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El misterio del “calor fantasma”: científicos japoneses proponen cómo detectar el efecto Unruh

Usando circuitos superconductores y pares de fluxón-antifluxón, el equipo podría medir este “calor fantasma” mediante saltos de voltaje, acercando un fenómeno teórico a la realidad experimental y abriendo nuevas vías para la física fundamental y la tecnología cuántica.

El misterio del “calor fantasma”: científicos japoneses proponen cómo detectar el efecto Unruh

CIUDAD DE MÉXICO.- El efecto Unruh, también llamado efecto Fulling-Davies-Unruh, es una predicción de la física cuántica que desafía nuestra intuición sobre el vacío. Según esta teoría, incluso en el vacío absoluto, donde aparentemente no hay nada, existen fluctuaciones mínimas de energía. Estas generan partículas y antipartículas que aparecen y desaparecen constantemente, fenómeno conocido como “vacío cuántico”.

Lo sorprendente es que la percepción de este vacío depende del estado de movimiento del observador. El profesor Noriyuki Hatakenaka, de la Universidad de Hiroshima, explica:

Un observador estacionario no ve nada, pero un observador en aceleración percibe esas fluctuaciones como partículas reales con una distribución térmica de energía: una ‘calidez cuántica’.

En otras palabras, si un detector se acelera lo suficiente, sentirá que el vacío está caliente, aunque para un observador quieto siga estando frío.

Este resultado redefine el vacío como un fenómeno relativo y no absoluto. Confirmarlo permitiría unir la teoría de la relatividad de Einstein con la mecánica cuántica, dos marcos que hasta ahora han resultado difíciles de reconciliar.

Quién fue William Unruh

William George Unruh es un físico canadiense, nacido en 1945, conocido por haber formulado el efecto que lleva su nombre en 1976. Su hallazgo describe cómo un observador en aceleración extrema percibe el vacío como lleno de partículas y calor.

Además, Unruh ha trabajado en gravedad cuántica, teoría de campos en espacios curvados y física de agujeros negros. Entre sus aportes se encuentra la idea de “análogos de agujeros negros” en fluidos y sistemas cuánticos. Su trabajo sigue siendo clave para entender la relación entre relatividad y mecánica cuántica, y cómo los físicos intentan desentrañar la estructura última del espacio-tiempo.

El desafío experimental

Detectar el efecto Unruh es extremadamente complicado. Las aceleraciones necesarias son enormes, del orden de 10²⁰ metros por segundo al cuadrado, cifras imposibles de alcanzar con aceleración lineal usando la tecnología actual. Por eso, desde su formulación en 1976, nadie había logrado medirlo directamente.

El equipo de la Universidad de Hiroshima decidió cambiar de enfoque. En lugar de acelerar un detector en línea recta, propusieron un movimiento circular a escalas muy pequeñas. Esta estrategia permite alcanzar aceleraciones efectivas mucho mayores, acercando la posibilidad de observación a la realidad experimental.

La propuesta de Hiroshima: uniones de Josephson y fluxones

El método japonés se basa en dispositivos llamados uniones de Josephson acopladas, circuitos superconductores que operan a temperaturas extremadamente bajas. Dentro de ellos, se utilizan pares de “fluxón-antifluxón”, excitaciones magnéticas que circulan en el circuito.

El comportamiento de estos pares funciona como un detector: cuando las fluctuaciones del efecto Unruh los afectan, se separan y generan un salto de voltaje. Según los investigadores,

Este salto de voltaje sirve como una señal innegable y fácilmente medible, proporcionando una firma directa y robusta de la presencia del efecto Unruh”.

Gracias a la microfabricación avanzada de superconductores, los dispositivos pueden alcanzar aceleraciones efectivas que generan temperaturas de unos pocos kelvin, suficientemente altas para ser detectadas con la tecnología actual. Esto convierte un fenómeno antes considerado imposible en algo experimentalmente viable.

Cómo se detecta el “calor fantasma”

El procedimiento de medición se centra en observar los saltos de voltaje causados por la separación de los pares fluxón-antifluxón. La ventaja es que se trata de un fenómeno macroscópico, visible con instrumentos convencionales.

Mediante el análisis estadístico de estos saltos, los científicos pueden determinar con precisión la temperatura asociada al efecto Unruh. Como destacan los autores, “uno de los aspectos más sorprendentes es que las fluctuaciones cuánticas microscópicas pueden inducir saltos de voltaje macroscópicos, haciendo que el esquivo efecto Unruh sea directamente observable”.

Implicaciones para la física y la tecnología

Detectar el efecto Unruh no solo confirmaría un fenómeno predicho por la teoría, sino que ofrecería pruebas directas de cómo interactúan la relatividad y la mecánica cuántica. Sería un paso hacia una teoría unificada, uno de los grandes objetivos de la física moderna.

Además, el diseño experimental abre nuevas posibilidades tecnológicas. Dispositivos capaces de medir con tanta sensibilidad podrían convertirse en sensores de precisión extrema, con aplicaciones aún por explorar. Los investigadores también planean estudiar la túnelación cuántica macroscópica, un fenómeno que podría mejorar la comprensión de los procesos de decaimiento de los pares fluxón-antifluxón y afinar la detección del efecto Unruh.

Un cambio de perspectiva

El trabajo de Hiroshima University demuestra que problemas considerados imposibles pueden abordarse desde ángulos innovadores. Al utilizar la física de superconductores y microcircuitos, los científicos han encontrado un camino alternativo para explorar fenómenos fundamentales del universo.

Si se confirma experimentalmente, el efecto Unruh dejará de ser un misterio teórico y se convertirá en un fenómeno real y medible. Como señalan los autores:

Aspiramos a que este trabajo abra nuevas avenidas en la física fundamental e inspire una exploración más profunda sobre la verdadera naturaleza del espacio-tiempo y de la realidad cuántica.

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Para el público y la ciencia, este hallazgo recuerda que la realidad puede ser mucho más compleja de lo que parece: un vacío puede ser caliente, y su temperatura depende de cómo se lo observe.

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