Cómo el deporte en la infancia reduce el riesgo de conducta desafiante en la preadolescencia

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando un niño llega a la preadolescencia, algunos padres observan cambios que generan preocupación: irritabilidad frecuente, discusiones constantes y rechazo a seguir indicaciones. Estos comportamientos forman parte del trastorno oposicionista desafiante, un patrón que puede afectar el aprendizaje, las relaciones y el bienestar emocional.

De acuerdo con Matteo Privitera, investigador principal del estudio reciente publicado el 8 de diciembre en European Child & Adolescent Psychiatry, “los síntomas del trastorno incluyen patrones persistentes de irritabilidad, desafío y hostilidad hacia las figuras de autoridad”. Privitera añadió que este trastorno aparece con mayor frecuencia en niños y suele acompañarse de TDAH y dificultades de aprendizaje.

Ante esto, un nuevo análisis ofrece una herramienta accesible para reducir la probabilidad de que estos comportamientos aparezcan o se intensifiquen.

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El papel del deporte organizado entre los 6 y los 10 años

El estudio siguió a casi 1,500 niños y niñas que participaron en deportes organizados durante la infancia media. Los investigadores evaluaron su conducta a los 10 y 12 años mediante cuestionarios que midieron síntomas del trastorno oposicionista desafiante.

Los resultados fueron claros. “Los niños que participaron de forma constante en deportes organizados mostraron significativamente menos síntomas posteriores de oposición desafiante en ambas edades en comparación con los niños con baja o inconsistente participación”, explicó Privitera.

Los autores señalan que este resultado no se observó en las niñas, algo que consideran esperable debido a que los varones suelen presentar más conductas desafiantes en la preadolescencia.

Por qué el deporte marca una diferencia

El estudio plantea que el deporte funciona como un espacio donde los niños pueden aprender habilidades útiles para su vida diaria. Privitera lo resume así: “El deporte puede servir como un contexto natural e influyente para aprender autorregulación, cooperación y respeto por las normas”.

El investigador Kianoush Harandian lo refuerza al señalar que estas actividades representan “un entorno supervisado y socialmente estimulante que puede ayudar a los niños a interiorizar las normas de comportamiento adaptativo”.

Para las familias, escuelas y comunidades, esta información abre una puerta hacia acciones concretas y accesibles que apoyen el desarrollo emocional y social de los niños.

Implicaciones y recomendaciones para las familias

Linda Pagani, autora principal del estudio, destacó el impacto que esta práctica puede tener en el bienestar futuro. “Fomentar la participación sostenida en el deporte en la infancia media puede reducir la carga de los trastornos de conducta disruptiva y apoyar el bienestar a largo plazo”, afirmó.

Para los padres, esto significa que inscribir a un niño en actividades deportivas no solo promueve movimiento y convivencia, sino que también puede actuar como un recurso para mejorar su conducta y su relación con la autoridad.

Los autores subrayan que la clave está en la constancia. La participación sostenida entre los 6 y los 10 años ofreció mejores resultados que la participación irregular o esporádica. Y aunque no es una solución única, sí representa una estrategia concreta y comunitaria que puede complementar otras formas de apoyo.

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Una acción simple con beneficios duraderos

El estudio sugiere que el deporte organizado puede funcionar como una herramienta útil para reducir conductas desafiantes en la preadolescencia, sobre todo en niños. Su impacto se relaciona con la adquisición de autorregulación, convivencia y respeto por normas, habilidades que los acompañarán durante su desarrollo escolar y social.

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Para las familias que buscan apoyar el bienestar emocional de sus hijos, esta evidencia ofrece una opción accesible, estructurada y con beneficios observables a corto y largo plazo.