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5 cosas ucranianas que creías que eran rusas

Gastronomía, música, arquitectura y símbolos que cuentan siglos de resistencia.

La historia cultural de Ucrania suele quedar eclipsada por el conflicto actual y por una narrativa que durante siglos la mezcló o subordinó a la identidad rusa. Sin embargo, cinco aspectos clave demuestran que Ucrania posee una tradición propia, rica y distinta, que ha dejado huellas profundas en la gastronomía, la música, el arte, la arquitectura y los símbolos nacionales.

  1. El borsch es ucraniano, no ruso: El borsch, a menudo considerado un plato “típico ruso”, tiene en realidad origen ucraniano y representa mucho más que una sopa, es parte esencial de la identidad nacional. Su preparación fue reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial en riesgo, subrayando la necesidad de proteger tradiciones que enfrentan amenaza durante el conflicto. Históricamente, el borsch existía incluso antes de popularizarse el uso de la remolacha, cocinándose con una planta llamada espondilio, lo que demuestra su profundo arraigo en la cultura local. Su defensa se ha convertido también en una afirmación de soberanía cultural.
  2. Un villancico mundial nació como canto ucraniano: “Carol of the Bells”, una de las canciones navideñas más conocidas del mundo, es en realidad “Shchedryk”, un canto ucraniano de Año Nuevo adaptado coralmente por el compositor Mykola Leontovych a principios del siglo XX. Con el tiempo, el ucraniano-estadounidense Peter Wilhousky añadió la versión en inglés que se volvió famosa globalmente. Este caso ilustra cómo elementos culturales ucranianos han trascendido sin ser reconocidos como tales, integrándose silenciosamente al imaginario colectivo mundial.
  3. La llamada “vanguardia rusa” tiene fuertes raíces ucranianas: Muchos nombres emblemáticos de la vanguardia artística asociada a Rusia –como Kazymyr Malevych, Oleksandra Ekster, Serguéi Prokófiev o Mijaíl Bulgákov– nacieron en lo que hoy es Ucrania y crecieron influenciados por su cultura. Malevych, por ejemplo, reconoció su identidad ucraniana y se inspiró en el arte popular local, como los bordados y murales rurales. Además, el primer despliegue público del Suprematismo no fue un cuadro, sino bordados experimentales del taller de Verbivka, en una aldea ucraniana. Este fenómeno refleja cómo los imperios absorben y renombran la creatividad de territorios sometidos, borrando su origen.
  4. La arquitectura ucraniana influyó en Moscú: Durante los siglos XVII y XVIII, Ucrania desarrolló un estilo propio: el barroco ucraniano, también llamado “barroco cosaco” o “barroco Mazepa”. Sus formas más sobrias y ornamentación moderada marcaron una identidad arquitectónica diferenciada. Lo significativo es que este estilo influyó en el barroco moscovita, desmontando la idea de que la innovación cultural era un flujo unidireccional desde Moscú hacia las periferias. En este caso, Kiev fue una fuente de creatividad que impactó directamente al centro del poder imperial.
  5. El nombre y el himno encarnan siglos de resistencia: La historia del propio nombre del país ha sido objeto de manipulación. Aunque durante mucho tiempo se repitió que “Ucrania” significaba “tierra fronteriza”, el término proviene de una raíz eslava que significa “país” o “territorio” y existía antes del nombre “Rusia”. El territorio ruso se conocía como Moscovia hasta que Pedro el Grande adoptó el legado de la Rus de Kiev para renombrar su imperio. El himno, “Ucrania aún no ha muerto”, se ha convertido en un símbolo de la resiliencia nacional a lo largo de guerras, la época soviética y las protestas recientes. Tal como escribió la poeta Lesya Ukrainka, la esencia de Ucrania se caracteriza por la voluntad de seguir viva frente a la adversidad.

En conjunto, estos cinco puntos muestran una cultura que ha resistido intentos de borrado y apropiación, y que continúa defendiendo su identidad a través de su comida, su música, su arte, su arquitectura y sus propios símbolos. Mirar más allá de los estereotipos permite comprender que la cultura ucraniana lleva siglos construyendo una nación que se niega a desaparecer. Y si ahora te lo preguntas, sí, el “baile ruso” conocido como Kozachok también tiene sus raíces en Ucrania.

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