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¿Por qué se nos antoja un postre después de cenar?

Los antojos de dulce después de la cena no siempre reflejan hambre real, sino una combinación de factores fisiológicos, psicológicos y ambientales.

¿Por qué se nos antoja un postre después de cenar?

CIUDAD DE MÉXICO.- Sentir la necesidad de comer algo dulce después de la cena es una experiencia común para muchas personas, pero no siempre se relaciona con hambre genuina. Expertos en nutrición, citando investigaciones de Harvard Health y Verywell Health, señalan que este impulso obedece a una mezcla de factores fisiológicos, psicológicos y ambientales. Comprender sus causas abre la puerta a estrategias más saludables frente a este hábito.

El antojo de dulce nocturno: más allá del hambre real

De acuerdo con los especialistas, uno de los elementos centrales es el sistema de recompensa cerebral. Ingerir azúcar estimula la liberación de dopamina y serotonina, neurotransmisores vinculados al placer y al bienestar. Aunque esta sensación es temporal, motiva al organismo a repetir la conducta, lo que refuerza la búsqueda de dulces al final del día.

También influyen otros aspectos como la exposición a estímulos externos —publicidad, redes sociales o la simple presencia de golosinas en casa—, los cambios hormonales nocturnos y la fatiga mental, que reducen la capacidad de autocontrol y vuelven más difícil resistir la tentación.

La privación percibida y las cenas ricas en carbohidratos

Uno de los factores más estudiados es la llamada “privación percibida”. Cuando una persona restringe de forma consciente el consumo de azúcar, el cerebro interpreta esa decisión como una carencia, aumentando el interés por lo prohibido. Estudios publicados en Current Nutrition Reports confirman que esta sensación se intensifica al finalizar el día, momento en que el cansancio limita la fuerza de voluntad.

De manera similar, investigaciones en la revista Appetite señalan que tanto la restricción alimentaria como la percepción de carencia incrementan la vulnerabilidad a los antojos nocturnos, lo que a largo plazo puede favorecer el aumento de peso.

Otro aspecto relevante es el tipo de cena. Las comidas basadas en carbohidratos simples y con bajo aporte de proteínas o fibra elevan la glucosa en sangre de forma rápida. Cuando la insulina actúa y reduce bruscamente esos niveles, aparece de nuevo el deseo de consumir azúcar, generando un ciclo difícil de interrumpir.

Estrategias para un control saludable

El ritmo circadiano también desempeña un papel importante. Durante la noche, el cuerpo muestra una mayor predisposición a preferir alimentos energéticos como los dulces, mientras que el cansancio disminuye la capacidad de autocontrol. Este escenario explica por qué los antojos suelen intensificarse justo antes de dormir.

Conocer estas dinámicas permite diseñar estrategias más prácticas. Elegir alternativas como fruta fresca, yogur natural o infusiones con sabor dulce ayuda a atender el impulso sin recurrir a productos ultraprocesados ni exceso de azúcar. De esta manera, se logra un equilibrio entre la satisfacción del antojo y el cuidado de la salud.

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Identificar las causas detrás de los antojos nocturnos brinda la posibilidad de tomar decisiones más conscientes. Adoptar opciones simples y saludables no solo reduce la ingesta de azúcar innecesaria, sino que también promueve hábitos alimenticios más sostenibles a largo plazo.

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