Cómo un cambio climático medieval y una erupción volcánica desataron la Peste Negra en Europa
Un estudio revela que el enfriamiento global del siglo XIV forzó el comercio de granos que introdujo la plaga en puertos mediterráneos, conectando desastre natural y pandemia.

La Peste Negra no llegó a Europa por casualidad. Fue la consecuencia directa de una cadena de eventos climáticos extremos que alteraron la agricultura, el comercio y la ecología del mundo medieval.
Un nuevo estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment, compartido por la BBC, argumenta que la primera ola de la pandemia, que mató hasta el 60% de la población en algunas regiones entre 1347 y 1353, se desató por una compleja interacción entre una erupción volcánica masiva, un enfriamiento global abrupto, una hambruna continental y las redes de comercio de granos de la época.
La investigación, liderada por Martin Bauch y Ulf Büntgen, combina datos dendroclimáticos, registros históricos y núcleos de hielo para trazar una ruta crítica: las anomalías climáticas forzaron a las repúblicas marítimas italianas a importar grano de una zona remota, y con él, llegó la bacteria Yersinia pestis.
La información proviene del artículo científico “Climate-driven changes in Mediterranean grain trade mitigated famine but introduced the Black Death to medieval Europe”, publicado el 4 de diciembre de 2025.
El desencadenante: La erupción volcánica olvidada de 1345
Todo comenzó con un evento geológico catastrófico. Alrededor del año 1345, una erupción volcánica tropical masiva, aún no identificada, inyectó una cantidad enorme de azufre a la estratósfera.
Según los núcleos de hielo analizados, esta inyección de azufre fue de aproximadamente 14 teragramos (1 teragramo puede ser el equivalente a un millón de millones de gramos), superando con creces la erupción del Monte Pinatubo en 1991. Este aerosol formó un velo que redujo la luz solar y enfrió el planeta.
Registros históricos de Japón, China, Alemania, Francia e Italia describen cielos persistentemente nublados, nieblas anómalas y un oscurecimiento inusual de los eclipses lunares, fenómenos típicos posteriores a grandes erupciones.
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La pequeña Edad de Hielo express: Tres veranos gélidos consecutivos
El impacto climático fue inmediato y severo. Reconstrucciones de temperaturas basadas en la densidad de los anillos de los árboles (MXD) revelan que los veranos de 1345, 1346 y 1347 fueron excepcionalmente fríos y húmedos en el sur de Europa y la región mediterránea.
En los Pirineos españoles, se registró la rara formación de “anillos azules” consecutivos en 1345 y 1346, un indicador anatómico de fríos extremos y repentinos durante la temporada de crecimiento.
Este periodo de tres años fue el más frío en el hemisferio norte desde la erupción del volcán Samalas en 1257. Las condiciones hidroclimáticas se volvieron erráticas, con sequías en Europa central e inundaciones en Italia.
Del clima a la hambruna: El colapso agrícola del mediterráneo
Las consecuencias agrícolas no se hicieron esperar. Las cosechas de cereales y uvas colapsaron en vastas regiones. Documentos históricos detallan fallas generalizadas en la vendimia en el noroeste de Italia entre 1345 y 1350.
Al mismo tiempo, una hambruna transmediterránea sincronizada afectó a España, el sur de Francia, Italia, Egipto y el Levante. Los precios del trigo alcanzaron sus picos más altos en ocho décadas en 1347, desde Cataluña hasta La Meca.
Las ciudades italianas, densamente pobladas y dependientes de las importaciones de alimentos, enfrentaron una crisis de subsistencia sin precedentes.
La respuesta humana: Redes de comercio que se convierten en rutas de contagio
Para evitar la inanición, las repúblicas marítimas de Venecia, Génova y Pisa activaron su sistema de emergencia. Este sistema, desarrollado por más de un siglo, consistía en una red compleja de acuerdos comerciales a larga distancia. Con las fuentes tradicionales de grano en el Mediterráneo occidental agotadas, tuvieron que buscar nuevas opciones.
En abril de 1347, levantaron un embargo comercial con la Horda Dorada mongola, cuyos territorios alrededor del Mar de Azov (al norte del Mar Negro) aparentemente no estaban afectados por el mal clima y tenían excedentes de grano.
El viaje mortal: Grano, pulgas y la ruta de la plaga
Los barcos italianos zarparon hacia los puertos de la Horda Dorada. A su regreso, en la segunda mitad de 1347, no solo transportaban grano salvador.
Según el estudio, es muy probable que también llevaran la bacteria Yersinia pestis, alojada en pulgas que sobrevivieron alimentándose del polvo de grano durante la larga travesía marítima.
[Este cambio] impulsado por el clima en el comercio marítimo de granos a larga distancia no solo evitó que gran parte del sur de Europa y Medio Oriente muriera de hambre, sino que también introdujo la bacteria de la plaga en los puertos mediterráneos y alimentó su rápida dispersión”, explican los autores.
El primer brote de peste en Venecia se reportó menos de dos meses después de la llegada de los últimos barcos cargados de grano.
El patrón de propagación: Siguiendo la ruta del grano
La diseminación de la plaga siguió de cerca las rutas del comercio de cereales. Los puertos que recibieron grano del Mar Negro, como Marsella y Palma de Mallorca, reportaron brotes en diciembre de 1347. En marzo de 1348, Venecia comenzó a exportar su excedente de grano a Padua; la peste llegó a esa ciudad en abril.
Ciudades que no participaron en estas importaciones de emergencia, como Milán, Roma, Verona o Ferrara, se salvaron de la primera ola de la pandemia. Este patrón ofrece “una explicación mecánica para el inicio sincronizado de la segunda pandemia de peste en muchos puertos marítimos italianos importantes en 1347”.
Una lección histórica sobre riesgos sistémicos
El estudio concluye que la Peste Negra fue el resultado de una “rara coincidencia” de circunstancias naturales y sociales: un evento volcánico desencadenó una anomalía climática; la anomalía provocó una hambruna; la hambruna activó una red de comercio globalizada; y esa red se convirtió en el vector de la enfermedad.
Los autores señalan que, aunque esta conjunción fue única, el mecanismo subyacente es una advertencia:
La probabilidad de que surjan enfermedades infecciosas zoonóticas y se traduzcan en pandemias es probable que aumente tanto en un mundo globalizado como en uno más cálido”.
La sofisticada red de seguridad alimentaria que protegió a la Italia medieval de la hambruna se convirtió, irónicamente, en la puerta de entrada para su mayor desastre demográfico.
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