Qué jóvenes de la Generación Z son más propensos a comer comida chatarra en exceso, incluso cuando ya están llenos
Un estudio de Virginia Tech encontró que los jóvenes de 18 a 21 años tienden a comer más después de seguir una dieta alta en alimentos ultraprocesados, incluso cuando no tienen hambre.

CIUDAD DE MÉXICO.- En Estados Unidos, los jóvenes de la llamada Generación Z consumen una gran parte de sus calorías a partir de alimentos ultraprocesados. Investigaciones recientes señalan que cerca de 62% de su energía diaria proviene de este tipo de productos, conocidos como UPFs por sus siglas en inglés.
Un nuevo estudio de Virginia Tech analizó cómo este patrón alimentario puede afectar la forma en que los jóvenes comen, sobre todo en situaciones donde la comida chatarra está disponible. La autora principal, Brenda Davy, explicó que incluso en periodos cortos se observa un aumento en la ingesta diaria. “Aunque este fue un estudio de corto plazo, si este aumento persiste con el tiempo, esto podría llevar a aumento de peso en estos jóvenes”, señaló.
Cómo se diseñó el estudio y qué comieron los participantes
El trabajo incluyó a 27 jóvenes de entre 18 y 25 años. Cada participante siguió dos dietas distintas, una después de la otra. La primera contenía 81% de calorías provenientes de alimentos ultraprocesados. La segunda excluía por completo estos productos.
Los investigadores ofrecieron a cada voluntario las calorías necesarias para mantener su peso, de modo que cualquier cambio en la conducta alimentaria no dependiera del hambre o del gasto energético.
La profesora Davy destacó que ambos planes alimentarios fueron creados con un diseño muy cuidadoso. “Diseñamos estas dietas para que coincidieran en 22 características, incluidos macronutrientes, fibra, azúcar añadida, densidad energética y varios micronutrientes. Estudios previos no habían igualado las dietas a este nivel”, afirmó.
Qué ocurrió cuando los jóvenes enfrentaron un buffet libre
Cada participante consumió una de las dietas durante dos semanas, regresó a su rutina normal por cuatro semanas y después cambió a la otra dieta por otras dos semanas. Al finalizar cada periodo, los jóvenes acudieron a un desayuno buffet con alimentos saludables y ultraprocesados. Todos llegaron en ayunas y podían comer tanto como quisieran de una bandeja de alrededor de 1,800 calorías.
La edad marcó una diferencia importante en los resultados. Los participantes de entre 18 y 21 años comieron más después de seguir la dieta con comida ultraprocesada, incluso cuando no tenían hambre. Los de 22 a 25 años mostraron menor tendencia a comer en exceso.
Según Alex DiFeliceantonio, profesor asistente e investigador del Fralin Biomedical Research Institute, “la edad más joven parece ser un factor de riesgo para aumentar la ingesta calórica después de la exposición a los UPFs”. Añadió que esta etapa se caracteriza por comportamientos guiados por sistemas de motivación más impulsivos, aunque todavía se necesitan más estudios para entender las causas exactas.
Por qué importa el efecto de la comida ultraprocesada
Los participantes mantuvieron su peso durante el estudio. Esto permitió observar el impacto de la comida ultraprocesada sin que interviniera la necesidad natural de comer más por requerimiento energético. DiFeliceantonio explicó que, gracias a esto, “podemos ver el efecto del procesamiento por sí solo”.
La relevancia del hallazgo crece si se toma en cuenta que las UPFs se han relacionado con al menos 32 efectos negativos para la salud, incluyendo mayor riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes tipo 2, problemas de salud mental y muerte prematura.
Un contexto preocupante para la salud futura de los jóvenes
Expertos señalan que, si no se aplican cambios profundos, uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 24 años en Estados Unidos podría cumplir los criterios de obesidad para 2050. En este contexto, los resultados de Virginia Tech ofrecen una alerta temprano sobre cómo la exposición constante a comida ultraprocesada puede modificar la forma en que los jóvenes comen, incluso en ausencia de hambre.
El equipo planea ampliar la investigación con más participantes, grupos más jóvenes y escenarios más parecidos al entorno cotidiano, con mayor acceso a alimentos ultraprocesados para analizar cómo se desarrollan estas conductas en situaciones reales.
Qué puede hacer el lector para enfrentar este escenario
Para cualquier persona joven o adulta, el estudio ofrece una enseñanza clara: la exposición constante a comida ultraprocesada puede aumentar la cantidad que se consume sin que exista hambre real. Algunas acciones simples pueden ayudar a reducir este efecto:
- Priorizar alimentos frescos y preparaciones caseras.
- Organizar comidas con anticipación para evitar decisiones impulsivas.
- Revisar etiquetas y elegir productos con menos ingredientes añadidos.
- Limitar el acceso a comida ultraprocesada en casa.
La evidencia sugiere que pequeños cambios pueden disminuir la posibilidad de comer en exceso cuando este tipo de productos están disponibles.
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