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Reacomodo; poco a poco se acaban los ejidatarios

Al sur del Valle de Mexicali, se ubica el ejido Doctor Alberto Oviedo Mota, Reacomodo, un ejido con muchas particularidades dentro de la Jurisdicción Carranza, que cuenta en su totalidad con 6 mil 100 habitantes.

Al ingresar y conocerlo se puede evidenciar sus diversas particularidades, como por ejemplo, poseer el nombre de otro de los ejidos del valle de Mexicali, pues nace de aquellos pobladores, o bien, que cuenta actualmente con seis comisariados ejidales.

Sus tierras se dedican principalmente a la siembra de trigo, sin embargo, de acuerdo a datos de la comisaría ejidal, sólo alrededor del 10 por ciento de la población continúa siendo ejidatarios.

Cerca de seis de cada diez habitantes son obreros, el resto son jornaleros que han llegado a trabajar a las tierras de los propietarios, o bien para quienes rentan algunas de las tierras del valle de Mexicali.

Este ejido tiene una historia muy larga, pues es un ejido que ha sido migrante dentro del mismo Valle de Mexicali, éste tiene su origen en el Ejido Doctor Alberto Oviedo Mota Indiviso, que se formó desde 1959, explicó Otilio Rodriguez Orozco, comisariado ejidal

Oviedo Mota Reacomodo no. 2.

Pese a que en aquel lugar se había realizado un reparto agrario previo, parte de la tierra de aquel ejido era salitrosa o pantanosa, por lo que no toda era apta para la agricultura, uso principal para el que se solicitaba tierra, lo que provocó grandes conflictos entre los pioneros del ejido.

Ante la desesperación de no poder contar con tierras para trabajar, en 1966 comenzaron a buscar tierras fuera de los límites del ejido, explicó, hubo pleitos en esta región, se llenaron de problemas para buscar un lugar en el cual trabajar.

Al invadir otras tierras, un grupo de aproximadamente 90 ejidatarios fueron arrestados por el ejército, una vez en la cárcel, hablaron con el encargado del departamento de asuntos agrarios y colonización, y este hizo el compromiso de arreglar el problema de la falta de tierras.

“A raíz de ese arresto surgió este ejido Reacomodo, ya que el gobierno se comprometió a darle a los ejidatarios diez hectáreas en otro terreno para que fueran trabajadas por los campesinos”, expresó.

Para el año de 1969, en el Banco Agrícola tenía estas tierras embargadas, y en aquel momento le dio las tierras al señor Gregorio Martínez, para que en este lugar se construyera un nuevo poblado, y en ese año comenzaron a llegar los primeros propietarios.

“Llegamos con los mismos palitos que limitaban nuestros terrenos allá para limitar nuestros nuevos terrenos aquí, nos vinimos con una esperanza, porque allá no teníamos nada, y así comenzamos a trabajar”, describió.

Para 1970 ya se entregaron las tierras y el permiso de riego, pero en estos nuevos terrenos siguieron siendo insuficientes para abastecer las demandas de todos los que solicitaban tierra.

En aquel momento se entregaron alrededor de 3 mil 600 hectáreas a los ejidatarios, y pese a que el compromiso de la entrega de tierra era para los ejidatarios que habían estado en la cárcel, en aquel momento llegaron hasta 500 ejidatarios a sembrar a este lugar.

“Llegamos en el mes de mayo, fue muy duro llegar aquí, en agosto seguíamos sin ningún techito, no había tampoco había árboles, en aquel momento todos estábamos juntos, cooperábamos por la comunidad, incluso todos pagamos 40 pesos para compra el terreno de la escuela primaria”, dijo.

A pesar de eso nos cambió mucho la vida, expresó, no me ha ido muy bien, sobre todo por como está ahorita el campo, pero gracias a Dios no me ha ido tan mal.

María del Rosario Gómez Torres, originaria del Estado de Jalisco, llegó en 1953 a este ejido, tras quedar huérfana y seguir a su hermano mayor en búsqueda de una mejor calidad de vida.

Originalmente no había poblado, describió, en aquel momento se vivía en los ranchos que componían en aquel momento el ejido Dr. Alberto Oviedo Mota Reacomodo, al que poco a poco fueron llegando pobladores de todas partes del país.

Explicó que desde los 14 años yo trabajaba con el azadón, con un sombrero grandísimo, me levantaba todos los días a las cinco de la mañana para hacer el lonche, íbamos en un carrito y trabajábamos ocho horas para llegar a hacer los quehaceres de la casa.

“La vida siempre ha sido muy dura, ni los que tienen parcela la llevan bien, a veces siembran y se les pierde la cosecha, porque hace frío y el grano no produce bien, o que les faltó agua, y todo lo que invirtieron se les va a la basura y quedan endeudados para el próximo año”, dijo.

Las personas no dormían la noche completa, detalló, en aquel momento trabajaban todo el día, tuvieron que desmontar ellos el terreno, estaba tupido de álamo, de pino salado, mesquites, cachanilla.

La gente de allá de la ciudad dice: los del rancho, pero si ellos supieran que los de la ciudad viven por los de aquí, porque si no hay siembra no hay nada, por eso uno tiene que estar muy al pendiente de su siembra, agregó.

Cuando recién comenzó a formarse el poblado, la gente era muy noble y confiable, comentó, se podía dormir uno afuera, se salían en el tiempo de calor de bajo de un árbol.

En su tierra natal, ella era campesina, pero en aquel lugar las tierras no le pertenecían a su familia, sin embargo llegar a tierras bajacalifornianas implicaba iniciar de cero, sin un techo, sin luz, sin agua, sin nada.

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