Estas son las seis señales de que un niño crece en un hogar emocionalmente saludable, según expertos
Según los psicólogos Sasha Hall y Stewart Pisecco, los niños necesitan sentir amor incondicional, límites claros y adultos que regulen sus emociones con calma.

CIUDAD DE MÉXICO.- La idea de una infancia feliz no depende de la cantidad de juguetes, dispositivos o actividades disponibles para los menores. Según los especialistas en psicología infantil Sasha Hall y Stewart Pisecco, lo que marca la diferencia es la calidad de los vínculos familiares y el clima emocional del hogar. Ambos explicaron a Newsweek que el acompañamiento, la contención y la seguridad afectiva son elementos que sostienen el desarrollo saludable.
Desde la práctica clínica, se han identificado señales que ayudan a reconocer cuándo un hogar favorece el bienestar emocional. Estas señales permiten a los adultos orientar sus acciones diarias con claridad y coherencia, y funcionan como una guía accesible para quienes buscan fortalecer la salud emocional de los niños en casa.
Una de las bases es el amor incondicional. La Dra. Hall sostiene que los menores necesitan saber que su familia los quiere por quienes son y no por cómo se comportan. “Los niños necesitan sentir que el amor es incondicional y no depende de su comportamiento. La seguridad emocional les permite expresar sus sentimientos, cometer errores y saber que las relaciones pueden repararse después de un conflicto”, dijo a Newsweek.
Límites claros, modelos emocionales y rutinas estables
Además del afecto, los niños requieren límites firmes y respuestas adultas constantes. El Dr. Pisecco indica que es normal que los menores cuestionen las reglas, pero la función de los padres es mantener la calma y la claridad. “La consistencia y la calma de los padres generan seguridad”, señaló. Reglas claras y respuestas predecibles brindan un marco estable que facilita la convivencia.
Los adultos también son modelos emocionales. Hall explica que cuando los padres demuestran cómo regulan sus propias emociones, los niños aprenden a hacer lo mismo. Verbalizar sentimientos y manejar tensiones en voz alta es una herramienta útil dentro del hogar. Pisecco resume esta idea en una práctica: primero conectar, luego corregir. La conexión afectiva facilita el aprendizaje y el diálogo.
La estabilidad cotidiana refuerza la sensación de seguridad. “Rutinas predecibles como las comidas, la hora de dormir o las transiciones matutinas les ayudan a sentirse seguros y reducen la incertidumbre”, señaló Hall. Mantener horarios y pequeños rituales ofrece claridad y disminuye el estrés en la vida diaria.
Reconocer lo positivo y compartir tiempo significativo
El reconocimiento específico de las conductas positivas fortalece la autoestima de los niños y facilita la adopción de hábitos saludables. Señalar acciones concretas, como guardar juguetes o colaborar en una tarea, es más efectivo que elogios generales. “Al reconocer de forma específica las conductas positivas, se refuerzan los hábitos deseados”, explicó Pisecco.
Dedicar tiempo exclusivo a actividades sencillas, como leer, jugar o compartir alimentos, consolida el sentido de pertenencia. “Las experiencias compartidas, como las comidas familiares, los cuentos antes de dormir o los pasatiempos en común, fortalecen el sentido de pertenencia y felicidad”, agregó Hall. No se requieren grandes eventos; la constancia es lo que construye vínculo.
La infancia en un hogar saludable se sostiene en gestos cotidianos, límites claros y la certeza de un amor que no se condiciona. Estas vivencias forman niños más seguros, empáticos y preparados para la vida. Como señalan los especialistas, el bienestar familiar se construye día a día, en lo pequeño y lo constante.
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