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Puntos gatillo: por qué se forman los “nudos” musculares y cómo aliviarlos de forma segura

Los puntos gatillo son nudos musculares que causan dolor localizado o irradiado.

Puntos gatillo: por qué se forman los “nudos” musculares y cómo aliviarlos de forma segura

Un nudo muscular puede parecer una molestia pasajera, pero para muchas personas representa una fuente constante de dolor. Los llamados puntos gatillo, responsables del síndrome de dolor miofascial, afectan hasta al 85% de la población en algún momento, según National Geographic y la Cleveland Clinic.

Estos puntos se describen como nódulos hiperirritables que pueden sentirse como pequeños “nudos” dentro de una banda tensa de músculo. De acuerdo con National Geographic, al presionarlos pueden generar dolor localizado o irradiado hacia otras partes del cuerpo.

La Cleveland Clinic añade que suelen aparecer en zonas sometidas a tensión o sobrecarga, provocando síntomas como rigidez, debilidad muscular o limitación en el movimiento. En muchos casos, el dolor se percibe como una punzada intensa que no siempre corresponde con la magnitud de la lesión.

Causas comunes: estrés, postura e incluso deficiencias vitamínicas

Las causas detrás de los puntos gatillo son variadas. Ambas fuentes coinciden en que lesiones musculares, movimientos repetitivos y mala postura son factores frecuentes. Sin embargo, el estrés y la ansiedad también desempeñan un papel importante, al igual que ciertas deficiencias nutricionales.

La Cleveland Clinic destaca que la falta de vitamina D, folato, B12, zinc o magnesio, así como algunos problemas hormonales o metabólicos, pueden favorecer su aparición. Además, el ambiente frío, la inactividad muscular y la debilidad incrementan el riesgo.

El dolor de los puntos gatillo suele ser más fuerte de lo esperado. National Geographic explica que esto ocurre por un proceso llamado sensibilización, donde los receptores del dolor se vuelven más reactivos debido a cambios químicos en el músculo. Esto mantiene las fibras contraídas, perpetuando la molestia y generando síntomas adicionales como dolores de cabeza, fatiga o problemas de sueño.

Cómo identificar un punto gatillo y distinguirlo de otras afecciones

Reconocer un punto gatillo puede ser clave para recibir el tratamiento adecuado. Estos nódulos suelen reproducir el dolor al ser presionados y, en algunos casos, provocar una contracción refleja del músculo.

Es importante distinguirlos de otras condiciones como la fibromialgia. National Geographic explica que, a diferencia del dolor miofascial, los puntos sensibles de la fibromialgia no generan dolor irradiado ni respuesta muscular.

La Cleveland Clinic señala que la fibromialgia se caracteriza por dolor generalizado, fatiga extrema y otros síntomas, como alteraciones digestivas o sensaciones de ardor, mientras que los puntos gatillo producen dolor localizado y de intensidad variable. El diagnóstico, aclaran ambas fuentes, es clínico: se realiza mediante exploración muscular y presión directa sobre los nódulos sospechosos.

Tratamientos: del automasaje a la fisioterapia

El manejo del dolor miofascial requiere un enfoque integral. Según la Cleveland Clinic, las terapias más comunes incluyen fisioterapia, punción seca, inyecciones en los puntos gatillo, ultrasonido, estimulación eléctrica y terapia con láser.

National Geographic recomienda además aplicación de calor o frío, uso de cremas analgésicas, automasajes con pelotas o rodillos, y antiinflamatorios no esteroides. También sugiere corregir hábitos posturales, mantener una nutrición adecuada y cuidar la hidratación diaria.

En casos donde los tratamientos iniciales no bastan, pueden emplearse opciones más especializadas, como terapia manual, acupuntura, electroacupuntura o inyecciones de esteroides. Investigaciones recientes también han evaluado la terapia con plasma rico en plaquetas, aunque aún es considerada experimental.

Prevención y autocuidado para evitar recurrencias

La prevención es esencial para reducir la aparición de nuevos puntos gatillo. La Cleveland Clinic recomienda descansar lo suficiente, reducir el estrés, realizar ejercicio regularmente y seguir una alimentación equilibrada, preferiblemente de tipo mediterráneo.

Evitar alimentos procesados, frituras, lácteos y bebidas azucaradas puede disminuir la inflamación muscular. Asimismo, prácticas como yoga, meditación o baños tibios ayudan a relajar los músculos y prevenir tensiones.

La hidratación constante, el estiramiento y los masajes suaves también contribuyen al mantenimiento de la salud muscular. “El autocuidado constante es clave para prevenir que el dolor se vuelva crónico”, enfatiza Cleveland Clinic.

Cuándo consultar a un especialista

Si el dolor muscular persiste o interfiere con las actividades diarias, lo más recomendable es acudir con un profesional de la salud. Un médico especializado en medicina física o rehabilitación puede determinar si se trata de puntos gatillo o de otra condición y diseñar un plan de tratamiento personalizado.

Contar con la guía de un experto no solo mejora la eficacia de las terapias, sino que también previene recaídas y ayuda a mantener una mejor calidad de vida.

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