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Empleados de funerarias, de cara a la muerte

Trabajadores de empresas funerarias en Mexicali ya no solo se enfrentan al riesgo de contagio por Covid-19, ahora también a deudos que exigen velaciones.

“Ya me van a pasar, un compañero va a venir por mis cosas, todo va a estar bien”. Ese fue el último mensaje que Alfredo envió a su esposa antes de ingresar al área de Covid-19 en el Hospital General de Especialidades No. 30 del IMSS en Mexicali, pero Alfredo ya no salió con vida.

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Por casi 28 años se dedicó al oficio del rubro funerario, hasta que cayó enfermo de una neumonía atípica, sospechoso de Covid-19. Juana, su esposa, recuerda su gusto por ayudar a la gente y empatizar con ella en tiempos de dolor.

A pesar de intensificar las medidas de protección en su trabajo, el último eslabón en la cadena de trato con pacientes de esta enfermedad, Alfredo Rodríguez Rubio cayó enfermo y se cree que es el primer trabajador de este rubro en morir de esta pandemia.

Con su muerte comenzaron a salir a la luz los riesgos a los que están expuestos. Además del riesgo de contagio, ahora se enfrentan a deudos que falsean información para que les permitan velar a sus familiares o con su frustración y disgusto cuando los velorios tienen restricciones de acceso y medidas de seguridad sanitaria.

SIN DUELO, SIN DESPEDIDA

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Una persona fallecida por Covid-19, neumonía o por sospecha de alguna de ellas, no puede ser velada. Después del levantamiento por parte de las funerarias, el cuerpo en llevado a cremación o en otros casos directamente a sepultar. Sin duelo ni despedida.

Quienes mueren por otras circunstancias, solo pueden ser velados 4 horas, con un ingreso máximo de 20 personas por capilla, con cubrebocas obligatorio y distanciamiento social. Ni besos o abrazos.

Estos dos protocolos generan un sentimiento de frustración, un hueco en las personas al no poder despedir a sus familiares como merecen o como quisieran, explica Fernando Vázquez Zúñiga, administrador de la funeraria Monte Sinaí.

“El personal de la primera línea es el de recepción, son los que se llevan esta parte de la frustración de la familia, gente que dice que qué mal servicio, que cómo es posible, nosotros solo nos apegamos a lineamiento, alguna gente sí lo entiende, otra no”, comenta.

Con el avance de las fases de la pandemia se han ido incrementando las medidas sanitarias y el manejo de los cuerpos de fallecidos, el levantamiento y su disposición. Desde el inicio, ningún fallecido por Covid-19 o neumonía ha podido ser velado por medida sanitaria.

“Entendemos el dolor que no hayan tenido la oportunidad de despedirse, crea en ellos una frustración, pero esto ha llevado a que en algunas defunciones en domicilio, algunas personas han comenzado a omitir información con tal de que se lleve a cabo la velación”, señala.

Un trabajador de esta funeraria vivió un caso similar al ir por el cuerpo de una persona en cuyo cuarto había tanques de oxigeno, respiradores y otros artículos que hacían suponer un fallecimiento por un mal respiratorio, pero la familia insistía en otra causa de muerte, lo que incrementa riesgos para trabajadores y deudos que acudan al velorio.

“En estos tiempos, una vez que una persona fallece, es muy difícil despedirse de ellos, nos deja un hueco como personas por no vivirlo y cerrar el duelo; evítenlo, quédense en casa y sigan con las recomendaciones de salud”, dice Vázquez Zúñiga.

ENTRE LA VOCACIÓN Y LA VIDA

Fernando Durón, gerente de la funeraria Santa Elena, es uno de los trabajadores del rubro que se encuentra en aislamiento tras dar positivo a Covid-19, aunque esto no lo ha desmotivado a seguir trabajando en los servicios funerarios.

“No pensé que me fuera a contagiar tan rápido, siempre guardé mi distancia con familias, sanitizar cosas, ¿qué descuido fue?, quién sabe”, dice Fernando a través de una videollamada, quien se encuentra en aislamiento en su casa desde el pasado viernes.

Su principal temor, más allá de su propia salud, es el riesgo de contagiar a sus dos pequeños hijos o a su esposa, quien, para mayor preocupación, trabaja en el Hospital General de Especialidades del IMSS en Mexicali, donde se atienden los casos de Covid-19.

Inicialmente perdió el olfato y su esposa le aconsejó que se hiciera la prueba, cuyos resultados positivos le fueron informados al día siguiente. Actualmente se encuentra bajo un tratamiento médico, sin síntomas graves.

Sus hijos están bajo resguardo y tienen contacto mínimo con ellos. “Si me cuidaba al 100%, me voy a tener que cuidar aún más; ya que pase todo esto, yo creo que los saludos de mano van a pasar a la historia”, relata el empresario funerario desde hace 32 años.

Al igual que en otras funerarias, también se enfrentó a la frustración y al coraje de familiares de fallecidos que exigían el servicio de velación, a costa de las medidas de prevención dictadas por las autoridades sanitarias.

“La gente está enojada (...) nos dicen que (los fallecidos) no tienen nada para así poderlo velar; lo entendemos, pero esto es por seguridad de ellos y nosotros, su lo certifica un médico como sospechoso o de neumonía, por protocolo y razones sanitarias van directo a un ataúd o se resguarda para cremación”, explica.

“La gente va a seguir sin creer hasta que les pasé a ellos o alguien cercano, que vayan a las funerarias y vean la carga de trabajo, que vayan al Hospital General, a lo mejor así llegan a entender”, añade.

LAS TRES EXEQUIAS DE LOS RODRÍGUEZ

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Alfredo y Juana se conocieron en el Estado de México. Su noviazgo inició siendo vecinos, pero pronto su amor se fue fortaleciendo y ambos se mudaron a Mexicali hace 28 años. Fue aquí donde comenzaron a trabajar en una funeraria.

Cuando inició la pandemia, les dijo a su esposa y a sus dos hijos, que iba a realizar levantamientos de cuerpos. Juana le pidió que se cuidara mucho, que usara equipo de protección y rezaba para que no le pasara nada malo.

“No me explico cómo sucedió, él era muy cuidadoso: se cambiaba afuera, traía su gel, en el trabajo le dieron todo el equipo, no salíamos, no visitamos familia, estábamos resguardados, no visitaba a sus papás”, recuerda Juana, quien recientemente también resultó positiva a Covid-19.

El papá de Alfredo murió el 26 de abril de una enfermedad crónica. El velorio y la sepultura se limitaron a un grupo reducido de familia. Apenas habían pasado unos días y su hermano fue hospitalizado de una hiperglucemia y murió el 30 de abril. En una prueba resultó positivo al virus.

Alfredo, o Fredy, como lo conocían sus amigos, apenas lidiaba con este duelo cuando comenzó a tener síntomas de alergia. Fue al doctor pero solo le recetaron un antigripal y un medicamento para la fiebre.

El 6 de mayo un doctor le diagnosticó una infección en la garganta, congestión en los pulmones y algo de fiebre. Los síntomas graves comenzaron de inmediato. Falta de aire, complicación para respirar y fiebre más alta.

Lo llevaron a urgencias en la Unidad de Medicina Familia No. 40 del IMSS y de ahí lo llevaron en ambulancia al Hospital General No. 30 del IMSS. Ahí pudo llamar a su Juana y decirle que le checarían la oxigenación.

Un último mensaje lo envió a su hija, otro a su esposa antes de que lo ingresaran al área Covid-19. No volvieron a verlo. Al día siguiente de su ingreso, por la madrugada, fue entubado a un respirador. Fredy fue declarado fallecido el 8 de mayo.

“Escuchábamos que la gente que entraba ya no salía (...) le dije por teléfono, no vayas con ese pensamiento, y él me respondió: voy a echarle ganas y a salir de esto”, relata. “Es muy doloroso, fue algo muy fuerte para la familia, primero su papá, su hermano y luego él”.

“Estamos con mucho dolor, pero necesito salir adelante por mis hijos que aún me necesitan, (...) aún no reaccionó, no comprendo, pero hay que seguirnos cuidando”, pide Juana con una voz apesadumbrada y malherida por tres duelos inconclusos en menos de dos semanas.

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