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Sátántangó: la película de 7 horas basada en la obra del Nobel de Literatura 2025, László Krasznahorkai

La obra retrata un pueblo húngaro en decadencia, con una narrativa en ciclos que combina literatura y cine en una experiencia única y perturbadora.

Sátántangó: la película de 7 horas basada en la obra del Nobel de Literatura 2025, László Krasznahorkai

CIUDAD DE MÉXICO.- Todo comenzó en 1985, cuando László Krasznahorkai, hoy anunciado como el ganador del Premio Nobel de Literatura 2025, publicó Sátántangó, su primera novela, en plena Hungría comunista. La obra está formada por 12 capítulos que “se mueven como los pasos de un tango: seis hacia adelante, seis hacia atrás”, según palabras del propio autor.

La narrativa refleja el colapso de una comunidad rural a través de perspectivas fragmentadas y tiempos no lineales. Los personajes viven en un pueblo donde la fábrica colectiva cerró, dejando a sus habitantes en un limbo de borracheras, supersticiones y obsesiones paranoicas. Krasznahorkai, nacido en 1954 en Gyula, utiliza oraciones largas que transmiten el estancamiento existencial de sus personajes.

Temas como el nihilismo, la ausencia de autoridad y la indiferencia ante el mal atraviesan el texto. Críticos como Jacob Silverman, del New York Times, la describen como “más digerible” que sus obras posteriores, pero igual de perturbadora en su exploración de la decadencia. La colaboración del autor con Béla Tarr en la adaptación cinematográfica transformó la narrativa literaria en un ritual visual.

¿De qué trata Sátántangó?

La historia se desarrolla en un aislado pueblo húngaro a finales de los años 80. Los habitantes —un puñado de familias, un médico alcohólico y un par de estafadores— esperan un pago final que les permita escapar de la miseria.

La llegada de Irimías, un antiguo compañero dado por muerto, y su socio Petrisch desencadena engaños y tragedias. Irimías manipula al grupo prometiendo redención mientras planea huir con su dinero. La estructura de la historia refleja el tango: los eventos se repiten desde diferentes ángulos, mostrando traiciones y desesperación.

Una secuencia impactante es la de la niña Estike, que envenena a su gato y se suicida, simbolizando la inocencia corrompida. El clímax muestra un frenesí colectivo del pueblo en el que se entrega a la bebida y al caos, sin ofrecer una resolución clara. Según el New York Times, la obra refleja “el colapso del comunismo, pero trasciende lo político para indagar en la fragilidad humana”.

La producción: siete años de preparación para un tango eterno

Béla Tarr soñaba con adaptar Sátántangó desde 1985, pero el régimen comunista lo vetó por su cine considerado subversivo. Solo tras la caída del Muro de Berlín en 1989 comenzó la preproducción. El rodaje duró 120 días entre 1990 y 1994, en locaciones reales de Örség, Hungría, en blanco y negro.

Tarr, su esposa y editora Ágnes Hranitzky, el cinematógrafo Fred Kelemen y el compositor Mihály Víg, quien también actúa como Irimías, conformaron un equipo que Tarr describe como “cine colectivo”. La clave del estilo son las tomas largas; la apertura, un plano de casi ocho minutos de vacas pastando, establece un ritmo deliberadamente lento.

El filme incluye 143 tomas en 439 minutos. Tarr defiende su estilo: “La longitud depende de lo que quieras decir. No me importa lo aceptable”. Estrenada en Berlín en 1994, su duración la limitó a circuitos artísticos, pero ganó notoriedad con el DVD de 2006 y foros como Letterboxd y Reddit, donde se le venera como “un rito de paso, un antídoto al cine comercial”.

El Nobel de Krasznahorkai y el renacer de Sátántangó

En 2025, László Krasznahorkai recibió el Premio Nobel de Literatura por su “obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Este reconocimiento volvió a colocar a Sátántangó en el foco, no solo como un desafío fílmico, sino como un referente de la literatura y el cine contemporáneos.

El escritor húngaro, hoy laureado, demuestra cómo la colaboración entre literatura y cine puede capturar la desesperación, la resiliencia y la fragilidad humanas en una obra que sigue provocando reflexión y debate más de tres décadas después de su estreno.

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