Hallan ARN de hace 40 mil años en un mamut de Siberia
Científicos lograron recuperar restos de ARN en Yuka, un mamut juvenil hallado congelado en Siberia desde hace casi 40 mil años.
CIUDAD DE MÉXICO.- En 2010, unos cazadores de colmillos localizaron una momia de mamut juvenil en la orilla de un río, cerca de la costa ártica de Siberia. El hallazgo ocurrió en una zona cercana al poblado de Yukagir, que dio nombre al ejemplar: “Yuka”. El animal había permanecido congelado durante casi 40 mil años.
El permafrost conservó su cuerpo con un nivel de detalle poco común. Se observaron parches de pelaje rojizo, una trompa retorcida y el cerebro completo. Desde entonces, Yuka se convirtió en uno de los ejemplares más estudiados de su tipo.
Ahora, un nuevo análisis reveló otro dato clave. Investigadores confirmaron que sus tejidos aún conservan restos de ácido ribonucleico, conocido como ARN.
¿Por qué el ARN de Yuka es tan importante?
El ARN es una molécula esencial para la vida. Permite activar genes y producir proteínas. A diferencia del ADN, suele degradarse poco tiempo después de la muerte, por lo que encontrarlo en un organismo extinto es poco común.
Los resultados fueron publicados a mediados de noviembre en la revista Cell. El estudio confirma que se trata de las secuencias de ARN más antiguas recuperadas hasta ahora y las primeras extraídas de un mamut lanudo (Mammuthus primigenius).
Sobre su alcance, Love Dalén, investigador de la Universidad de Estocolmo y coautor del estudio, explicó: “El ARN antiguo nos ofrece una instantánea de qué genes están activados o son activos en un tejido determinado. Eso es algo que nunca podríamos ver solo en el ADN”.
Qué revela el ARN sobre los últimos momentos del mamut
El equipo analizó muestras de Yuka y de otros nueve mamuts hallados en Siberia. En tres casos se logró extraer ARN, pero solo Yuka conservaba moléculas relacionadas con la activación de genes del músculo.
Además, se detectaron señales de estrés celular en los tejidos musculares. Esto permitió generar una hipótesis sobre lo ocurrido antes de su muerte.
“Podríamos decir que la vida de Yuka justo antes de su muerte fue bastante estresante y que eso acabó quedando impreso en el panorama molecular de sus músculos”, señaló Emilio Mármol, autor principal del estudio.
Algunos científicos creen que el mamut pudo haber sido atacado por leones de las cavernas antes de caer en un lago poco profundo, aunque hasta ahora no existe una confirmación definitiva.
El hallazgo que corrigió la historia de Yuka
Durante el análisis del material genético surgió otra sorpresa. Yuka no era hembra, como se creía desde su descubrimiento. El estudio confirmó que era genéticamente macho.
Al principio, los investigadores pensaron que las muestras se habían mezclado. Para descartar errores, compararon el ADN de Yuka con estudios previos realizados por otros equipos. En todos los casos apareció el par de cromosomas X e Y.
Daniel Fisher, paleontólogo de la Universidad de Michigan, explicó que este tipo de errores no es raro: “No es un sistema fácil de interpretar, especialmente con el extenso daño post mortem que sufrió el cuerpo de Yuka”.
Este dato obligará a revisar varias ideas sobre su desarrollo, su crecimiento y su etapa de vida al momento de morir.
¿Puede el ARN antiguo ayudar a detectar virus prehistóricos?
El ARN también es la base genética de muchos virus, como la influenza o el SARS-CoV-2. Por eso, los científicos creen que estos estudios podrían ayudar a buscar rastros de patógenos antiguos.
En el caso de Yuka, no se detectaron virus de ARN. El análisis sugiere que el mamut tenía una salud estable. Aun así, Dalén considera que otros ejemplares podrían ofrecer pistas distintas.
“Si se investiga un espécimen que tiene una carga viral relativamente alta en el tejido, deberíamos ser capaces de aislar esos virus de ARN”, afirmó.
¿Este descubrimiento sirve para revivir mamuts?
En los últimos años, la idea de traer de vuelta al mamut ha ganado atención mediática. Sin embargo, los fragmentos de ARN recuperados de Yuka no son suficientes para intentar una desextinción directa.
Dalén explicó que estos ARN regulan funciones musculares que son similares en mamuts y elefantes modernos. Por lo tanto, no representan cambios clave para reconstruir a la especie.
Aun así, Beth Shapiro, directora científica de Colossal Biosciences, considera que el avance es relevante. La empresa busca recuperar características de especies extintas mediante ingeniería genética.
“En el futuro, deberíamos poder utilizar este enfoque para explorar cómo difiere la expresión génica entre las especies extintas y las vivas”, señaló.
El siguiente paso: entender por qué los mamuts eran lanudos
Una de las aplicaciones futuras del ARN antiguo podría ayudar a explicar el origen del pelaje del mamut. Si se logra extraer ARN de los folículos pilosos, se podrían identificar las rutas genéticas que activaban ese tipo de pelo.
Esto permitiría intentar recrear esa característica en elefantes modernos modificados genéticamente.
Para Dalén, la pregunta sigue abierta: “¿Quién no quiere saber qué genes hicieron que los mamuts fueran lanudos?”.
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