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El primer contacto extraterrestre podría ser el final de otra civilización, no una visita triunfal

Una hipótesis científica plantea que el primer contacto de la humanidad con vida extraterrestre no será una visita amistosa ni una invasión, sino la detección de una civilización en sus momentos finales.

El primer contacto extraterrestre podría ser el final de otra civilización, no una visita triunfal

CIUDAD DE MÉXICO.- La posibilidad de encontrar vida inteligente fuera de la Tierra suele imaginarse como una invasión o como un encuentro amistoso. Sin embargo, una nueva hipótesis científica plantea un escenario distinto y más sobrio. De acuerdo con esta visión, el primer contacto de la humanidad con una civilización extraterrestre podría ocurrir cuando esa sociedad esté cerca de desaparecer.

Esta idea invita a replantear cómo interpretar las señales del universo y qué tipo de evidencias conviene observar con atención.

Una hipótesis que cambia la expectativa del primer contacto

El astrónomo David Kipping, investigador de la Universidad de Columbia y director del Cool Worlds Lab, presentó la llamada “The Eschatian Hypothesis”. Su propuesta sugiere que la primera civilización alienígena detectada estará en sus momentos finales, “agitándose violentamente ante su fin”.

En un video publicado en YouTube, Kipping explicó que “Hollywood nos condicionó a esperar uno de dos tipos de contacto extraterrestre”. Para el científico, esa visión limita la comprensión de escenarios más probables desde el punto de vista astronómico.

Su estudio será publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

El paralelismo con las estrellas moribundas

La base de esta hipótesis proviene del estudio de las estrellas. Kipping compara el posible contacto extraterrestre con la observación de supernovas, explosiones que marcan el colapso de una estrella.

Aunque son eventos raros, se detectan con frecuencia porque emiten una gran cantidad de energía. El astrónomo señala que “aproximadamente un tercio de las estrellas visibles a simple vista son gigantes evolucionadas, a pesar de que menos del 1% de las estrellas se encuentran en ese estado”.

A partir de este patrón, concluye que “las primeras señales de inteligencia extraterrestre también serán ejemplos altamente atípicos y ‘ruidosos’ de su clase más amplia”.

Qué hace detectable a una civilización alienígena

Según Kipping, una civilización se vuelve visible para otros sistemas cuando atraviesa un fuerte desequilibrio. Entre los posibles detonantes menciona un cambio climático acelerado o una guerra nuclear a gran escala.

Para ilustrarlo, afirmó: “Detonen todas las bombas nucleares de la Tierra y nos iluminaríamos como un árbol de Navidad para que toda la galaxia lo viera”. En este contexto, el primer contacto no sería un logro compartido, sino el registro de una crisis profunda.

Desde un enfoque práctico, esta hipótesis sugiere que las señales más fáciles de detectar no provienen de sociedades estables, sino de aquellas que alteran su entorno de forma extrema.

Tecnofirmas y señales fuera de lo común

La hipótesis sostiene que la primera detección de otra inteligencia “podría ser la de un ejemplo inherentemente inestable, transitorio, atípico pero muy ruidoso”. Estas señales, conocidas como tecnofirmas, incluyen rastros como contaminación o emisiones energéticas fuera de lo natural.

Kipping aclara que una civilización “ruidosa” no siempre implica decadencia, pero sí representa una desviación clara de su estado habitual. Para los astrónomos, esto orienta la búsqueda hacia fenómenos que rompen el equilibrio normal de un planeta.

La señal “¡Guau!” y otras pistas del pasado

El científico incluso plantea que la famosa señal “¡Guau!”, detectada en 1977, pudo haber sido un último intento de comunicación de una civilización en crisis. Esta interpretación contrasta con la falta de hallazgos concluyentes por parte de instrumentos modernos como el telescopio espacial James Webb.

La teoría surge en un momento de alto interés por el espacio, marcado también por el paso del objeto interestelar 3I/ATLAS. Aunque la NASA lo clasifica como un cometa, el investigador de Harvard Avi Loeb ha sugerido que podría ser artificial, al señalar anomalías en su trayectoria y la presencia de “extraños chorros”.

Profecías y visiones fuera del ámbito científico

En paralelo a las teorías científicas, persisten relatos de origen no académico. La vidente búlgara Baba Vanga, fallecida hace casi 30 años, habló sobre la llegada de una nave espacial en 2026.

Según sus supuestas visiones, el primer contacto oficial ocurriría en noviembre de ese año, con la entrada de una enorme nave a la atmósfera terrestre que permitiría un diálogo directo con extraterrestres. Estas afirmaciones no cuentan con respaldo científico, pero suelen generar atención y temor en la opinión pública.

Un primer contacto que invita a la reflexión

Lejos de un encuentro glorioso, la propuesta de Kipping plantea que el primer contacto con vida inteligente podría ser el testimonio de un final. Más que una amenaza directa, sería una advertencia sobre los riesgos que enfrentan las civilizaciones tecnológicas.

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Desde una perspectiva utilitaria, esta hipótesis no solo orienta la búsqueda de vida extraterrestre, sino que también ofrece una lección para la humanidad: las señales más visibles en el universo podrían ser, en realidad, las de quienes no lograron sostener su propio equilibrio.

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