La edad en la que nuestro cuerpo llega a un ‘punto de quiebre’ y deja de recuperarse con facilidad
Un estudio de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, identificó que entre los 73 y 76 años el cuerpo llega a un punto en el que ya no logra recuperarse con la misma eficacia de enfermedades o lesiones.
CIUDAD DE MÉXICO.- Un nuevo estudio científico identificó un momento crítico en el proceso de envejecimiento: una etapa de la vida en la que el cuerpo ya no logra recuperarse con la misma eficacia después de una enfermedad o una lesión, incluso en personas que se sienten fuertes y sanas.
La investigación fue realizada por especialistas de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, con base en el análisis de casi 13 mil personas con una edad promedio de 67 años. Los resultados permiten entender mejor por qué, con el paso de los años, sanar toma más tiempo y a veces no se logra por completo.
Este hallazgo no busca generar alarma, sino ofrecer información útil para tomar decisiones a tiempo sobre el cuidado de la salud.
¿A qué edad se alcanza el “punto de no retorno”?
Los investigadores detectaron que entre los 73 y 76 años ocurre un punto crítico en la capacidad de recuperación del cuerpo. El promedio se ubica en los 75 años. A partir de esa edad, el organismo ya no logra responder con la misma eficacia ante enfermedades, caídas u otros eventos de salud.
Los autores del estudio lo explicaron así: “Inferimos que la robustez y la resiliencia solo mitigan los factores de estrés hasta alrededor de los 75 años, después de lo cual los déficits de salud se acumulan de forma progresiva, lo que finalmente conduce a la muerte”.
Esto significa que antes de esa edad el cuerpo aún tiene margen para adaptarse. Después, los daños se acumulan con mayor rapidez.
Cómo se midió el envejecimiento del cuerpo
Para llegar a estas conclusiones, los científicos usaron el llamado Índice de Fragilidad, una herramienta que mide cuántos problemas de salud presenta una persona. Este índice toma en cuenta más de 30 factores, como enfermedades crónicas, padecimientos cardiovasculares, movilidad y capacidad para realizar actividades diarias.
Cuando el índice aumenta, indica que la persona experimenta más problemas de salud y que su capacidad de recuperación es menor. Con estos datos, los investigadores crearon un modelo matemático del envejecimiento humano.
El análisis mostró que, conforme pasan los años, aumentan tanto los eventos adversos de salud como el tiempo de recuperación. Sin embargo, entre los 73 y 76 años se detectó un cambio más marcado: el cuerpo ya no alcanza a recuperarse al mismo ritmo que se presentan los daños.
El envejecimiento no ocurre de forma gradual
Este estudio se suma a otras investigaciones que muestran que el envejecimiento no siempre avanza de forma lenta y constante. Un análisis publicado en 2024 sobre cambios moleculares encontró dos etapas de envejecimiento acelerado: una alrededor de los 44 años y otra cerca de los 60.
Además, otros estudios han observado que órganos y tejidos tienen sus propios puntos de cambio, con un aumento más rápido del desgaste alrededor de los 50 años.
Esto ayuda a explicar por qué algunas personas perciben un cambio brusco en su aspecto o en su energía de un año a otro.
Por qué intervenir antes del punto crítico es clave
Aunque los resultados pueden parecer duros, los propios investigadores destacan que actuar antes del punto crítico puede marcar una diferencia. Según el estudio, “cruzar este punto de inflexión incrementa de manera importante el riesgo y la acumulación de problemas de salud si no se reducen los factores de estrés”.
En términos prácticos, esto significa que iniciar hábitos saludables antes de los 70 años resulta más efectivo que intentar revertir el deterioro cuando este ya está avanzado. La actividad física diaria, una alimentación equilibrada y el control de enfermedades crónicas son acciones clave en esta etapa.
Cómo reducir riesgos después de los 60 y 70 años
Además de mantener hábitos saludables, existen medidas concretas para disminuir el riesgo de lesiones en la vejez. Entre las más importantes están los ejercicios de fuerza y equilibrio, que reducen la probabilidad de caídas.
También se recomienda revisar de manera periódica la vista y el oído, ya que la pérdida de estas funciones aumenta el riesgo de accidentes en casa y en la vía pública. Ajustar el entorno, como mejorar la iluminación o eliminar obstáculos, también ayuda a prevenir lesiones.
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El mensaje central del estudio es claro: el envejecimiento es un proceso natural, pero muchas de sus consecuencias pueden manejarse mejor si se actúa con anticipación.
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