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¿Beber agua baja el colesterol? Lo que dice la ciencia sobre hidratación y salud del corazón

Beber agua no reduce directamente el colesterol, según especialistas consultados por Prevention.

¿Beber agua baja el colesterol? Lo que dice la ciencia sobre hidratación y salud del corazón

CIUDAD DE MÉXICO.- Beber varios vasos de agua al día se menciona con frecuencia como un hábito necesario para mejorar la salud cardiovascular. Sin embargo, todavía existen dudas sobre su capacidad real para disminuir el colesterol. Un análisis reciente de Prevention revisa este tema y explica qué dice la evidencia y qué opinan los especialistas.

La cardióloga preventiva Tracy Paeschke fue clara en sus declaraciones para la publicación: “Beber agua no reduce el colesterol”. El colesterol elevado suele relacionarse con enfermedades crónicas como diabetes, problemas hepáticos o renales, hipotiroidismo, lupus, apnea del sueño, obesidad y VIH/SIDA, además de antecedentes familiares o ciertos medicamentos. Estos factores no cambian únicamente con la cantidad de agua ingerida.

Aun así, los expertos coinciden en que una hidratación adecuada mantiene funciones corporales necesarias para el bienestar general. Por ello, beber agua forma parte de un enfoque integral para cuidar la salud del corazón.

La hidratación como apoyo al metabolismo del colesterol

Aunque el agua no cura el colesterol alto, sí puede apoyar algunos procesos útiles para su manejo. La nutricionista y doctoranda en ciencias de la nutrición Sapna Peruvemba explicó a Prevention que “la evidencia sugiere que una ingesta insuficiente de agua puede aumentar el riesgo cardiometabólico”. También comentó que varios estudios muestran reducciones modestas en los lípidos en sangre cuando se mantiene una hidratación suficiente.

Las investigaciones citadas señalan que el agua favorece el metabolismo del colesterol y los triglicéridos, aunque todavía no se comprenden por completo los mecanismos involucrados. La especialista insistió en que el agua es una herramienta complementaria, no un sustituto de la dieta, la medicación o el ejercicio.

Por otro lado, la nutricionista experta en prevención del cáncer Jamie Baham destacó que la deshidratación dificulta la función del corazón, porque este órgano necesita suficiente volumen de líquidos para bombear sangre de manera eficiente. Estudios recientes muestran que una hidratación adecuada puede ayudar a frenar el deterioro cardíaco y reducir el riesgo de insuficiencia cardiaca, sobre todo en adultos mayores.

El agua en la digestión, la bilis y la eliminación del colesterol

El agua también participa en procesos digestivos que intervienen en la regulación del colesterol. Baham explicó que el cuerpo elimina desechos y bilis con apoyo de una hidratación suficiente. Esto es importante porque la bilis ayuda a procesar grasas y eliminar parte del colesterol a través de las heces.

Cuando se consumen alimentos ricos en fibra —que contribuyen a disminuir el colesterol— el agua vuelve a ser esencial. “El agua es fundamental para lograr evacuaciones saludables y favorecer la eliminación del colesterol a través de las heces”, dijo la especialista.

Si la hidratación es insuficiente, el tránsito intestinal se vuelve más lento y puede presentarse estreñimiento, lo cual afecta este proceso de depuración.

Cómo integrar la hidratación en una estrategia completa para el corazón

Los especialistas consultados por Prevention coinciden en que el agua debe verse como parte de una estrategia global para el manejo del colesterol. La hidratación adecuada facilita adoptar hábitos alimenticios saludables, favorece el funcionamiento del corazón y contribuye a prevenir diversas enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, no reemplaza elementos centrales como una dieta equilibrada, actividad física regular y, cuando se requiere, tratamiento médico.

El agua es clave, pero no actúa sola

Beber agua es una pieza importante del cuidado diario del corazón, pero no es una solución aislada para bajar el colesterol. La hidratación adecuada apoya procesos corporales esenciales y contribuye a proteger el sistema circulatorio, siempre como parte de un plan más amplio que incluya alimentación, ejercicio y supervisión profesional.

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Para un lector que busca decisiones prácticas, el mensaje queda claro: el agua ayuda, pero no sustituye las medidas que realmente controlan el colesterol.

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