¿De dónde vienen los besos? Un estudio sugiere un origen de más de 20 millones de años
Un nuevo estudio publicado en Evolution and Human Behavior propone que el beso podría tener un origen evolutivo de entre 21.5 y 16.9 millones de años, surgido en un ancestro común de los grandes simios.

CIUDAD DE MÉXICO.- En muchos parques de primates se observa una escena que llama la atención: dos chimpancés juntan sus rostros y mantienen contacto boca a boca durante unos segundos. A simple vista podría parecer un gesto aislado o una coincidencia con lo humano. Sin embargo, un nuevo análisis científico propone algo distinto. Estos besos podrían ser una señal de un comportamiento que viene de muy atrás en nuestra historia evolutiva.
Un artículo publicado en Evolution and Human Behavior plantea que el beso pudo haberse originado entre 21.5 y 16.9 millones de años atrás, en un ancestro común de los grandes simios. El trabajo incluye evidencia en bonobos, chimpancés, orangutanes, macacos y babuinos, y sugiere incluso que los neandertales también pudieron besarse.
¿Qué es un beso en términos científicos?
Uno de los primeros retos de los investigadores fue acordar una definición que funcionara tanto para humanos como para otras especies. En el estudio, el beso se define como “una interacción no agresiva entre individuos de la misma especie, que implique contacto boca a boca con cierto movimiento de labios o partes bucales, sin transferencia de alimento”.
Esta definición excluye comportamientos como la premasticación, la alimentación entre individuos, o el combate. También permite incluir gestos similares observados en aves, peces, mamíferos marinos y diversos tipos de primates.
Aunque el beso no aparece en todas las especies, sí se documenta con claridad en los grandes simios africanos y asiáticos, lo que abre una ventana para rastrear su origen evolutivo.
Cómo besan los primates y qué significa para ellos
El estudio reunió reportes de besos en chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y varias especies de macacos, con diferencias marcadas en la intención y el contexto.
Bonobos: un gesto con carga sexual
En bonobos, el beso es frecuente y tiene un componente sensual. El artículo señala que “el beso boca a boca tiene un carácter llamativamente sensual debido a la interacción prolongada lengua con lengua”. Este gesto forma parte de sus interacciones sexuales y sociales.
Chimpancés: un recurso social
En chimpancés, el beso tiene otra función. Se observa después de conflictos como un mecanismo de reconciliación y reducción de tensiones dentro del grupo.
Gorilas y orangutanes: contacto limitado pero significativo
En estas especies, los besos aparecen en contextos de afiliación, cuidado o juego, aunque son menos frecuentes.
En conjunto, la evidencia sugiere que el beso no es un comportamiento aislado, sino un rasgo compartido dentro del grupo de los grandes simios.
El posible origen evolutivo: un comportamiento muy antiguo
Para estimar cuándo pudo surgir esta conducta, el equipo utilizó modelos filogenéticos con 10 millones de simulaciones. El análisis indica que el beso probablemente apareció en un ancestro común de los grandes simios y que se ha conservado en distintas especies descendientes.
El caso de los neandertales añade otra pieza al rompecabezas. El estudio menciona que humanos y neandertales compartieron microbios orales como Methanobrevibacter oralis, lo que sugiere contacto íntimo repetido, ya sea por premasticación, intercambio de alimentos o besos. Según los modelos, la probabilidad de que los neandertales besaran es del 84.3%.
¿Para qué sirve un beso en la naturaleza?
El beso implica contacto cercano, exposición a patógenos y no ofrece una ventaja evidente. Aun así, podría cumplir varias funciones evolutivas:
Evaluación de pareja
El beso permite detectar señales químicas, hormonales o inmunológicas en un posible compañero reproductivo.
Vinculación social
En grupos complejos, ayuda a reducir tensiones y fortalecer la cooperación.
Origen en otras conductas
Una hipótesis plantea que el beso pudo surgir a partir de la premasticación de alimentos para crías o de la lactancia, como una forma temprana de contacto boca a boca entre madre y cría.
Estas explicaciones no se excluyen entre sí y podrían operar al mismo tiempo en diferentes especies.
Biología, cultura y lo que queda por estudiar
En humanos, besar no es tan universal como se piensa. Solo el 46% de las culturas lo practica de forma romántica o afectiva. Esto sugiere que, incluso si existe una base biológica, el contexto cultural define en gran medida su presencia y significado.
En primates podría ocurrir algo similar. La ausencia de reportes no implica ausencia del comportamiento, y gran parte de la evidencia proviene de grupos en cautiverio, no en vida silvestre.
El estudio propone profundizar en variables como edad, sexo, tipo de beso, estructura social y entorno para entender mejor cuándo y por qué ocurre.
A pesar de las limitaciones, la investigación abre una vía para comprender el beso como un comportamiento social que conecta a diferentes especies y que quizá nació mucho antes de la aparición del ser humano.
Como dijo alguna vez Ingrid Bergman, un beso puede ser “un truco encantador diseñado por la naturaleza para detener el habla cuando las palabras se vuelven superfluas”. Y quizá también sea un puente entre nuestro presente y un pasado evolutivo que todavía estamos aprendiendo a descifrar.
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