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Hacer más no siempre es mejor: hábitos saludables que pueden dañar el cuerpo

Algunos hábitos considerados saludables pueden favorecer la inflamación crónica cuando se practican sin equilibrio, advirtieron expertos consultados por Eatingwell.

Hacer más no siempre es mejor: hábitos saludables que pueden dañar el cuerpo

Algunas rutinas populares asociadas con un estilo de vida saludable pueden generar efectos contrarios cuando se practican sin equilibrio. Expertos consultados por Eatingwell advirtieron que ciertos hábitos, al realizarse de forma intensa o prolongada, pueden favorecer la inflamación crónica, un proceso vinculado con diversas enfermedades.

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo para protegerse. El problema aparece cuando deja de ser temporal y se mantiene en el tiempo. De acuerdo con los especialistas, este estado persistente se relaciona con diabetes, enfermedades cardíacas, artritis, obesidad y algunos tipos de cáncer. En Estados Unidos, se estima que 129 millones de personas viven con alguna afección crónica asociada a la inflamación, lo que refleja su impacto en la salud pública.

¿Por qué la inflamación crónica es un problema de salud?

En condiciones normales, la inflamación ayuda a reparar tejidos y combatir agentes externos. Sin embargo, cuando se vuelve constante, puede alterar el funcionamiento de distintos sistemas del cuerpo. Los expertos explican que este proceso sostenido mantiene activas señales de daño celular que, con el tiempo, afectan órganos y tejidos.

Por ello, prácticas cotidianas que parecen inofensivas pueden convertirse en un factor de riesgo si no se ajustan a las necesidades reales de cada persona.

Ejercicio intenso sin descanso: cuándo el esfuerzo juega en contra

El entrenamiento físico exigente suele verse como sinónimo de disciplina y constancia. No obstante, la dietista registrada Sara Koreniewski señaló a Eatingwell que el exceso de ejercicio puede generar desequilibrios.

“El ejercicio excesivo puede provocar estrés crónico en el cuerpo, elevando los niveles de cortisol y causando microdesgarros en músculos que no tienen tiempo suficiente para repararse”, explicó.

Estudios respaldados por la Harvard Medical School indican que entrenamientos prolongados e intensos favorecen la liberación de marcadores proinflamatorios, como la interleucina-6 (IL-6). Las consecuencias más comunes son fatiga persistente, lesiones frecuentes y debilitamiento del sistema inmunológico.

Para reducir estos riesgos, los especialistas recomiendan alternar días de descanso, incluir movimientos suaves, priorizar la recuperación muscular y cuidar el sueño. El objetivo es mantener un balance entre actividad y pausa.

Saltarse comidas o comer muy poco: una señal de alerta

Reducir al máximo la ingesta de alimentos suele asociarse al control del peso. Sin embargo, restringir en exceso la alimentación priva al cuerpo de nutrientes esenciales.

Koreniewski explicó que esta carencia activa una “respuesta celular al peligro”, que puede sostener un estado inflamatorio cuando se prolonga en el tiempo. La dietista Erin Kenney añadió que una ingesta insuficiente de energía reduce la capacidad del sistema inmunitario y de los tejidos para regenerarse, sobre todo si se combina con ejercicio intenso.

Señales como debilidad capilar, uñas quebradizas, cansancio constante y dolor muscular pueden indicar una alimentación insuficiente. Ante estos síntomas, las especialistas aconsejan consultar a un profesional para ajustar la dieta y promover una alimentación consciente, basada en el hambre real y la saciedad.

Suplementos dietéticos: cuándo ayudan y cuándo no

El consumo de suplementos se ha extendido como una vía rápida para mejorar la salud. No obstante, su uso sin supervisión puede generar efectos adversos.

“Los suplementos, aunque están diseñados para apoyar la salud, pueden saturar los sistemas de desintoxicación del cuerpo y el sistema nervioso, especialmente si son innecesarios o no se adaptan a tus necesidades”, advirtió Koreniewski.

Dosis elevadas de vitamina A, ácido linoleico conjugado u omega-6 pueden activar vías inflamatorias. Consumir hierro sin diagnóstico de deficiencia aumenta el estrés oxidativo. Kenney también alertó que el uso inapropiado de productos herbales se ha vinculado con daño hepático y procesos inflamatorios prolongados.

Los expertos recomiendan priorizar los nutrientes a través de alimentos integrales y reservar los suplementos para casos justificados, siempre con orientación profesional.

Ayuno prolongado: límites que conviene respetar

El ayuno se ha popularizado por sus posibles beneficios metabólicos. Sin embargo, investigaciones citadas por Eatingwell y la Harvard Medical School señalan que ayunos continuos mayores a 48 horas pueden elevar de forma temporal marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva, la interleucina-6 y el factor de necrosis tumoral alfa.

Aunque estos valores suelen normalizarse tras volver a comer, algunas personas, como quienes tienen enfermedades cardíacas o reciben tratamiento hormonal, pueden presentar efectos más duraderos.

Mareos, dificultades de concentración y alteraciones hormonales son señales de alerta. Según Koreniewski, es recomendable limitar los ayunos a intervalos de entre 12 y 14 horas y observar con atención la respuesta del cuerpo.

El equilibrio como base de un hábito saludable

El análisis de los expertos de Eatingwell y la Harvard Medical School coincide en un punto clave: la salud no depende de llevar las prácticas al límite. Los hábitos realmente útiles se construyen desde la moderación y la personalización.

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Mantener un equilibrio entre alimentación suficiente, ejercicio adecuado y descanso permite reducir el riesgo de inflamación crónica y favorece el bienestar físico y mental a largo plazo.

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