Por qué algunas personas evitan armar el árbol de Navidad: lo que dice la psicología
La psicología explica que esta época puede activar estrés, duelos, presión social y cansancio acumulado.

CIUDAD DE MÉXICO.- Para muchas personas, armar el árbol de Navidad es un ritual esperado. Para otras, puede generar tristeza, estrés o incomodidad. La psicología explica que estas reacciones dependen de experiencias personales, recuerdos y emociones que se activan en esta época del año.
En la infancia, la atención se centraba en la ilusión de los regalos y los juegos. En la adultez, las fiestas pueden resonar con pérdidas familiares, conflictos pendientes o duelos no resueltos. Evitar el árbol o las decoraciones se vuelve una forma de marcar un límite emocional y proteger el propio bienestar.
El doctor Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, lo resume así: “Las fiestas de fin de año son un motivo de encuentro y de unión familiar. Sin embargo, conllevan un componente de estrés debido a cuestiones relacionadas con la organización de las reuniones, los cierres y balances del año laboral y personal, sumados a las preocupaciones excesivas, que son fuente de ansiedad”.
El peso de la presión social
Durante diciembre es común sentir la exigencia de “mostrarse bien”. Para algunas personas, esta presión acentúa el malestar. El especialista explica que los duelos por familiares ausentes son un motivo frecuente de angustia: “Muchas personas reviven las pérdidas, los fallecimientos, las rupturas familiares, y en nuestro caso actual, la distancia de los jóvenes emigrados”.
A esto se suman cambios en las estructuras familiares. El doctor Salinas señala que las celebraciones se enfrentan a modelos de convivencia más diversos, lo que puede generar “un cierto estrés adaptativo”.
Estos factores influyen directamente en la disposición para decorar la casa o armar el árbol.
Estrés acumulado y emociones intensas
Especialistas en salud mental enumeran varios motivos que explican esta decisión:
- Presión emocional por aparentar alegría. La exigencia social de sentirse feliz puede ser incómoda cuando la persona atraviesa momentos difíciles.
- Cansancio de fin de año. Tareas laborales, compromisos sociales y responsabilidades financieras dejan poca energía para rituales adicionales.
- Duelo por los ausentes. Abarca tanto a quienes fallecieron como a quienes emigraron o ya no forman parte de la vida cotidiana.
Soledad, introversión y límites personales
La soledad también se hace visible en esta temporada, y quienes carecen de redes familiares lo sienten con más intensidad. Además, algunas personas sensibles a estímulos o con personalidad introvertida pueden experimentar la Navidad como una sobrecarga social y sensorial.
Otros simplemente buscan celebraciones distintas, más acordes a sus valores. Optan por rituales alternativos o encuentros pequeños que ofrezcan tranquilidad.
Cada caso confirma que no existe una única forma correcta de vivir las fiestas.
Cómo se comportan las personas durante las fiestas
El doctor Thomas Henricks, profesor de Sociología en la Universidad de Elon, explica que muchas personas se sienten atrapadas por la expectativa pública de mostrarse alegres. “No todos tienen el espíritu navideño”, afirmó.
El académico identifica cuatro perfiles comunes:
- El controlador. Tiene ideas claras sobre cómo deben celebrarse las fiestas y suele asumir la organización. Su esfuerzo ayuda, pero también puede generar tensión al imponer expectativas rígidas.
- El forastero. Incluye a quienes viven solos, tienen pocos recursos o prefieren no participar. Algunas personas introvertidas se sienten ajenas al modelo festivo dominante.
- El atrapado. Participa por obligación más que por gusto. Enfrenta conflictos familiares latentes y expectativas ajenas que elevan el malestar.
- El sobrecargado. Representa a la mayoría. Afronta falta de tiempo, gastos, desplazamientos, preparación de reuniones y hábitos desordenados.
Henricks advierte que, conforme se acerca la fecha, el estrés suele incrementarse.
Estrategias prácticas para una temporada más tranquila
Los expertos coinciden en que es posible reducir el malestar y encontrar un equilibrio personal durante las fiestas. La clave es planear con anticipación y tomar decisiones familiares colaborativas que repartan responsabilidades.
El doctor Salinas recomienda priorizar lo esencial: “La recomendación más importante es poder separar lo importante de lo accesorio, poniendo el acento en mejorar y disfrutar los vínculos interpersonales significativos”.
Henricks añade una guía útil para decidir cómo participar: “Tal vez lo más sabio es pensar sobre los tipos y niveles de participación social que podemos soportar, abordar las reuniones de manera selectiva y encontrar las propias formas de demostrar el cariño por los demás”.
Una Navidad acorde a cada persona
La psicología muestra que la relación con las fiestas es diversa. No todos viven la Navidad con entusiasmo y no todos desean armar el árbol. Cada persona tiene motivos válidos para decidir cómo celebrar o cómo resguardarse emocionalmente.
En lugar de ajustarse a expectativas externas, diciembre puede ser una oportunidad para revisar prioridades, reconocer límites y cuidar la salud mental con acciones simples y prácticas.
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