Buscan mejor vida
“Aquí sentimos alivio, después de tanto frío y noches sin poder dormir, le agradecemos a nuestro Dios el poder tener un techo y comida aquí en Mexicali, lugar al que podemos llamar hogar”.
Eso es lo que expresó Marvin Enrique Lainez Vanegas, de 28 años de edad, quien junto con su esposa y sus dos hijos, y sin cambios de ropa, salieron de Honduras el 26 de enero de 2019, teniendo como transporte único el tren (la bestia) para llegar a la frontera norte.
CONFLICTOS Y MIEDO
El joven mencionó, mientras comía un pollo rostizado con su familia en el albergue Alfa y Omega, ubicado en el Centro histórico de Mexicali, que el trayecto no ha sido sencillo, pues han sufrido en el camino.
“Han sido días muy difíciles con largas caminatas y de verdad mucho frío, que a veces sentíamos que no íbamos a poder, y más por nuestros hijos, pero estando aquí, esperamos poder alejarnos de las injusticias que padecemos en Honduras”, expresó con mirada triste.
En ese momento su hijo Marvin Alberto, de 11 años de edad, volteó a ver a su papá, y expuso que llegó a sentir miedo estando montado arriba de la bestia de metal, pues se daba cuenta que no todos sobrevivían. “Llegue a tener miedo cuando veía que gente se caía del tren o se le cortaban los pies al meterlos en las ruedas del tren, pero gracias a Dios estamos aquí en familia porque Honduras ya no es un lugar para vivir”.
POCA CALIDAD DE VIDA
El joven padre señaló que la calidad de vida en su país no es una promesa, la falta de trabajo, las pandillas y el narcotráfico han inundado el bienestar de las personas, teniendo que tomar como mejor opción la migración.
“A nosotros no nos gusta estar dando molestias, si la situación en Honduras fuera la mejor, donde uno pueda vivir de manera digna y con un buen trabajo, créame que no estaríamos saliendo de nuestro país, pero lamentablemente no es así”.
Explicó que él se dedicaba a la albañilería y lo máximo que ganaba eran alrededor de 150 lempiras hondureñas (117.60 pesos mexicanos), lo cual no alcanzaba para sostener su hogar.
TRABAJO EN EQUIPO
No obstante, Marvin Enrique explicó que su esposa Maryuri Gabriela Hernández, de 28 años de edad, ha estado con él en todo momento luchando al lado suyo, y que las veces que han intentado hacer el viaje, siempre ha sido en familia.
“Es alguien que me apoya y está conmigo, ambos hemos decidido hacer este viaje juntos porque queremos lo mejor ya no tanto para nosotros, sino para nuestros hijos”.
APOYO FAMILIAR
Por su parte, Maryuri, mientras ayudaba a desmenuzar la comida para el más pequeño, indicó considerarse una mujer trabajadora que espera encontrar empleo al igual que su esposo en Mexicali y así brindarles una educación a sus hijos.
“Yo también era jornalera igual que mi esposo, he trabajado en la cocina, en el campo, yo al trabajo no le digo que no con tal de sacar a mis hijos adelante, porque ahorita son nuestra prioridad”.
Comentó sentirse bendecida, pues al ya estar en piso firme y bajo un techo temporal, agradeció a Dios porque en el camino no sufrieron de asaltos o extorsiones.
“Como lo dijo mi marido, Mexicali lo sentimos como nuestro hogar, nos dijeron que aquí habría trabajo, y eso es lo que queremos conseguir, hacernos de nuestras cosas y salir adelante como familia”.
SUEÑOS POR CUMPLIR
Marvin Alberto, al escuchar a sus padres hablar, confesó que el también quiere apoyar a sus padres, pues quiere seguir estudiando para en un futuro convertirse en un ingeniero mecánico.
“Yo allá en Honduras estuve en un taller de motos, lo que logré aprender me gustó y quiero seguir aprendiendo más, porque estando con mi familia me siento feliz, sé que las cosas no han sido fáciles pero siento que van a mejorar estando juntos”.
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