¿Qué dice la psicología sobre una persona que siempre camina lento?
Caminar no solo refleja la condición física, también puede dar pistas sobre el estado emocional y la salud.

CIUDAD DE MÉXICO.- Caminar es una acción cotidiana que suele pasar desapercibida, pero distintos estudios han mostrado que el ritmo y la postura al andar pueden ser un reflejo del estado emocional de una persona. Investigaciones científicas han encontrado que caminar lentamente, sin que exista una causa médica clara, se vincula con la depresión, la ansiedad y otros estados emocionales negativos.
El paso al caminar revela más que el estado físico
No solo la edad o la condición física influyen en la manera de caminar. También la personalidad y las emociones temporales se expresan en la marcha. Una persona no camina igual cuando se siente feliz que cuando atraviesa momentos de tristeza o tensión. La depresión, por ejemplo, se asocia a pasos más pausados, hombros caídos y menor movimiento de brazos, mientras que la ansiedad puede generar un andar menos estable.
El psicólogo Johannes Michalak y su equipo observaron que pacientes con depresión mayor mostraban un caminar más lento y con menor energía. Sin embargo, cuando se les pidió adoptar una postura más erguida, presentaron una leve mejoría en el ánimo. Estos hallazgos refuerzan la idea de que las emociones y los movimientos del cuerpo se influyen mutuamente.
Una forma de comunicación no verbal
La manera de caminar también funciona como un lenguaje corporal que transmite información sin palabras. El psicólogo peruano Javier Campos explicó que el significado de la marcha depende del contexto y la postura: caminar con los hombros erguidos refleja dominio y seguridad, mientras que hacerlo cabizbajo y con hombros caídos puede mostrar sumisión o tristeza.
Siguiendo investigaciones de Vicente Caballo y Albert Mehrabian, Campos recordó que solo el 7% de la comunicación es verbal, mientras que el resto corresponde a gestos y expresiones no verbales. Así, la velocidad, la postura y el movimiento de los brazos se convierten en señales que revelan rasgos de personalidad o estados emocionales.
Caminar despacio no siempre es un indicador de problema. Algunos especialistas apuntan que también puede reflejar reflexión, cautela o incluso una forma de disfrutar más el presente. Esta interpretación se acerca a la filosofía del Movimiento Slow, que invita a vivir de manera más consciente y sin tanta prisa.
La marcha como indicador de salud futura
Más allá de lo emocional, la velocidad al caminar también se relaciona con la salud física y cognitiva. Investigaciones publicadas en la National Library of Medicine sugieren que las personas con un propósito vital definido mantienen un paso más firme y enérgico, lo que se traduce en mayor bienestar mental y vitalidad física.
En adultos mayores, esta conexión es todavía más evidente. Un estudio con casi 17 mil participantes mayores de 65 años reveló que quienes disminuían su velocidad de caminata en un 5% cada año y presentaban lentitud en el procesamiento mental tenían más probabilidades de desarrollar demencia.
El geriatra Joe Verghese señaló que este riesgo era más alto en quienes sufrían “declinación dual”, es decir, tanto reducción de la marcha como deterioro cognitivo. Metaanálisis recientes también han confirmado la relación entre la pérdida de velocidad al caminar y la memoria, lo que convierte a la marcha en un posible indicador temprano de enfermedades como el Alzheimer.
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