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La esperanza de vida se frena: ¿alcanzaremos los 100 años?

Las personas nacidas entre 1939 y 2000 probablemente no alcanzarán los 100 años en promedio.

La esperanza de vida se frena: ¿alcanzaremos los 100 años?

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante gran parte del siglo XX y lo que va del XXI, se ha difundido la idea de que cada generación viviría más que la anterior. Frases como “los niños de hoy vivirán 100 años” se escuchan con frecuencia en reuniones familiares o charlas motivacionales, apoyadas en décadas de avances en salud, higiene y tecnología médica. Sin embargo, recientes investigaciones sugieren que este crecimiento podría estar llegando a un límite.

Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences alerta sobre un posible estancamiento en la esperanza de vida. Analizando datos de 23 países con altos ingresos y baja mortalidad, los investigadores encontraron que las personas nacidas entre 1939 y 2000 probablemente no alcanzarán los 100 años de vida promedio. Para llegar a esta conclusión, aplicaron seis métodos distintos de proyección, incluyendo modelos tradicionales y más recientes, y todos indicaron un ritmo de mejora más lento que en el pasado.

La investigación, realizada por José Andrade, Carlo Giovanni Camarda y Héctor Pifarré i Arolas, utilizó un enfoque por cohortes, que sigue a personas nacidas en el mismo año a lo largo de su vida. Este método permite observar la evolución real de cada generación, en contraste con los estudios por periodos que solo analizan un año específico. Los resultados muestran que el crecimiento promedio de 0,46 años por cohorte se ha reducido entre un 37 % y un 52 %, dependiendo del modelo utilizado.

La desaceleración y su origen

El estancamiento en la esperanza de vida se relaciona principalmente con los más jóvenes. Durante el siglo pasado, gran parte de las mejoras se debió a la reducción de la mortalidad infantil y juvenil, gracias a vacunas, antibióticos, mejores condiciones sanitarias y alimentación. Hoy, como estas muertes son cada vez más raras, el impacto de este grupo en la media general se ha reducido considerablemente.

El análisis por edad del estudio revela que más del 70 % de la desaceleración se debe a la pérdida de mejoras en menores de 20 años, sobre todo en los menores de cinco. En contraste, los avances en edades adultas y avanzadas, donde aún hay más muertes, son más lentos y no compensan el menor impulso de los primeros años de vida. Esto significa que, aunque la medicina y la tecnología sigan avanzando, el aumento de la longevidad ya no es tan acelerado como antes.

Entre los hallazgos más destacados, ninguna de las cohortes analizadas, desde 1939 hasta 2000, alcanzará los 100 años de esperanza de vida promedio, ni siquiera en escenarios optimistas. Comparando los datos actuales con una extrapolación lineal del ritmo de mejora entre 1900 y 1938, las personas nacidas en 1980 deberían haber alcanzado esa cifra, pero los incrementos actuales solo alcanzan entre 0,20 y 0,29 años por cohorte.

Implicaciones sociales y biológicas

Este frenazo en la esperanza de vida tiene impactos importantes más allá de lo demográfico. Gobiernos y sistemas de salud que planifican pensiones, seguros y políticas públicas bajo la suposición de vidas cada vez más largas deberán reconsiderar sus modelos económicos y previsionales. A nivel individual, también podría afectar decisiones sobre ahorro, jubilación y estilo de vida, al cambiar la percepción de cuánto tiempo viviremos en promedio.

Los investigadores destacan que, aunque el estudio se centra en países de altos ingresos, las desigualdades sociales aún influyen en la esperanza de vida. Factores como educación, empleo y acceso a servicios de salud podrían amplificar las diferencias internas, incluso si el promedio general se estabiliza. Esto significa que la desaceleración no es uniforme para todos los grupos sociales.

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Finalmente, los autores aclaran que este estancamiento no prueba un límite biológico definitivo. La ralentización refleja cambios sociales, avances médicos más lentos y la saturación de mejoras en edades tempranas, pero la investigación sobre longevidad sigue abierta. Futuras terapias, mejoras en salud mental, ejercicio y nutrición podrían retrasar el deterioro y extender la vida, aunque alcanzar los 100 años en promedio será más desafiante de lo que se creía.

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