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Frente a la boleta

Este sábado no voy hablar de partidos políticos ni candidatos, voy a platicarles de algo que viví hace años en una casilla electoral de la que no mencionaré el número.

Este sábado no voy hablar de partidos políticos ni candidatos, voy a platicarles de algo que viví hace años en una casilla electoral de la que no mencionaré el número ni dónde se encontraba, quiero hablar de mi experiencia como funcionario de casilla, que por cierto me sentí muy honrado en que me seleccionaran para participar en esa elección presidencial de 2012.

Pude descubrir en mí un entusiasmo por participar en una casilla para saludar a mis vecinos, los conocidos y los extraños, porque no puede uno conocer a todos los que habitan en tu colonia o fraccionamiento, estando en la casilla puede conocer reconocer a muchas personas.

Este jueves pude ser testigo del rechazo de una joven a participar como presidenta de casilla. Dos jóvenes representantes del INE y del IEEBC acudieron al domicilio de la joven, de la omito el nombre y dirección, por cierto, ni siquiera salió de su casa, su mamá, la mamá de la ex presidenta de casilla, les dijo a las representantes de los institutos electorales que se estaba bañando y que ya no quería ser presidenta. La CAE del INE le pidió a la mamá que llevará a la joven un papel para que lo firmara y escribiera al calce que rechazaba su designación. Así lo hizo la madre, quien pretextó que ese día iban a tener una fiesta de cumpleaños y por eso no podía asistir.

Ahí está el problema, una madre alcahueta que justifica que su hija no cumpla con un deber cívico de participar en una elección, claro que es libre de decidir si quiere o no, pero con esto provoca que esta joven no se dé la oportunidad de participar en la democracia del país a través de una elección.

En mi caso no me resistí la tentación de tener en mis manos las cientos de boletas de mis vecinos y sus decisiones, aunque no supiera quien votó por quién. Creo que dormí poco porque me despertaba a cada rato, no quería llegar tarde, aunque había puesto mi despertador, era algo nuevo y saber que los votos que se emitieran ahí estaban resguardados por nosotros, los vecinos, los ciudadanos.

Mi nombramiento era de Primer Escrutador, o sea el que contaría los votos. Pero al llegar antes de las 8 de la mañana saludé a todos, ya nos habíamos conocido porque habíamos tenido, días antes, un simulacro. Estaba la casilla base y la contigua. Llegó el presidente de casilla y nos puso a revisar las boletas para ver si estaban completas, estaban completas.

Había que armar las mamparas, las urnas, una decía Presidente, otra Diputado y una más Senador. Todo listo, el listado nominal con fotografía, la tinta indeleble, etc. Volteamos hacia la calle y ya estaban una fila de votantes con credencial en mano y preguntando ¿hasta qué hora van abrir? Por fin abrimos la casilla y la contigua, empezó el desfile de vecinos.

Terminó la elección y a contar los votos, poco más del 20 por ciento de los registrados votó, una gran abstención se registró, canté resultados tres veces a petición de los representantes de partidos. Al final quedamos satisfecho por la experiencia, aunque nos hubiera gustado una mayor asistencia de electores. Mañana habré de enfrentarme a cuatro boletas electorales y votaré, usted también vaya, se siente gacho hacer un esfuerzo para que no vaya la gente, ¡a votar!

* El autor es periodista independiente.

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