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Cremas para untar: qué contienen, cómo han cambiado y qué deben saber los consumidores

Las cremas para untar forman parte de la dieta diaria desde hace décadas.

Cremas para untar: qué contienen, cómo han cambiado y qué deben saber los consumidores

CIUDAD DE MÉXICO.- Las cremas para untar se integraron a la mesa familiar desde hace generaciones. Se posicionaron como reemplazo cotidiano de la manteca, impulsadas por campañas de salud pública y por una industria que diversificó sus propuestas.

Los registros históricos muestran que la primera crema para untar apareció en 1869 en Francia. Era una mezcla de grasa bovina fundida y leche. Su uso se expandió en los años 70, cuando muchas guías recomendaron reducir la ingesta de grasas saturadas. Desde los 2000, su consumo creció por su precio accesible y por la percepción de que eran una opción más saludable.

Cada año se consumen más de 120 millones de kilogramos de estos productos. La cifra se acerca a los 147 millones de kilogramos que registra la manteca, según datos de Mintel.

Cómo evolucionó la industria y por qué ya no se habla de “margarina”

Aunque la palabra “margarina” se usa todavía de forma coloquial, su presencia en envases disminuyó. La razón es la asociación histórica con las grasas trans, un componente que se volvió objeto de alerta sanitaria.

La experta en salud y nutrición Alex Ruani, integrante de la OMS, explicó que la industria usa hoy métodos distintos para solidificar aceites vegetales sin generar grasas trans. Esto permitió ampliar la oferta de productos y variar su composición.

En la actualidad, las cremas para untar más comunes mezclan aceites vegetales, agua, sal y emulsionantes. Sin embargo, no todas ofrecen los mismos beneficios, y ahí empieza la diferencia entre versiones simples y fórmulas más complejas.

Qué contienen las cremas para untar y por qué se clasifican como ultraprocesadas

La nutricionista Nichola Ludlam-Raine señaló que existe un “espectro amplio cuando se trata de la salubridad de los untables”. Algunos tienen altos niveles de grasas insaturadas y vitaminas A, B12 y D. Otros incluyen largas listas de aditivos.

La presencia de emulsionantes, conservantes, colorantes y aromatizantes suele marcar el nivel de ultraprocesamiento. Además, las etiquetas no detallan si las grasas vegetales pasaron por un proceso llamado interesterificación, un dato que ayudaría a conocer mejor la calidad final del producto.

Ruani advirtió que aditivos como los monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos se asociaron con mayor riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, aunque aclaró que “se precisan más datos para definir su impacto”.

Qué revisar en la etiqueta antes de comprar

Los especialistas recomiendan observar tres puntos básicos:

  1. Lista de ingredientes corta.Productos con menos aditivos suelen indicar un procesamiento menor.
  2. Tipo de aceites utilizados.Los aceites de oliva, colza o girasol tienden a aportar más grasas insaturadas.
  3. Contenido de sal, grasas saturadas y vitaminas añadidas.Son indicadores útiles para elegir según necesidades personales.

Ludlam-Raine recordó que “muchas cremas para untar comerciales son ultraprocesadas”, por lo que el análisis detallado de la etiqueta es un paso clave para tomar decisiones informadas.

Tipos de cremas para untar: qué ofrece cada una y cómo usarlas con seguridad

1. Mantecas para untar

Combinan manteca tradicional con aceites vegetales como colza. Su textura facilita el uso inmediato al salir del refrigerador. Algunas incluyen cultivos lácticos, aunque Ruani aclaró que “su supervivencia es muy limitada” por las condiciones del producto, por lo que los beneficios digestivos son escasos.

2. Untables estándar

Contienen diversos aceites (colza, palma, vegetal o girasol), lecitina (E322), colorantes y saborizantes. Ruani recomienda precaución a quienes tienen alergias a soja, huevo, semillas o frutos secos, ya que pueden contener trazas.

3. Untables para reducir el colesterol

Están formulados con aceites bajos en grasas saturadas y con esteroles o estanoles vegetales. Estos compuestos “pueden contribuir a disminuir el colesterol LDL si se consumen en varias comidas diarias”, explicó Ruani.

Ofrecen entre 5.4 y 6.6 gramos por cada 100 gramos, lo que permite llegar a la dosis recomendada con tres o cuatro porciones de 10 gramos al día.

4. Untables de aceite de oliva

Aunque el nombre sugiere presencia alta de aceite de oliva, el contenido real suele ser menor. De todos modos, aportan grasas insaturadas. Ludlam-Raine recomendó elegir los que tengan formulaciones simples, sin exceso de aditivos.

5. Untables “light”

Reducen la grasa y las calorías mediante agua adicional, aire y rellenos como almidones o suero de leche en polvo. Ruani aconseja revisar con cuidado la etiqueta porque suelen contener numerosos aditivos.

Contenido graso y límites diarios

La manteca tiene 80% de grasa total, de las cuales 65% son saturadas. Una porción de 10 gramos aporta casi 8 gramos de grasas saturadas, frente a los límites diarios sugeridos de 30 gramos para hombres y 20 gramos para mujeres.

Por esta razón, muchas personas buscan alternativas con menos grasas saturadas o con mayor proporción de grasas insaturadas.

¿Se pueden consumir todas? La opinión de los expertos

Ludlam-Raine destacó que “todos los alimentos pueden integrarse en una dieta sana y equilibrada, siempre que se evalúen las necesidades individuales”. Esto implica considerar alergias, objetivos personales, niveles de colesterol y preferencias de procesamiento.

El consumo responsable también incluye ajustar las porciones y evitar el exceso, incluso en productos promocionados como saludables.

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Cómo elegir la mejor crema para untar

Las cremas para untar evolucionaron y hoy existe una variedad que responde a distintas necesidades. Para tomar decisiones informadas, los especialistas recomiendan:

  • Revisar la lista de ingredientes.
  • Preferir aceites insaturados.
  • Evitar productos con demasiados aditivos.
  • Elegir según metas personales de salud.

El lector puede integrar estos productos en su dieta con moderación, entendiendo cómo se fabrican, qué contienen y qué alternativas ofrece el mercado actual.

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