El fin del mundo jugado: Lo que un videojuego reveló sobre la naturaleza humana
Un experimento digital mostró que, ante el final, las personas no eligen el caos, sino la conexión.
Un grupo de investigadores utilizó el videojuego ArcheAge, un MMORPG, como un experimento social para observar cómo las personas reaccionan cuando saben que el “fin del mundo” es inevitable. Durante una prueba beta de 11 semanas, los jugadores fueron conscientes de que, al finalizar el periodo, todo su progreso sería borrado: personajes, logros y objetos desaparecerían para siempre. Lo que surgió de ese “apocalipsis digital” reveló mucho sobre la naturaleza humana frente al fin.
Lejos del caos y la destrucción que suelen mostrar las películas, el estudio descubrió que la mayoría de los jugadores se mantuvo tranquila, cooperativa y sociable. Los investigadores analizaron más de 270 millones de registros y hallaron que, a medida que el final se acercaba, las conductas humanas cambiaban de forma predecible pero sorprendente.
Primero, se observó una caída drástica en la búsqueda de progreso personal, los jugadores dejaron de subir de nivel, de completar misiones o mejorar sus habilidades. La idea de “seguir creciendo” perdió sentido sin un futuro. Este hallazgo contradice el ideal filosófico de “plantar el manzano aunque el mundo acabe mañana” y sugiere que gran parte de nuestra motivación proviene de la expectativa del mañana y de la validación externa.
Sin embargo, mientras el impulso individual se apagaba, el colectivo se encendía. En lugar de hundirse en el desorden, los jugadores fortalecieron sus lazos sociales, los chats se volvieron más alegres, la comunicación más frecuente y las relaciones más solidarias. Muchos buscaron formar nuevos grupos pequeños para compartir los últimos momentos del juego, demostrando que, ante la certeza del fin, la conexión humana se vuelve el refugio más natural.
El estudio también distinguió entre dos perfiles:
- Los que se quedaron hasta el final (“stayers”), que mostraron lealtad, calma y sentido de comunidad.
- Los que abandonaron antes (“churners”), que presentaron un comportamiento más antisocial y desconectado.
Esto indica que el caos no es una respuesta universal, sino la actitud de quienes ya se sienten desvinculados del grupo antes de la crisis.
En conjunto, el “fin del mundo” virtual de ArcheAge se transformó en un laboratorio emocional que desafía los clichés del apocalipsis. Lejos de revelar lo peor de nosotros, mostró una tendencia más esperanzadora: cuando el futuro desaparece, no buscamos destruir, sino conectarnos.
El experimento deja una pregunta abierta y profundamente humana: Si el mundo realmente se acabara mañana, ¿apostaríamos por el miedo o por la empatía?
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Con información de IFL Science y TechTimes.
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