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Burnout en el cierre de año: cómo identificarlo y qué hacer para prevenirlo

El cierre de año aumenta las exigencias laborales y personales, lo que puede disparar el burnout, un síndrome de agotamiento físico, emocional y mental por estrés crónico.

Burnout en el cierre de año: cómo identificarlo y qué hacer para prevenirlo

CIUDAD DE MÉXICO.- El último trimestre del año suele multiplicar las exigencias. Los cierres de proyectos laborales, los compromisos familiares, los eventos escolares y sociales generan una carga extra de responsabilidades. En este escenario, los especialistas en salud mental observan un aumento de casos de burnout, un síndrome definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como consecuencia del estrés crónico laboral no gestionado.

Datos del Hospital de Clínicas de Buenos Aires muestran que, tras la pandemia, creció de manera significativa el número de reportes de desgaste profesional, un fenómeno que impacta tanto en la salud física como mental de los trabajadores.

El burnout no se trata de una falla personal, sino de la respuesta de un organismo exigido durante mucho tiempo. El primer paso es pedir ayuda, y el segundo, comenzar con acciones pequeñas y sostenidas. El cambio es posible”, explicó el médico clínico Diego Sánchez Gelós.

Qué es el burnout y por qué se intensifica a fin de año

El burnout es un fenómeno ocupacional que aparece en situaciones donde confluyen alta demanda emocional, urgencia y responsabilidad constante. La psicóloga Mariam Holmes lo describió como “un estado de agotamiento físico, emocional y mental resultante del estrés prolongado”, muy ligado a la sobrecarga laboral y a la presión social del cierre de año.

El doctor Flavio Calvo añadió que el estrés por sí mismo no siempre es negativo, pero “se vuelve problemático cuando no hay pausas ni espacios de recuperación. Ese estado de alerta constante desgasta el cuerpo y la mente”. A las tensiones habituales de diciembre se suman balances, metas no cumplidas y una vida social más intensa, lo que multiplica la carga de estrés.

En sectores como la salud, la educación y los servicios, las condiciones de trabajo posteriores a la pandemia han intensificado aún más esa percepción de sobrecarga.

Síntomas que no hay que pasar por alto

Detectar el burnout a tiempo es clave para evitar complicaciones. Los especialistas identifican un conjunto de señales que se manifiestan a nivel físico, emocional y conductual:

  • Cansancio físico persistente, que no mejora con el descanso.
  • Dolores de cabeza, contracturas musculares y molestias en cuello y espalda.
  • Trastornos del sueño, como insomnio o, en algunos casos, exceso de sueño.
  • Problemas digestivos y cambios en el apetito.
  • Irritabilidad, ansiedad y síntomas depresivos.
  • Pérdida de motivación y fatiga emocional, con disminución del rendimiento.
  • Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
  • Sentimientos de fracaso y autocrítica excesiva.
  • Distanciamiento en el trato con los demás.
  • Retraimiento social y aumento en el consumo de alcohol o tabaco.
  • Sentimientos de desesperanza, que requieren atención inmediata.

Los síntomas emocionales suelen aparecer antes que los físicos y constituyen una señal temprana de alarma.

Riesgos de no atender el problema

El burnout sostenido no es un malestar pasajero. Puede traer complicaciones físicas como hipertensión, enfermedades cardiovasculares y disminución de la inmunidad, además de consecuencias psicológicas como ansiedad, depresión e insomnio persistente.

Según datos del Hospital de Clínicas, el 12% del personal de salud evaluado cumplió con criterios clínicos de burnout, mientras que el 40% mostró niveles alterados de cortisol, un biomarcador de estrés crónico.

Holmes advirtió que el síndrome “conlleva riesgos significativos para la salud integral, con consecuencias a largo plazo en lo físico, lo psicológico y lo relacional”.

Estrategias prácticas para prevenir el burnout

Frente al estrés sostenido, los especialistas recomiendan un conjunto de medidas sencillas que ayudan a proteger la salud:

  • Organizar y priorizar tareas para evitar la sobrecarga.
  • Incorporar pausas activas y reservar tiempo para actividades personales.
  • Mantener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio y dormir entre 7 y 9 horas.
  • Practicar técnicas de relajación y mindfulness.
  • Aprender a decir “no” ante demandas excesivas y establecer límites saludables.
  • Fortalecer redes de apoyo social para compartir experiencias y pedir ayuda.
  • Buscar acompañamiento psicológico o médico en caso de síntomas persistentes.

En el plano organizacional, algunos hospitales han implementado talleres de regulación emocional y pensamiento crítico, con resultados positivos para reducir el desgaste.

Cuándo pedir ayuda profesional

“El burnout no es una falla individual, sino la consecuencia de la interacción entre altas demandas y recursos insuficientes”, recordó Sánchez Gelós. Reconocer el problema y acudir a un especialista es el primer paso para revertir el proceso.

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Holmes destacó que la consulta temprana facilita la recuperación y disminuye el riesgo de recaída. Puede realizarse a través de psicoterapia, atención clínica o acompañamiento en redes comunitarias.

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