Salud visual: cómo prevenir la miopía y cuidar los ojos frente al uso de pantallas
La miopía afecta al 30% de la población mundial y podría alcanzar al 50% en 2050.

CIUDAD DE MÉXICO.- La miopía, un trastorno en el que los objetos lejanos se ven borrosos, avanza con rapidez en el mundo. De acuerdo con el Instituto Internacional de Miopía, hoy el 30% de la población presenta esta condición y se estima que en 2050 afectará al 50%.
El neurooptometrista estadounidense Bryce Appelbaum explicó a The Times que tanto la genética como el entorno influyen en la progresión de este problema. Sin embargo, resaltó que el ambiente es ahora la causa principal de su crecimiento.
Entre los factores de riesgo destacó la falta de tiempo en exteriores, las largas horas de trabajo cercano y el uso excesivo de pantallas. Estas condiciones afectan la resistencia de los músculos oculares y el desarrollo de la visión.
Diferencia entre vista y visión
El especialista señaló que no es lo mismo hablar de vista que de visión. “La vista es la capacidad de enfocar la luz y ver con nitidez, mientras que la visión implica cómo el cerebro procesa y organiza la información visual”.
La sobrecarga visual puede manifestarse en fatiga ocular, visión borrosa, baja productividad, confusión mental y estrés. Estos síntomas suelen aparecer por el uso intenso de dispositivos electrónicos y por la dificultad de conexión entre los ojos y el cerebro.
Además, Appelbaum destacó que una adecuada estimulación visual impacta directamente en la atención, la memoria y la salud mental, lo que convierte el cuidado de los ojos en una tarea que va más allá de lo físico.
Ejercicios y hábitos que fortalecen los ojos
El experto comparó la presbicia, pérdida progresiva de visión cercana, con el endurecimiento del cristalino y la falta de flexibilidad de los músculos oculares. Según explicó, recurrir de inmediato a lentes de lectura es como “usar una silla de ruedas por haberse golpeado la rodilla”.
Como alternativa, sugirió entrenar la visión. Una práctica sencilla es la regla 20-20-20: cada 20 minutos de trabajo, mirar un objeto a seis metros de distancia durante 20 segundos, preferentemente al aire libre.
También recomendó ejercicios de flexión ocular. Consisten en tapar un ojo, enfocar un dedo colocado cerca durante cinco segundos y después dirigir la mirada hacia lo lejos. Luego se repite el ciclo con el otro ojo. Estas rutinas fortalecen los músculos internos y mejoran la flexibilidad del enfoque.
Pantallas, sueño y descanso visual
El uso de dispositivos al iniciar y terminar el día interfiere con el ciclo circadiano y la secreción de melatonina, lo que reduce la calidad del sueño. “Usar pantallas al comenzar el día y antes de dormir envía señales equivocadas sobre el momento del día y el entorno, alterando la liberación y cantidad de melatonina”, afirmó.
Para equilibrar este proceso, aconsejó exponerse a luz natural al despertar y al anochecer. También sugirió limitar el uso de pantallas en la noche y sustituir lecturas digitales por libros impresos, que reducen la fatiga y favorecen el procesamiento visual.
Salir a caminar y observar el horizonte estimula la visión panorámica, alivia la tensión ocular y promueve la relajación. Estos hábitos fortalecen la coordinación entre ojos y cerebro, lo que mejora el equilibrio y el control motor a lo largo de la vida.
Nutrición y salud ocular
Appelbaum subrayó que la relación entre salud cerebral y visual también depende de la alimentación. Recomendó el consumo de luteína y zeaxantina, presentes en verduras de hoja verde y yema de huevo, además de antioxidantes como vitaminas A, C y E, que protegen la retina.
El betacaroteno de verduras naranjas y el omega-3 de pescados de agua fría también son aliados de la función visual y la protección cerebral. Estos nutrientes ayudan a reducir el riesgo de degeneración macular y mantienen la retina en mejores condiciones.
Evidencia de mejoría con entrenamiento visual
El médico británico Rangan Chatterjee participó en un programa de cinco días dirigido por Appelbaum en Estados Unidos. Al inicio solo podía distinguir la letra E de la fila superior en la tabla optométrica sin lentes.
Al terminar el entrenamiento, logró leer hasta la cuarta línea. El especialista atribuyó esta mejoría a una mayor resistencia y flexibilidad de los músculos internos de los ojos, lo que permitió un enfoque más eficiente y visión más clara a distintas distancias.
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