Cuevas: La enfermera que cuida y comunica a los graves del Covid
“Llegará el día en que nos volvamos a abrazar, por ahora hay que ser pacientes y cuidarnos”, reflexionó la enfermera de la Clínica 30.

Si tuviera que ser intubado por el Covid-19, tendría suerte de estar bajo los cuidados de Erika Cuevas; la enfermera que además de imprimir su mayor esfuerzo por la supervivencia de sus pacientes, conecta una video llamada para lo que podría ser el último adiós.
“Es muy difícil sostener el teléfono, y estar viendo al familiar del otro lado de la pantalla, llorando, diciéndole que le echen ganas, que piden por él, y la otra parte, a la mamá o al papá diciéndole ‘todo va a estar bien, si me voy échenle ganas, cuídense ustedes’, muchas veces son despedidas,... y, pues, a uno el corazoncito se le apachurra”, compartió.
Erika Cuevas Padilla es auxiliar de enfermera general en la Clínica 30 del IMSS en Mexicali, ha participado con valentía desde que inició la pandemia en la entidad, presenciando los primeros decesos y casos de éxito.
A mediados de marzo llegó uno de los primeros casos de Covid-19 al IMSS, Cuevas fue encomendada a trabajar con él, aun sin un camino claro del protocolo que se debía seguir con la misteriosa enfermedad.
“Era una señora probable Covid, venía de vacaciones de Texas, yo estaba en ingresos, soy enfermera de urgencias, me comentó mi jefa ‘te toca entrar, porque estás en ingresos y no hay nadie asignado’, era un área pequeña para esos pacientes”, recordó Cuevas.
Entrar al área Covid fue una prueba de valentía; Cuevas sintió el temor a lo desconocido, ya que no sabía cómo se comportaba la enfermedad, no tenía una bibliografía, y se enfrentaba a pacientes en aparente estabilidad, que de un momento a otro mueren.
Los pacientes y profesionales de la salud tenían algo en común las primeras semanas, ninguno sabía que sería de su destino; su relación se basaba en mirarse a los ojos, debido al equipo de protección personal, solo quedaba dar el máximo esfuerzo, relata Cuevas.
“La paciente evolucionó muy bien ella estaba ansiosa por ver a su familia, yo me comuniqué con mi esposo y le dije que iba a entrar a un área aislada y ya no podría comunicarme con él”, explicó.
Cuevas está convencida de que aunque haya temor, estudió para apoyar a un paciente, si bien nunca los prepararon para una pandemia, deben de actuar con la cabeza lo más fría posible, aunque su empatía a veces la acongoje.
La rutina de la enfermera y sus compañeros cambió, cada que llegan, un monitor vigila que se coloquen todo el equipo de protección personal de manera correcta, lo que implica una jornada sofocante, y a veces tortuosa por la necesidad de ir al baño o tomar agua.
El área de urgencias, el primer y segundo piso se volvieron zonas Covid, por lo que implica un mundo de gente esperando entrar al servicio, donde pasarán por calor, sed, y no poder si quiera tocar su rostro, no obstante, considera que se han adaptado.
SE NOS VAN
Lo más duro es que los pacientes se les van, fallecen, a pesar de todo el esfuerzo que imprimen por salvarlos, la empatía hace merma en el estado de ánimo de Cuevas, además de que algunos casos han sido pacientes conocidos, que eran recurrentes por sus enfermedades crónicas.
“La empatía es mucho más, porque es gente que ya habías tratado, que se te vaya de las manos y no le puedas ofrecer nada, es muy duro, y cuando son pacientes que no conoces, es igual, es una ansiedad”, declaró la enfermera.
INTUBAR
Se ha dicho mucho del número de pacientes conectados a un ventilador, pero pocas veces se sabe lo que implica para el contagiado, su familia, y el personal de salud; se trata de un trago amargo sin distinción alguna.
“Cuando les dice uno ‘te vamos a tener que sedar, dormir, para ponerte un tubo que te va ayudar a respirar’,...”, platicó la enfermera en una sentencia pausada por la emotividad de su recuerdo.
“Tengo la costumbre de que si el paciente está en condiciones, ponerlo en video llamada, hay gente que sí acepta, y hay gente que no, porque me dice, ‘no me voy a despedir, voy a salir’, es para que vean cómo están”, explicó.
La enfermera reiteró que es difícil sostener el teléfono, mientras la familia llora, en muchas de las ocasiones, los pacientes toman este enlace como una despedida hacia sus seres amados.
“Soy una persona muy sentimental, muy aprensiva, siempre me pongo en el lugar del paciente, o el familiar, si estuviera pasando por una situación así, me gustaría mucho que me comunicaran porque no sé qué va a pasar”, declaró.
“Hay ocasiones que me piden el celular, me dicen ‘acabo de sepultar a mi hijo ayer, y mis demás hijos están preocupados’, claro, les pido el número, a veces no se acuerdan y vamos a trabajo social, hacemos todo lo que está en nuestras manos”, explicó.
“Aunque no quieras, es muy difícil ver toda esta situación, todo este caos que genera, el que queden ellos completamente aislados de su familia”, comentó la enfermera con la voz entrecortada.
Dentro todo, hay hazañas memorables que le ha dejado la contingencia, recordó a un paciente de 34 años, que a pesar de su juventud, se complicó demasiado, batallaron para intubarlo y no había mucha esperanza de vida.
“Yo pensé que el paciente se nos iba a ir, batallamos mucho para intubarlo, estuvo un mes hospitalizado, el día que él se dio de alta, te dices, ‘estamos haciendo las cosas bien’, y te da ese empujoncito para salir adelante, fue el primer paciente intubado que se recuperó”, dijo.
A partir de ese momento la curva de aprendizaje fue notoria, mencionó que se habían manejado a muchos pacientes intubados, pero el trabajar con el Covid-19, fue un mayor reto para evitar los contagios.
“Ahora para ayudar a que se oxigenen mejor, los acostamos boca abajo, es algo que nunca habíamos hecho, lo aprendimos con videos de Estados Unidos y Europa, desde como acomodar la sabana para voltearlo sin que se nos vaya a extubar, sin lastimarlo, darle los cambios de posición, esto nos ha exigido estudiar, leer, informarse”, platicó.
FAMILIA
A Erika le pidió su familia que no trabajara atendiendo la contingencia, su compromiso con la salud pública no le permitió resguardarse, no obstante, los cuidados de familia han sido una protección para ella, su esposo e hijos.
Explicó que fue su esposo quien se encargó de conseguirle todo el material necesario para que en caso de que escaseara en el nosocomio, ella tuviera equipo de protección disponible; entre todos ha cambiado la dinámica, una un poco más distanciada, pero sabiendo que es para protegerse los unos a los otros.
“A veces damos todo por sentado, el mañana tengo otra oportunidad, lo dejo para después, con esto te das cuenta que es el hoy, tienes el día para decirle a tu familia que ahí estás, que los quieres, porque no sabemos qué va a pasar, mi esposo salió positivo, él, el que me decía que me cuidara, lo tenía aislado y gracias a Dios nunca se me complicó”, reflexionó.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí