MÉXICO-. Un video que circula en redes sociales se ha convertido en una pequeña tragi-comedia urbana: la historia de un niño que fue enviado a la tiendita de la esquina en medio de un clima verdaderamente adverso.

La escena, captada por un vecino, generó debate entre internautas por la mezcla de preocupación, humor y ternura que despertó.

Una misión bajo la lluvia

En las imágenes se observa al menor caminando por calles completamente inundadas, mientras el cielo se desploma encima de él.

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Aun así, sigue su camino con paso firme rumbo a la tienda, cumpliendo un encargo que, según se comenta, consistía únicamente en comprar una Coca-Cola para la hora de la comida.

El niño llega a la tiendita totalmente empapado. Su ropa, su cabello y hasta sus tenis muestran el peso de la tormenta.

Tras comprar el refresco, vuelve a salir con la misma determinación: caminar a casa sin dejar caer la botella, avanzando entre charcos profundos y procurando que el agua no lo haga tropezar. Su expresión mezcla cansancio, responsabilidad y esa resiliencia que solo la infancia parece dominar.

El clip no tardó en viralizarse en TikTok y Instagram, dando pie a una discusión polarizada. Por un lado, usuarios expresaron preocupación genuina por el menor y cuestionaron la decisión de enviarlo a la tienda en esas condiciones climáticas.

Por otro, hubo quienes reaccionaron con humor, señalando que la escena parecía sacada de una comedia dramática.

Entre los comentarios que más destacaron se encuentran:

“No me causa gracia, la verdad. ¿Por qué lo mandaron los papás?”; “Ese niño va a lograr todo en la vida, nada le detiene.”; y “Pobre niño.”

La publicación acumuló miles de reproducciones en pocas horas, convirtiéndose en uno de esos momentos cotidianos que, por su naturalidad y contraste, acaban capturando la atención colectiva.

Más allá del humor o la crítica, el video muestra una realidad frecuente en muchas colonias: niños que asumen pequeñas responsabilidades domésticas incluso en circunstancias adversas.

La imagen del menor cruzando calles inundadas con una Coca-Cola en la mano es tan absurda como enternecedora, un recordatorio de que la vida diaria puede convertirse, sin querer, en una escena viral.