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El Imparcial / Mexicali / La chinesca

El elegido de La Chinesca

Su pasión por la cultura china y su episodio ocurrido hace casi 100 años en Mexicali, le ha ganado simpatías y aparentes enemistades. Para algunos, su vida parece estar destinada a rescatar ese legado. La vida ha colocado a Rubén Hernández Chen en ese lugar y su pasión no es fortuita.



Desde niño, los callejones del Centro Histórico fueron su segunda casa al acompañar a sus padres a trabajar en los locales comerciales, además, en su ascendencia hay un linaje chino.



Rubén viste con notable orgullo un changshan o tangzhuang, una prenda tradicional china para los hombres. Nos recibe con una sonrisa a la puerta de uno de sus locales sobre el callejón Reforma.



La parte posterior de su local es una galería accidental de antigüedades, con botellas de la vieja cervecería Mexicali, letreros comerciales de antiguos locales, fotografías en blanco y negro y retratos en lienzo de los caballos celestiales del maestro Auyón.



De La Chinesca se ha escrito abundantemente los últimos cuatro años, de sus leyendas, de los sótanos, de la curiosidad de los mexicalenses y de foráneos de recorrer esta “ciudad subterránea”.



Rubén ha destacado por su empecinamiento en rescatar la historia. Oscuridad y olor a humedad es lo primero que invade los sentidos al ingresar al primer sótano, el que se encuentra bajo su local, invadido de una tenue luz roja.



Conforme la vista se recupera, se descubren algunas mesas de juego, un altar chino, la bandera y una sala vieja.



Fue precisamente en ese sótano donde se encontraba un antiguo salón de juegos. Rubén ha documentado todo. Tiene incluso, la correspondencia entre el dueño del entonces salónde juegos y el Gobernador del Distrito del Territorio Norte, donde le solicita la revalidación del permiso. En las paredes, dragones y palabras en chino que significan “pasado y presente”.



Mientras comparte su visión sobre el proyecto de rescatar La Chinesca, Rubén explica lo que le ha costado iniciarlo desde todos los detalles.



En el saldo también ha tambaleado su familia. Salimos del sótano, donde se pone a prueba la capacidad de respirar de quien ingresa. Nos muestra el teatro chino que ha acondicionado en la bodega del local.



Ahí mismo, dice, llegó hace un tiempo la esposa de un antiguo comerciante chino, quien le contó que alguna vez le tocó dormir ahí durante su niñez.



La cruzada que ha llevado Rubén a lo largo de estos años, lo ha llevado a documentarse a tal grado, que ha encontrado coincidencias en una antigua leyenda china de Mexicali, sobre un “elegido de sangre no pura” que “conectará el pasado con el futuro” en La Chinesca.



Entre broma y broma, dice que ha llegado a creer en esas coincidencias, a las que llegó incluso antes de conocer la leyenda, y mientras emprendía el proyecto de los recorridos por los sótanos que alguna vez fueron dormitorios, casinos, fumadores de opio y prostíbulos.



Al margen de todo, Rubén afirma tener una mi- sión: Rescatar el Centro Histórico, devolverle la vida que le ha arrebatado la inseguridad y el descuido de las autoridades, además de convertirlo en un proyecto cultural y comercial que beneficie a la ciudad.



Mientras vamos a otro sótano, platica infinidad de historias, sin titubear. Entramos a una farmacia, cuyo sótano esconde historia. Al día de hoy, Rubén lo ha decorado con armas y objetos de artes marciales, así como de leones y dragones usados para danzas.



Salimos del sitio y cerca de ahí ingresamos a un local abandonado que ahora es parte del recorrido por los sótanos. En las paredes hay recortes de periódicos antiguos, letreros de comercios ya extintos, fotos, documentación antigua y abanicos chinos. El último sótano al que ingresamos funcionó en algún momento como dormitorio comunitario.



El olor a humedad despierta la duda si siempre fue así, y si así fue, saber cómo le hicieron los chinos para poder dormir ahí abajo.



Rubén se ha decidido darle un fuerte impulso al proyecto de La Chinesca para este 2018, a través de los sótanos invadidos de una atmósfera con una peculiar energía y magia, que funcionó como hogar y sepulcro para algunos chinos y que hoy es objeto de curiosidad en el mundo.


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