Privación de sueño: efectos inmediatos y riesgos a largo plazo
Quedarse sin dormir durante una noche afecta la concentración, el juicio y la coordinación, con efectos comparables a un consumo elevado de alcohol.

CIUDAD DE MÉXICO.- Quedarse despierto toda la noche puede afectar la mente y el cuerpo de forma rápida. Según expertos citados por Healthline, tras 24 horas de privación de sueño, la concentración de alcohol en sangre es similar a un 0,10%, un nivel mayor al permitido para conducir en la mayoría de los estados de Estados Unidos. Los síntomas incluyen somnolencia, alteraciones en la percepción, reducción de la coordinación y del juicio.
El impacto va más allá de la fatiga. Una revisión publicada en Cureus indica que la falta de sueño dificulta la consolidación de la memoria y afecta la toma de decisiones, el control de impulsos y la regulación emocional. El lóbulo prefrontal, fundamental para funciones ejecutivas y la conducta racional, es especialmente sensible a la privación de sueño, lo que aumenta la impulsividad y puede generar comportamientos de riesgo.
Los expertos destacan que “pasar la noche en vela puede dejar secuelas físicas y cognitivas inmediatas” y señalan la importancia de priorizar buenos hábitos de descanso para proteger cuerpo y mente. La tensión muscular y el riesgo de accidentes también aumentan, aunque estos síntomas suelen mejorar después de dormir.
Consecuencias de 36 a 72 horas sin dormir
A las 36 horas de vigilia, el ciclo sueño-vigilia se altera, afectando hormonas clave como el cortisol, la insulina y la hormona del crecimiento humano. Esto puede generar fatiga extrema, pérdida de motivación y problemas para tomar decisiones. La atención disminuye notablemente y pueden aparecer trastornos en el habla, como dificultad para elegir palabras o modular la entonación.
Tras 48 horas, surgen los llamados microsueños, episodios involuntarios de hasta 30 segundos en los que el cerebro se desconecta, provocando confusión al volver al estado de vigilia. También se observan cambios de humor, depresión y disminución de la actividad de las células NK, responsables de la defensa ante infecciones.
Al llegar a las 72 horas, la mayoría de las personas no puede permanecer despierta sin estímulos externos. Se ve afectada la claridad mental, la memoria, la atención y la multitarea. La Cleveland Clinic advierte que pueden aparecer trastornos en el habla, dificultad para formular ideas, alucinaciones visuales y auditivas, e incluso episodios de paranoia. “Estas manifestaciones demuestran un deterioro profundo de la cognición y la percepción”, señalan los especialistas.
Riesgos de la privación extrema y récords peligrosos
El récord mundial de tiempo sin dormir es de 453 horas y 40 minutos. Guinness World Records suspendió esta categoría en 1997 debido a los riesgos graves para la salud. Organizaciones como la Asociación del Sueño de Estados Unidos y la Cleveland Clinic advierten que la privación extrema puede causar daño cerebral, trastornos psiquiátricos y alteraciones metabólicas severas.
La privación de sueño altera la percepción, la coordinación y el juicio, aumentando el riesgo de accidentes. Además, la privación crónica parcial —mucho más frecuente que la ausencia total de sueño— afecta la regulación de hormonas relacionadas con el apetito, el metabolismo y la presión arterial, lo que incrementa el riesgo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares e inmunológicas.
Privación crónica: efectos a largo plazo
El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EE. UU. (NHLBI) señala que la falta regular de sueño altera el aprendizaje, la memoria y el control emocional. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estima que un tercio de los adultos estadounidenses no duerme las horas recomendadas cada noche.
Según un análisis de la American Heart Association, la falta de sueño incrementa la preferencia por alimentos ricos en grasas y azúcares, afectando los mecanismos de recompensa del cerebro y las hormonas que regulan el hambre, como la leptina y la grelina. Esto genera un círculo de fatiga, aumento de peso y riesgo de enfermedades crónicas.
Estrategias para mitigar la falta de sueño
La calidad del sueño es tan relevante como la cantidad. Los especialistas recomiendan mantener rutinas regulares, evitar consumo excesivo de cafeína y reducir la exposición a pantallas antes de dormir. La alimentación y la hidratación también influyen: se aconsejan proteínas magras y abundante agua para mejorar la energía y concentración, evitando alimentos altos en grasa que pueden aumentar la somnolencia.
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Una noche en vela ocasional no genera daño permanente, pero si la falta de sueño se vuelve rutinaria, es importante consultar a un profesional de la salud. Dormir entre siete y nueve horas por noche sigue siendo fundamental para la salud física y el equilibrio emocional.
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