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Mi cita me violó: Impunidad en la penumbra y víctimas

Por vergüenza o para evitar el escarnio, víctimas de la comunidad LGBT+ evitan denunciar casos de asaltos, delitos sexuales y hasta violaciones, pues en muchas ocasiones conocen a su agresor a través de aplicaciones para citas o encuentros.

PRIMERA DE DOS PARTES

Lo conoció por Grindr. Primero un tap, luego un mensaje. La plática empezó con las preguntas básicas: cómo estas, qué haces, de dónde eres.

Pablo no supo que en ese momento había conocido al hombre que unas semanas después lo violará y lo dejará por muerto en un predio baldío. Su encuentro pareció algo inocente. Fueron a un café, luego a comer algo.

A bordo del auto en el que lo llevaba a casa le ofreció llegar al motel. Pablo dijo que en otra ocasión, que recién lo había conocido y al día siguiente debía de trabajar. El ambiente romántico de unos segundos atrás se esfumó.

Su victimario lo insultó y lo amenazó. Pablo le pidió que lo bajara del auto, pero su cita aceleró la marcha y bajó los seguros del auto. En el solitario paraje y aprovechando su ventaja física, el automovilista golpeó y violó a Pablo. Ese no es el verdadero nombre de la víctima.

Él accedió a contar su historia de sobrevivencia con la condición de anonimato. Luego de la agresión teme por su vida, no tanto por su atacante, sino por otros miembros de la comunidad, entre los que dice, hay personajes de la política. Para Raúl Balbuena Bello, coordinador del Laboratorio de Géneros del Instituto de Investigaciones Culturales (IIC) de la UABC, se trata de un comportamiento ocurrido en otras partes de México, pues asegura que las víctimas sienten la indolencia de las instituciones y se sienten señalados como promiscuos.

De acuerdo a cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE), tan solo en el 2019 y los primeros dos meses de 2020, 417 hombres han sido víctimas de algún delito sexual en Baja California, 69 de ellos mayores de 18 años de edad.

“NO PODÍA CREER LO QUE ESTABA PASANDO”

Luego de varias semanas de plática, Pablo se sintió en confianza de hablar más con quien fuera su agresor. Intercambiaron fotos y más mensajes. Un día, él agresor le dijo que estaría de visita en Mexicali y que le gustaría que se encontraran.

Presuntamente se trataba de un hombre casado, con hijos, de negocios, y que sus encuentros con otros hombres debían ser con total y absoluta discreción. Le dijo que vivía en Guadalajara, pero Pablo notó su acento veracruzano.

Hasta ese momento no le dio importancia. Ya en Mexicali, se vieron en un café. Siguieron su plática. Luego fueron a cenar. “Vamos para que me muestres la ciudad, para conocer”, recuerda Pablo que le dijo su agresor.

Él se subió a su auto sin sospechar, hasta ese momento, el cambio de actitud que tendría unos minutos después. “¿Un motelazo, o qué?”, le dijo el hombre al volante. “Pensé que solo íbamos a pasear, no tengo tiempo, mañana trabajo”, le respondió Pablo. El agresor resopló de disgusto. “No estás tan chiquito para andar con mamadas, tú sabías a lo que veníamos”. Pablo le pidió que detuviera el auto para bajarse.

La adrenalina comenzó a invadir su cuerpo. Su agresor, un hombre corpulento, aceleró el auto y bajó los seguros de su auto. Un puñetazo certero en el rostro dejó a Pablo confundido. Luego vino otro golpe en el pecho y otro más en el abdomen. Llegaron a un despoblado al oriente de Mexicali.

El auto se detuvo en medio de un camino de terracería, en la oscuridad. “Lo único que pensaba era en mi familia, en lo que les iba a hacer pasar”, recuerda. “No podía creer lo que estaba pasando, no pensé que me pasaría a mí”. Entre golpes y jaloneos, Pablo perdió el conocimiento.

Luego de esto, el agresor lo violó y lo dio por muerto. Vejado, golpeado y magullado, Pablo quedó a la orilla del camino, padeciendo el frío de la noche por casi una hora. Una mujer lo encontró.

Como pudo, lo llevó caminando a un motel cercano y desde ahí llamó a su familia. “Así fue como salí del clóset con ellos”, dice. Lo internaron en un hospital privado y se vio obligado a interponer una denuncia.

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DE LA VIOLACIÓN A LA REVICTIMIZACIÓN

Una pareja de agentes de la Fiscalía General del Estado llegó al hospital y entrevistaron a Pablo. Luego de que les explicó lo que había ocurrido, supo que su denuncia no prosperaría.

“Me trataron peor, me hicieron ver que había sido mi culpa, que yo me lo busqué”, recuerda. Les dijo toda la información que tenía disponible, sobre las circunstancias, cómo lo conoció, su descripción física, del auto, la ubicación.

Dice que nunca lo canalizaron a la Dirección de Atención a Víctimas del Delito, no tuvo acompañamiento ni atención con perspectiva de género. Luego de interponer la denuncia, ninguna persona de la Fiscalía se puso en contacto con él para ver el avance de su caso. “Así salí del clóset con mi familia”, comenta.

“Tuve que reponerme, porque tengo que trabajar, mi mamá depende de mí y no me podía dar el lujo de deprimirme y pasármela encerrado, así fue como me vi forzado a superar todo esto”. “Estoy en tratamiento, tengo ansiedad”, dice Pablo. “No puedo salir de mi casa, no puedo dormir, tengo miedo, es algo que te quita completamente tu seguridad”.

LOS NÚMEROS

Durante el 2019 y hasta febrero de 2020, en Baja California se registraron 417 hombres víctimas de algún delito sexual, según las cifras de la FGE, 201 de ellos en Tijuana y 121 en Mexicali. Solo 69 de las víctimas son mayores de 18 años de edad, pero en el rango de entre los 12 y 17 años de edad, también hay 61 víctimas en este periodo en Baja California.

La Fiscalía General del Estado tiene un registro de 138 víctimas de niños menores de 12 años, que han denunciado abuso sexual o violación. Balbuena Bello, investigador y coordinador del Laboratorio de Géneros del IIC-UABC, explicó que existe una cifra negra importante en el caso de hombres adultos o mayores de 18 años, pues la vergüenza o el escarnio al que son sometidos por las instituciones al momento de denunciar, permite a los agresores operar en la impunidad.

EN NÚMEROS

• En el 2019 y los primeros dos meses de 2020, 417 hombres han sido víctimas de algún delito sexual en Baja California, 69 de ellos mayores de 18 años de edad.

FUENTE: FISCALÍA GENERAL DEL ESTADO (FGE)


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