obtener compensaciones.
Edificio gubernamental en Cuauhtemoc 614 que sufrió daños tras un sismo de magnitud 7,1, justo después del terremoto, el 19 de septiembre de 2017 (arriba), y como sigue prácticamente intacto un año después, el 18 de septiembre de 2018, en la Ciudad de México. De los casi 411 edificios señalados para ser demolidos, solo se tiraron 62, y casi 1.000 más que quedaron seriamente dañados aún no fueron reforzados. Foto: AP
El número 4 de la calle Escocia, donde un sismo de magnitud 7,1 tiró un edificio de apartamentos, durante las labores de rescarte, el 25 de septiembre de 2017 (arriba), y un año más tarde, el 16 de septiembre de 2018 luego de la retirada de escombros y la demolición de un inmueble adyacente, en la Ciudad de México.La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
La calle peatonal Génova, donde un sismo de magnitud 7,1 daño un edificio de oficinas y obligó a cerrar la calle, un mes después del terremoto, el 17 de octubre de 2017 (arriba), y la misma zona un año más tarde, el 17 de septiembre de 2018, tras el derribo del edificio y la reapertura de la calle, en la Zona Rosa, de la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
El número 37 de la calle Patricio Sanz, donde un sismo de magnitud 7,1 derribó la planta baja de un edificio de departamentos, un mes después del terremoto, el 18 de octubre de 2017 (arriba), y la misma zona un año más tarde, el 17 de septiembre de 2018 tras la demolición del inmueble y de que otros cercanos, también dañados por el temblor, fuesen reparados, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
El número 517 de la calle Tokio, donde un sismo de magnitud 7,1 tiró dos edificios de viviendas y provocó daños graves en otro, un mes después del terremoto, el 18 de octubre de 2017 (arriba), y la misma zona un año más tarde, el 16 de septiembre de 2018, tras la demolición de las estructuras, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
Una finca es la esquina entre Torreón y Viaducto Miguel Alemán, donde un sismo de magnitud 7,1 tiró un edificio de viviendas, durante las operaciones de rescate a medianoche del 20 de septiembre de 2017 (arriba), y la misma zona un año después, el 17 de septiembre de 2018, tras sacar los escombros de la zona, en la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP
Un edificio de departamentos en Tonala con Viaducto Miguel Alemán que sufrió importantes daños en un sismo de magnitud 7,1, el 16 de marzo de 2018, casi intacto a seis meses del letal terremoto (arriba), y el 18 de septiembre de 2018, poco después del inicio de las labores de demolición, en la zona de Roma Sur de la Ciudad de México. La lentitud de los derribos y de la reconstrucción frustra tanto a quienes perdieron sus casas como a quienes viven entre inmuebles destrozados que parece que vayan a colapsar en cualquier momento sobre las aceras y calles que siguen acordonadas desde el temblor. Foto: AP