Hospitales, médicos y tratamientos en la época de los faraones: la medicina del Antiguo Egipto
La medicina en el Antiguo Egipto combinaba conocimientos anatómicos con magia y religión.
CIUDAD DE MÉXICO.- El Antiguo Egipto es único por la extensión de su historia, abarcando desde el Neolítico hasta el fin de su civilización, y por la riqueza de su cultura médica. Los egipcios se asentaron a lo largo del Nilo en pequeños territorios llamados nomos, cada uno gobernado por líderes independientes. La medicina combinaba elementos mágicos y religiosos con conocimientos anatómicos y fisiológicos, clasificando las enfermedades según su origen: espíritus malignos, traumatismos o causas divinas.
Medicina y hospitales en el Antiguo Egipto
El corazón era considerado el órgano más importante del cuerpo, centro de los sentimientos y del pensamiento. Los egipcios creían que la salud dependía del flujo correcto a través de canales llamados met, y que su obstrucción provocaba enfermedades. Por ello, prácticas como las sangrías eran comunes. Los médicos, llamados swnw —“hombres de los que sufren”—, eran altamente respetados y se relacionaban con sacerdotes y escribas, llegando a ser convocados por reyes extranjeros para atender enfermedades complejas.
Los papiros médicos, como los de Ebers y Smith, documentan tres tipos de médicos: los que usaban medicamentos, los cirujanos o sacerdotes de Sekhmet y los magos o conjuradores. Figuras como Hesy-Re, especializado en patología dental, o Imhotep, visir y arquitecto divinizado como dios de la medicina, destacan por sus aportaciones. La formación de los médicos se realizaba en las “casas de la vida”, centros templarios donde se archivaban y copiaban textos médicos, constituyendo auténticos templos del conocimiento.
Tratamientos, cirugía y rituales funerarios
La práctica médica egipcia incluía diagnóstico mediante inspección, palpación y observación de secreciones, seguida de tratamientos basados en dieta, fármacos y cirugía. Se utilizaban unas 500 sustancias, como miel, natrón, opio y aceite de ricino, y técnicas quirúrgicas como circuncisiones o vendajes para fracturas, empleando tablillas de madera para inmovilizar huesos. Los templos, como el de Kom Ombo, muestran representaciones de instrumental médico y ofrendas a Imhotep, reflejando la integración de la medicina con la religión.
El embalsamamiento permitió a los egipcios examinar órganos internos, aunque con fines religiosos y no científicos. El corazón permanecía en el cuerpo, considerado el asiento de la inteligencia, mientras las vísceras se conservaban en vasos canopos. Los rituales funerarios, guiados por dioses como Anubis y Osiris, incluían el juicio del corazón, determinando el destino del alma según su peso frente a la pluma de Maat.
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La prevención de enfermedades se combinaba con la magia, mediante amuletos como el udyat (ojo de Horus), Tauret, Bes o el escarabeo, que protegían a niños, embarazadas y enfermos. Además, los enemas fueron una práctica temprana ligada a rituales religiosos y luego a tratamientos purificadores, manteniéndose hasta la Edad Moderna en Europa. Esta combinación de magia, observación clínica y cirugía muestra la sofisticación y singularidad de la medicina egipcia.