Del cempasúchil a los espíritus del Obon: Así celebra el mundo a sus muertos
Cinco tradiciones revelan cómo distintas culturas transforman la pérdida en gratitud, humor y comunidad.
Las distintas culturas del mundo transforman el duelo en una celebración de vida, mostrando que la muerte no siempre se enfrenta con tristeza, sino con gratitud, color y comunidad. A través de cinco ejemplos, se revela la diversidad de rituales que conectan a los vivos con sus ancestros y reflejan la manera en que cada sociedad entiende la trascendencia y el recuerdo.
En México, el Día de Muertos representa una fiesta llena de color donde las familias reciben a sus difuntos con altares, comida, música y flores, una expresión de amor que convierte la ausencia en presencia. En Nepal, el Gai Jatra o “Fiesta de la Vaca” lleva el duelo a las calles con desfiles cómicos y coloridos, buscando aliviar el dolor a través del humor y la unión comunitaria. Ambas tradiciones comparten el propósito de sanar mediante la alegría del recuerdo.
En Japón, el festival Obon honra a los ancestros con faroles y ofrendas que simbolizan una cálida bienvenida y una despedida luminosa. En China, el Festival de los Fantasmas Hambrientos adopta un tono más solemne, al ofrecer banquetes y oraciones a las almas que deambulan en busca de paz. En ambos casos, los espíritus no son vistos como amenazas, sino como invitados de honor a quienes se recibe con respeto y hospitalidad.
Otras culturas expresan la conexión con los muertos de forma tangible. En Madagascar, el ritual de la Famadihana (“el giro de los huesos”) consiste en desenterrar y envolver nuevamente los restos de los ancestros para bailar y celebrar con ellos, reafirmando el vínculo familiar más allá de la muerte. En Bolivia, la Festividad de las Ñatitas rinde homenaje a los cráneos de los difuntos, considerados protectores espirituales del hogar. Ambas tradiciones resaltan la cercanía física y espiritual con quienes partieron.
Por otro lado, el Halloween tiene sus orígenes en lo pagano, derivado del festival celta Samhain, que marcaba el fin de la cosecha y el inicio del invierno. En sus inicios, las hogueras, máscaras y ofrendas servían para proteger a los vivos y honrar a los muertos, una práctica que con el tiempo se transformó en la celebración moderna que hoy conocemos.
Ahora, las tradiciones también pueden evolucionar con la influencia cultural global. El Desfile del Día de Muertos en la Ciudad de México, popularizado tras aparecer en la película Spectre de James Bond (2015), fue adoptado posteriormente como evento oficial, demostrando que incluso una representación cinematográfica puede convertirse en una nueva costumbre colectiva.
En conclusión, la muerte, aunque inevitable, no tiene un solo rostro. Desde la solemnidad hasta la fiesta, cada cultura la enfrenta con su propia forma de amor, respeto y esperanza. Todas coinciden en un mensaje profundo: recordar es mantener vivo lo que ya no está. La memoria, al final, se convierte en la más humana forma de inmortalidad.