Cómo fortalecer la memoria con entrenamiento cognitivo según especialistas
El entrenamiento cognitivo, también llamado “entrenamiento cerebral”, ayuda a fortalecer la memoria mediante ejercicios activos como juegos de memoria, acertijos, cálculo mental o aprender nuevas habilidades.

CIUDAD DE MÉXICO.- Entrar a una habitación y no recordar el motivo o perder un nombre recién aprendido son experiencias comunes. Aunque suelen asociarse con la edad, especialistas en salud cognitiva explican que estos lapsos no significan un declive inevitable.
El doctor D. Ivan Young, experto en entrenamiento cerebral, lo resume así:
La salud cerebral no se compra, se construye. A menudo, los cambios más pequeños y constantes son los que ofrecen los mejores resultados”.
La evidencia científica señala que la memoria puede ejercitarse con prácticas sencillas y estructuradas que generan beneficios duraderos en la vida diaria.
¿Qué es el entrenamiento cognitivo?
El entrenamiento cognitivo, también conocido como “entrenamiento cerebral”, consiste en ejercicios diseñados para mejorar la memoria y las habilidades de pensamiento a través de la práctica deliberada.
Young explica que se diferencia de los métodos pasivos, como subrayar o releer, porque exige “una práctica deliberada y estructurada”. Sus bases se apoyan en tres pilares:
- Recuperación activa de información (autoevaluarse).
- Espaciado del aprendizaje (repasar a lo largo del tiempo).
- Intercalación de contenidos (combinar distintos temas en una sesión).
El neurólogo Gediminas Gliebus, del Instituto de Neurociencia Marcus, añade que el progreso se logra cuando el nivel de dificultad es “justo lo suficientemente difícil” y aumenta gradualmente a medida que la persona mejora.
Ejercicios y métodos prácticos para la memoria
Entre las estrategias más efectivas se encuentran juegos de memoria, acertijos, rompecabezas, cálculo mental sin calculadora y el aprendizaje de nuevas habilidades. Estos métodos no solo estimulan la memoria, también favorecen la concentración y el razonamiento.
Ejercicios simples como recordar eventos del día sin apuntes, explicar conceptos de memoria a otra persona o caminar mientras se repasan listas de palabras combinan estimulación mental con actividad física ligera, generando un beneficio doble.
Gliebus advierte que no existen soluciones rápidas: “El entrenamiento puede tener efectos prolongados, no solo respuestas rápidas”. Estudios a largo plazo muestran que quienes ejercitan su memoria con regularidad mantienen habilidades de pensamiento más firmes que quienes no lo hacen.
Cómo empezar con el entrenamiento cognitivo
Para incorporar este hábito en la rutina, los expertos sugieren:
- Identificar el área de memoria a mejorar (nombres, fechas, información específica).
- Usar recursos como tarjetas didácticas, juegos de memoria o autoevaluaciones.
- Practicar en sesiones cortas de 15 a 30 minutos, tres veces por semana.
- Incrementar la dificultad cuando un ejercicio resulte demasiado sencillo.
Además, aplicar trucos como la visualización o la narración ayuda a recordar de manera más activa que simplemente volver a leer. Combinar estas prácticas con hábitos saludables —actividad física, buen sueño y alimentación equilibrada— potencia los resultados.
Señales de alerta en la memoria
Olvidar las llaves o el motivo de entrada a una habitación puede ser parte del envejecimiento normal. Sin embargo, hay situaciones que requieren atención médica. Gliebus advierte:
Lo más preocupante es cuando los problemas de memoria ocurren con frecuencia, empeoran o interfieren con las rutinas diarias”.
Señales como olvidar conversaciones importantes, descuidar pagos de facturas o tener problemas para realizar actividades cotidianas sugieren la necesidad de consultar con un especialista. También deben atenderse los casos en los que hay fallos en el juicio, el lenguaje o la capacidad de razonamiento.
Una práctica accesible y efectiva
El entrenamiento cognitivo se perfila como una herramienta sencilla, accesible y de bajo costo para quienes buscan mantener la agudeza mental. La constancia, el desafío progresivo y la atención a las señales de alerta forman la base de un cerebro activo y saludable a lo largo del tiempo.
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