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Gabriel Rivera: "El organillero fronterizo"

Mostrando un gusto por la nostalgia y el amor a un México que habita en los libros de historia, es como trabaja el organillero Gabriel Rivera, quien desde hace 6 años el destino lo trajo a vivir a las tierras fronterizas de Baja California.

Originario de la Ciudad de México, “Gabo” como le dicen sus amigos, expresó que su aventura inició una vez que lo invitaron a formar parte de un grupo de trabajo de organilleros, el cual comenzó a organizarse para salir a viajar a ciudades cercanas de la capital.

Indicó que en un principio, llegó a visitar estados como Veracruz, Puebla, Querétaro, pero las ganas de expandir la música del organillo, lo fueron llevando cada vez más al norte hasta llegar a Baja California.

Siendo residente actual de la ciudad de Tijuana, expresó que realmente no tiene un lugar fijo, pues como es costumbre del organillero, la idea siempre será viajar, pues al igual que él, la música no es estática.

PLAZAS NORTEÑAS

Gabo, quien vestía el clásico uniforme color café de los organilleros, el cual hace alusión al uniforme militar del revolucionario Francisco Villa, compartió que la primera vez que tocó en una plaza pública del norte del país se llevó una grata sorpresa, pues mucha gente se detuvo a escucharlo.

Explicó que las personas que lograron acercarse a platicar con él, le llegaron a contar historias sobre organilleros que llegaron a vivir en esa zona hace 30 años, haciendo que su estadía pareciera un acto de asombro para propios y extraños.

“Puedo decir que empezaron a salir muchas leyendas sobre antiguos organilleros que llegaron a venir a la zona norte del país, así que cuando me vieron pues se llevaron una gran sorpresa, pues varia gente dijo que tenía años de no escuchar al organillero”.

“Y pues con esto puedo decirte que nosotros no inventamos rutas de trabajo, si no que retomamos las que ya existían o bien, hemos llegado a visitar pueblos que nos quedan de camino, que jamás habían visto el organillo”

“Esas ocasiones son cuando le decimos al chofer que nos deje en tal lugar porque nos bajamos a conocer, a comer y sabemos que es una posibilidad, pues el organillero está lleno de posibilidades”, mencionó.

PÚBLICO CACHANILLA

El joven organillero el cual buscaba a un bolero en el Centro Histórico de Mexicali, pues tener los zapatos limpios es sinónimo de dignidad para su gremio, expresó que tocar para el público cachanilla ha sido una grata experiencia, pues ha logrado darse cuenta que existe mucha gente del centro del país viviendo en tierras norteñas.

Indicó que al interpretar las melodías, que en su mayoría suelen ser boleros y música mexicana tradicional, disfruta mucho el poder presenciar los rostros de quienes lo escuchan, pues logra ver en sus miradas la nostalgia que trae consigo la experiencia de estar ahí.

“Me llegan a decir que se logran transportar a la Ciudad de México cuando eran niños o bien, que su presencia logra romper con esa monotonía, pues los organilleros formamos parte del paisaje sonoro de la ciudad”.

“Y más en este tiempo de pandemia, donde al salir a las calles, a las colonias, pensamos que nos iría mal, pero la verdad es que las familias salían a escuchar el organillo, ha mandar al niño con su moneda para cooperar, ha sentir que había vida y esto es gracias a la música”, expresó.

ORGULLO Y TRADICIÓN

Gabo quien después de interpretar algunas melodías, narró que los organillos fueron instrumentos traídos de Alemania y que en su época dorada, los organilleros eran invitados a los cines y circos de la Ciudad de México, señaló que formar parte de una gran tradición es algo que lo llena de orgullo.

Expresó que ser organillero lo ha llevado viajar a otros países dentro de Europa, logrando conocer no solo más sobre el instrumento, si no sobre la importancia que tienen ellos en la historia mexicana y su permanencia dentro de las plazas públicas.

“Nosotros somos personas que vivimos al día, es un trabajo que se lleva su tiempo donde esperamos que la gente logre cooperar, pues nosotros trabajamos de esto a comparación de los europeos, que muchos de ellos lo hacen por hobbie”.

“Pero también considero que el poder ser organillero es algo que te hace sentir que formas parte de la historia, que llevando este instrumento a otras partes, vas dejando huella mientras alimentas recuerdos y a su vez, creas nuevas memorias en las personas”, comentó.

NUEVOS VIAJES

El joven Gabo el cual expresó que espera seguir una temporada más en Mexicali, comentó que junto con otros organilleros está organizando un evento en Tijuana, así como un próximo viaje a Chile para conocer y convivir con el gremio sudamericano en un evento de organilleros.

“Este trabajo tiene mucho movimiento, aunque no lo parezca somos una comunidad grande que gusta de compartir experiencias, y ahora con todo esto de la pandemia, la música ha sido de gran ayuda”.

“Es por ello que cuando me preguntan que que hago o que vendo, yo les digo que hago música, pues esa es mi labor, llevar música a donde más se necesita”, compartió.

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