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Envejecimiento de la población: por qué vivir más no es el problema

El envejecimiento de la población suele verse como una amenaza para la economía y los sistemas sociales, pero especialistas como Sarah Harper proponen un enfoque distinto.

Envejecimiento de la población: por qué vivir más no es el problema

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante años, el envejecimiento de la población se ha presentado como una amenaza. El debate suele enfocarse en la presión sobre los sistemas de salud, la sostenibilidad de las pensiones y el riesgo de una economía con bajo crecimiento. Sin embargo, especialistas en demografía y envejecimiento plantean que esta visión es incompleta y poco útil para la toma de decisiones.

Una de esas voces es la de Sarah Harper, directora del Instituto Oxford sobre el Envejecimiento de la Población, quien propone mirar el fenómeno desde un ángulo distinto: no solo como un reto, sino como una oportunidad que las sociedades aún no saben aprovechar.

¿Por qué el envejecimiento no es un fracaso social?

Para Harper, el aumento de la edad promedio de la población no es una señal negativa. Al contrario, lo define como un logro colectivo. “Las preocupaciones por el envejecimiento de la población son exageradas y la sociedad debería aprender a celebrar y aprovechar su enorme cohorte de adultos mayores, saludables, activos y creativos”, afirma.

Desde su perspectiva, vivir más tiempo refleja avances en educación, salud y condiciones de vida. “Esto es un éxito, ya que cada bebé que nazca tendrá la oportunidad, o debería tenerla, de tener una educación superior, estar sano y vivir una vida larga y saludable”, sostiene.

Si bien reconoce que una parte de la población llegará a edades avanzadas con fragilidad y necesidad de cuidados, insiste en que no se debe reducir todo el fenómeno a ese escenario.

Una población más longeva: ¿qué está cambiando en el mundo?

El envejecimiento no es un fenómeno aislado. Harper señala que “dos tercios de los países del mundo ya tenían tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo necesario para mantener el mismo tamaño de población en la próxima generación”.

Este cambio modifica la estructura demográfica. La clásica pirámide poblacional, con muchos jóvenes en la base y pocos adultos mayores en la cima, está dejando paso a una forma distinta. “La estructura por edad de la población se asemejará a un rascacielos en lugar de a la pirámide tradicional”, explica Harper, con generaciones jóvenes más pequeñas y un gran número de personas mayores.

En el Reino Unido, por ejemplo, se estima que para 2072 el 27% de la población tendrá 65 años o más, impulsado tanto por el aumento de la esperanza de vida como por el envejecimiento de la generación del baby boom.

¿Qué papel pueden tener los adultos mayores en la economía?

Uno de los puntos centrales del debate es el trabajo. Harper sostiene que muchas sociedades siguen atrapadas en esquemas laborales del siglo XX que no consideran el potencial de las personas mayores. “Necesitamos crear nuevas formas de vivir y trabajar que nos permitan aprovechar ese enorme grupo de adultos”, afirma.

La especialista destaca la importancia de la reconversión profesional y la formación continua, especialmente para personas entre 50 y 70 años.La principal oportunidad era aprovechar la mejora en la salud y la educación de los adultos mayores”, señala.

El trabajo flexible, la combinación de empleo y tiempo libre, y el reconocimiento de la experiencia acumulada aparecen como herramientas clave para integrar a este grupo al mercado laboral de manera realista y productiva.

Desigualdades que limitan el aprovechamiento del envejecimiento

No todos los adultos mayores llegan a esta etapa en las mismas condiciones. Harper subraya que las desigualdades en salud y educación siguen siendo un obstáculo importante. “Es importante abordar las desigualdades en materia de salud y educación para que todos los adultos mayores puedan realizar una valiosa contribución”, indica.

Desde un enfoque utilitario, reducir estas brechas no solo mejora la calidad de vida individual, sino que amplía el número de personas capaces de seguir participando en la vida económica y social.

Menos nacimientos: ¿cómo impacta en el futuro laboral y social?

El descenso global de la fertilidad añade presión al debate. Incluso países con políticas avanzadas de apoyo a la crianza no han logrado revertir la tendencia. Harper apunta que “ofrecer servicios de cuidado infantil asequibles y de alta calidad es la clave para liberar el potencial tanto de los adultos jóvenes como de los mayores”.

Además, advierte sobre un cambio profundo en las decisiones reproductivas, especialmente entre mujeres. “Siempre habrá un grupo, probablemente creciente, de mujeres que han decidido que, por diversas razones, no van a tener hijos”, afirma, y agrega: “Creo que es un cambio psicológico realmente grande”.

Aceptar esta realidad implica diseñar políticas que no dependan exclusivamente del crecimiento poblacional para sostener la economía.

Pensiones y jubilación: un modelo que ya no encaja

La prolongación de la vida plantea un desafío directo a los sistemas de pensiones. Harper es clara al respecto: jubilarse temprano y vivir varias décadas más no es viable. “La gente también sabe, financieramente, que si se jubilan a los 60 y viven otros 40 años… Es simplemente insostenible con el sistema de pensiones que tenemos”, advierte.

Como alternativa, propone “vincular la pensión estatal a las cotizaciones a la seguridad social, en lugar de a la edad”, lo que permitiría mayor flexibilidad y un reparto más equilibrado de los recursos.

Un cambio comparable al ingreso de las mujeres al trabajo

Para dimensionar el momento histórico, Harper compara esta transformación con la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral en el siglo pasado. “En los años 50 y principios de los 60, la gente decía: ‘¿Qué vamos a hacer si todas estas mujeres entran al mercado laboral?’”, recuerda.

El sistema se adaptó. Hoy, señala, ocurre algo similar con los adultos mayores. La diferencia es que el tiempo para ajustar instituciones, políticas y mentalidades es limitado.

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El envejecimiento de la población no se puede detener. La decisión pendiente es si las sociedades lo enfrentarán como una carga o si aprenderán a trabajar con él, de forma práctica, informada y sostenible.

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