Cómo José Laya Quintana interpreta la evolución del juego regulado en la República Dominicana

El debate sobre el control y la regulación del juego en la República Dominicana ha cobrado una relevancia creciente en los últimos años. En ese contexto, la reflexión del empresario José Laya Quintana adquiere interés por su relación directa con un proceso que marcó un punto de inflexión en el manejo tecnológico del sector. Su experiencia permite observar cómo la supervisión y la regulación pueden coexistir con la innovación, sin perder de vista la necesidad de orden y transparencia.
En 2012, Laya Quintana participó en uno de los procesos más relevantes impulsados por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII): la licitación nacional para implementar un sistema de control y supervisión de todas las bancas de apuestas del país. Se trató de un concurso abierto en el que participaron grandes compañías del ámbito tecnológico, como Claro Dominicana e Intralot. La propuesta encabezada por Laya Quintana resultó seleccionada y permitió desarrollar un mecanismo de control que, por primera vez, integró de manera digital un sector que hasta entonces operaba con escasa coordinación institucional.
El resultado de aquel proyecto introdujo una forma distinta de entender la fiscalización del juego. Por un lado, evidenció la capacidad de la administración pública para incorporar soluciones tecnológicas de carácter local; por otro, mostró que el sector requería un marco más estable y previsible. En opinión de Laya Quintana, ese fue un paso necesario para sentar las bases de un sistema regulado que combine responsabilidad empresarial y control estatal.
Una mirada social y económica según José Laya Quintana
La discusión sobre la regulación del juego, sin embargo, no se limita a un asunto técnico. Como señala José Laya Quintana, es también una cuestión social y económica. El juego moviliza recursos, genera empleos y tiene una presencia cotidiana en la vida del país. Por ello, sostiene que el debate debe centrarse en cómo establecer un equilibrio entre la libertad de operación y el cumplimiento de normas claras que garanticen transparencia, recaudación y protección para los participantes.
Desde una perspectiva más amplia, José Laya Quintana considera que la supervisión tecnológica puede convertirse en un punto de encuentro entre los distintos actores del sector. La relación entre empresarios, reguladores y usuarios, a su juicio, necesita una comunicación más fluida y una mayor confianza mutua. El objetivo central debe orientarse a establecer condiciones que favorezcan el desarrollo de un entorno previsible, con reglas claras, comprendidas y aplicables para todos los participantes.
Una de las ideas que plantea es la posibilidad de avanzar hacia una unificación del sector de juegos de azar en la República Dominicana. Según su análisis, esa integración podría contribuir a mejorar la eficiencia del sistema, evitar la fragmentación actual y fortalecer la fiscalización. Sin embargo, subraya que este proceso solo tendría sentido si surge del consenso entre los propios operadores y no como una imposición unilateral. La cooperación, más que la confrontación, sería el punto de partida para una regulación más coherente y sostenible.
La visión de José Laya Quintana busca aportar al debate público sobre la modernización de una industria que avanza a gran velocidad. La digitalización y la expansión de nuevas modalidades de juego, especialmente en línea, demandan un marco regulatorio actualizado. En muchos casos, las normas vigentes aún carecen de la capacidad para reflejar la realidad tecnológica y las implicaciones sociales derivadas de los cambios en los hábitos de consumo.
Desde esa perspectiva, la regulación se interpreta como un instrumento de equilibrio que contribuye a fortalecer la confianza entre los actores del sector. La claridad normativa genera certidumbre jurídica y disminuye el riesgo de conflictos, al tiempo que facilita al Estado ejercer una supervisión más eficiente y una recaudación tributaria más ordenada, evitando recurrir a medidas extraordinarias.
En última instancia, José Laya Quintana plantea que el futuro del juego en la República Dominicana dependerá de la capacidad colectiva para asumir la regulación como una tarea compartida. La modernización del sector requiere tanto voluntad institucional como compromiso privado. La tecnología, en este escenario, se presenta como una herramienta útil, pero no suficiente por sí sola. El verdadero cambio, según su lectura, proviene del diálogo constante entre quienes diseñan las normas y quienes las aplican en la práctica diaria.
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