Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Mexicali / Violencia en Mexicali

“Nos siguen enseñando a vivir en el anonimato”

El anonimato, la clandestinidad de los encuentros y una aparente indolencia institucional son factores para que integrantes de la diversidad sexual sean víctimas de asaltos, agresiones y delitos sexuales, mientras que los atacantes se saben protegidos en este margen de impunidad.

SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE

La agresión física y sexual que sufrió Pablo a principios de este año y que quedó plasmada en la entrega anterior no fue fortuita. Su agresor supo ganarse su confianza y convencerlo con una historia que probablemente les ha contado a otros.

Probablemente el nombre que utilizó el victimario en la app de citas para hombres no era real, tampoco el lugar de procedencia, su trabajo o su edad. Las condiciones de anonimato y clandestinidad dejan puertas abiertas para venta de droga y prostitución masculina.

Muchos de los perfiles en Grindr se refieren a sí mismos como discretos, casados o profesionistas. Otros de la esfera pública, como políticos, también se encuentran en esta aplicación, asegura Pablo, pues incluso recibió una amenaza de uno de ellos.

Son precisamente estas condiciones de anonimato, la clandestinidad de los encuentros y una agresiva necesidad de cuidar la apariencia pública, lo que genera un ambiente de vulnerabilidad para integrantes de la diversidad sexual en casos de asaltos, agresiones y delitos sexuales.

“Nos siguen enseñando a vivir en el anonimato”, dice Raúl Balbuena Bello. “Los trans existen, los gays, las lesbianas; por todas estas circunstancias, la sociedad ha asumido que así tiene que ser, en el anonimato”, apunta el investigador.


AL BORDE DE LOS CRÍMENES DE ODIO

Balbuena Bello, investigador y coordinador del Laboratorio de Géneros del Instituto de Investigaciones Culturales (IIC) de la UABC, asegura que esta situación es similar a las registradas en otras partes del país.

“Facilita que mucha gente aproveche la tecnología para hacer contactos, estableces confianza y demás y luego viene el acto criminal”, asegura. “No siempre es por odio, es robo o cualquier acto criminal, cuando es por odio no se llevan nada, son golpizas, mensajes en el cuerpo”.

“En Mexicali está pasando lo que en otros estados de la república, se ganan la confianza y viene la golpiza, las amenazas y no van a denunciar por la vergüenza que encarna, ya no solo la homosexualidad, sino haber sido abusado a partir de que buscabas algo sucio, si consideramos que la sexualidad sigue siendo algo sucio para nuestra sociedad”, señala.

Este modus operandi es similar al de casos de crímenes o delitos de odio en contra de integrantes de la diversidad sexual, apunta el investigador.

SOCIEDAD DE MACHOS

Para que estas condiciones de vulnerabilidad sean combatidas, se requiere también de un cambio en el sistema de justicia, explica Balbuena Bello, pues se trata de un sistema que requiere mayor perspectiva de género y de transversalidad con la diversidad sexual.

“Se llevan a cabo este tipo de asaltos porque los consideran población fácil; les quitan la cartera y celular, es fácil de deshacerte de él, saben perfectamente lo que están haciendo, son pequeñas ganancias pero sin riesgo y no pasa nada porque además los atemorizas culturalmente”, comenta.

“La cultura en México te dice que ser homosexual es de lo peor y tienes que estar bajo resguardo”. El investigador señala que en la frontera mexicana existen “negociaciones” en familias, en amigos, grupos trabajo, sobre el “no lo digas y no pasa nada”.

“Es decir, lo asumimos, no lo hablamos pero sabemos que eres, porque nos importa mucho guardar la apariencia pública; eso tiene qué ver cómo se construye la agresión a la diversidad sexual”.

“El norte no es más macho que el centro o sur del país, lo que lo hace diferente es la forma en la que se acepta la diversidad sexual, aquí tenemos cercanía con el ‘primer mundo’, uno pensaría que en Mexicali las relaciones podrían ser más abiertas, como en San Diego o Tijuana, pero Mexicali está como en un letargo”, refiere.


INSTITUCIONES PATRIARCALES

Aunque la Fiscalía General del Estado cuenta con protocolos de atención con perspectiva de género e incluso manuales especializados para atención e intervención en crisis, no es una regla general su uso, tal como ocurrió en el caso de Pablo.

“La cultura pesa”, añade Balbuena Bello. “Solo con eso deberías tener garantías que si eres de la diversidad sexual te atiendan con perspectiva de género y así resuelves muchas cosas”, explica el investigador del IIC-UABC. “Ahí vemos a la figura suprema representada por un hombre y la masculinidad jerárquica en el patriarcado de las instituciones”.

“Tenemos estos estereotipos enraizados en la cultura que tampoco es gratuito que a la hora de levantar una denuncia los acusen de promiscuos y esto denota un sentido de indolencia muy importante que está basada en discriminación y los estereotipos”, acusa el coordinador.

Ocurre además, asegura, que las víctimas sean culpadas de haber ocasionado el acto agresivo, la violencia o el crimen, una condición que actualmente se encuentra en las discusiones y el discurso del movimiento feminista con el estribillo “la culpa no era mía”.

SEXO Y VIOLENCIA

“La sociedad no entiende que la sexualidad no es nada agraviante y no tiene qué llevarse a cabo en forma clandestina si la vemos como una forma de expresión y de relación entre las personas”, comenta Balbuena Bello.

Encuentros clandestinos en cabinas, salas de masajes o baños públicos o privados ocurren diariamente y el investigador asegura que, de haber un cambio y aceptación social y cultural, “no se estaría hablando siquiera de estos lugares”.

Y sentencia: “Hay que dejar de criar machitos, patriarcas y hombres violentos, lo que necesitamos es que toda la sociedad entienda es que el nivel de violencia ha llegado a un nivel tal que es prácticamente una exigencia empezar a construir desde otros lugares”.

FISCALÍA ESPECIALIZADA EN DELITOS EN RAZÓN DE GÉNERO

(1 de noviembre a 29 de febrero de 2020)

262 Órdenes de aprehensión cumplimentadas

103 de ellas por algún tipo de violencia sexual

La mayoría de ellas son por violencia familiar y obligaciones asistencia familiar

En esta nota