Origen del Día de los Santos Inocentes: historia, teología y legado de una de las narraciones más trágicas del cristianismo
La narración inicia con la llegada de los magos de Oriente, astrólogos posiblemente procedentes de Persia o Babilonia.

México.- Según el Evangelio de Mateo, los Santos Inocentes fueron niños de Belén, menores de dos años, asesinados por orden del rey Herodes el Grande tras el nacimiento de Jesús. El episodio, narrado en el capítulo 2 del texto evangélico, no sólo describe una tragedia antigua, sino que cumple una función teológica central: conectar el Antiguo y el Nuevo Testamento y presentar a Jesús como el Mesías perseguido desde su nacimiento.
Mateo, escribiendo para una comunidad judeocristiana, construye el relato como un entramado de profecías cumplidas, paralelismos históricos y símbolos que vinculan la vida de Jesús con la historia del pueblo de Israel.
Herodes y el miedo al Mesías
La narración inicia con la llegada de los magos de Oriente, astrólogos posiblemente procedentes de Persia o Babilonia, quienes preguntan en Jerusalén por el “rey de los judíos” recién nacido. Su presencia subraya la universalidad del mensaje cristiano, al tratarse de no judíos guiados por señales celestes.
El contraste es inmediato: mientras los magos buscan adorar, Herodes reacciona con temor y paranoia. Gobernante impuesto por Roma y conocido históricamente por su crueldad —incluido el asesinato de miembros de su propia familia—, Herodes percibe al niño como una amenaza directa a su poder.
Consultados los sumos sacerdotes y escribas, estos citan al profeta Miqueas, quien anunciaba que de Belén surgiría un gobernante de Israel. La ironía es clara: un rey extranjero recurre a las Escrituras judías para ubicar al Mesías que teme.
Belén, David y la humildad mesiánica
Para Mateo, la referencia a Belén no es casual. Es la ciudad de David, origen de la dinastía real que, según la tradición, daría al Mesías. El evangelista refuerza así la idea de Jesús como heredero legítimo, pero también subraya un rasgo clave: el Mesías surge de lo pequeño y lo humilde, en contraste con la grandeza arquitectónica y política de Herodes.
Tras la adoración de los magos y la entrega de los dones —oro, incienso y mirra, símbolos de realeza, divinidad y muerte—, un sueño les advierte no regresar con Herodes. José recibe una advertencia similar y huye con María y el niño a Egipto, hecho que Mateo interpreta como cumplimiento de la profecía de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Jesús como el nuevo Israel y el nuevo Moisés
La huida a Egipto no es sólo una anécdota histórica: es un recurso teológico. Así como Israel fue llamado fuera de Egipto para convertirse en el pueblo de Dios, Jesús recapitula la historia de Israel, convirtiéndose en el “nuevo Israel” y, según algunos estudiosos, en un nuevo Moisés.
El paralelismo se acentúa cuando Herodes, al descubrir que fue burlado, ordena la matanza de los niños de Belén. Mateo conecta este acto con el llanto descrito por el profeta Jeremías, originalmente referido al exilio babilónico. En la relectura cristiana, el lamento no es final: la esperanza permanece porque el Mesías sobrevive.
¿Un hecho histórico?
El Evangelio no menciona cifras. Tradiciones posteriores hablaron de miles de víctimas, aunque estudios demográficos modernos estiman que pudieron ser entre seis y veinte niños. Algunos historiadores cuestionan el hecho por no aparecer en fuentes como Flavio Josefo; sin embargo, dada la escala local del evento y la conocida brutalidad de Herodes, no resulta inverosímil.
Más que en la cuantificación, Mateo centra el relato en el significado moral y simbólico: la violencia del poder contra la inocencia.
Los primeros mártires y su conmemoración
Desde el siglo IV, la Iglesia occidental reconoce a los niños asesinados como mártires, pues murieron “por Cristo y en lugar de Cristo”. Su memoria se celebra el 28 de diciembre, fecha que con el tiempo adquirió también un carácter cultural.
En Iberoamérica, el Día de los Santos Inocentes evolucionó hacia una jornada de bromas y engaños, influida por festividades medievales y paganas. El concepto de “inocente” pasó de víctima trágica a persona ingenua, dando origen a una tradición popular que convive con el significado religioso.
Un mensaje vigente
En la liturgia contemporánea, la conmemoración invita a reflexionar sobre la violencia contra la infancia en el mundo actual: guerras, migración forzada, abusos y pobreza. El relato de Mateo, lejos de ser un texto del pasado, sigue interpelando al presente.
La historia de los Santos Inocentes, en suma, trasciende la crónica bíblica para convertirse en una meditación sobre poder, injusticia e inocencia sacrificada, pero también sobre esperanza, providencia y redención. En cada niño vulnerable, la tradición cristiana reconoce el rostro de Cristo perseguido, pero no vencido.
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