Por qué las series y libros en maratón se quedan más en la mente
Un estudio sobre narrativa describe el fenómeno retrospective imaginative involvement (RII), que consiste en recordar, reconstruir y extender mentalmente historias después de verlas o leerlas.

CIUDAD DE MÉXICO.- Un nuevo estudio sobre narrativa revela por qué algunas series y libros permanecen en la mente mucho tiempo después de terminarlos. Los investigadores llaman a este proceso retrospective imaginative involvement (RII), o “involucramiento imaginativo retrospectivo”: consiste en recordar, rearmar y extender una historia tras apagar la pantalla o cerrar el libro. Esto incluye imaginar finales alternativos, vidas secretas de los personajes o reinterpretar decisiones dentro de la trama.
Cuando la historia sigue en la mente: el fenómeno RII
La investigación, realizada con estudiantes universitarios de Estados Unidos, encontró que las sesiones largas y consecutivas —como el binge-watching— generan modelos mentales más ricos. Estos modelos facilitan la fantasía y la reflexión posterior, ayudando incluso a procesar emociones del día a día. En palabras de los autores, no se trata solo de recordar, sino de reconstruir y jugar con la narrativa.
RII se clasifica en dos formas: estática, cuando se repasan eventos y personajes, y dinámica, cuando se alteran hechos o rasgos. Ambas dependen de la claridad y el impacto emocional del recuerdo inicial: cuanto mejor comprendimos la historia en la primera experiencia, más fácil es “entrar y salir” de su mundo posteriormente.
Cómo se midió la imaginación retrospectiva
Para estudiar RII, los investigadores realizaron dos encuestas online con un total de 540 estudiantes. Los participantes reportaron cuáles historias les resultaban memorables o poco memorables y cómo las consumieron, incluyendo duración de sesiones, motivaciones, nivel de estrés y tiempo de ocio disponible. Luego evaluaron cuánto ejercitaban la imaginación retrospectiva con cada historia en seis dimensiones distintas.
El hallazgo principal no se centró en la cantidad de detalles recordados, sino en la accesibilidad subjetiva de la memoria. Las historias muy memorables generaron significativamente más RII que las poco memorables. La familiaridad con el relato funcionó como punto de partida para que la mente reconstruyera y expandiera la historia.
Además, la manera de consumir y el propósito de hacerlo resultaron determinantes. Cuanto más prolongada y motivada por la búsqueda de disfrute o significado fue la experiencia, más se activaba la imaginación retrospectiva. Factores como la tendencia personal a maratonear y la valoración del relato también predijeron la intensidad de RII.
Sesiones largas y motivaciones que marcan la diferencia
El estudio confirma que las maratones de series y libros dejan huellas más profundas en la mente. Cuanto más largos y continuos fueron los periodos de consumo, más duradera fue la memoria de la historia y mayor la imaginación posterior. La televisión, por su formato seriado con mundos extensos y personajes recurrentes, se destacó frente a los libros y las películas en la creación de modelos mentales ricos.
La motivación también influye: quienes buscan experiencias que expandan los límites del yo —como explorar emociones, identidades o situaciones alternativas— tienden a ejercer más RII. La evasión de la realidad también juega un papel, aunque menos potente que la búsqueda de crecimiento personal.
El tono afectivo del relato importa: el disfrute directo favorece la revisión estática de escenas, mientras que la apreciación del significado y la reflexión predice tanto RII estática como dinámica. Las historias que invitan a pensar son más propensas a ser reinterpretadas mentalmente, ampliadas o ajustadas con el tiempo.
El papel del ocio y el estrés
El tiempo libre aparece como un facilitador clave del RII. Espacios para caminar, viajar o conversar permiten que las escenas y giros narrativos resurjan en la mente, fomentando la creatividad y la fantasía. En cambio, el estrés puede dificultar el recuerdo y la manipulación de la historia, aunque su efecto depende del contexto y de su intensidad.
Los autores sugieren que podría existir una relación en forma de U invertida: un estrés moderado puede activar la imaginación como regulación emocional, mientras que niveles altos limitan la capacidad cognitiva para mantener la historia en la mente. En contraste, el ocio actúa como terreno fértil donde la narrativa puede reaparecer y ramificarse libremente.
En síntesis, tanto la disponibilidad de tiempo como la carga emocional influyen en cuánto jugamos con la historia después de consumirla. La combinación de motivación, disfrute y contexto determina la riqueza del RII.
Implicaciones prácticas y límites del estudio
El mensaje central del estudio es alentador: consumir historias de manera continua puede tener un efecto restaurativo. Maratonear series o leer libros en bloques largos permite construir modelos mentales robustos que luego se usan para imaginar, reflexionar y reforzar bienestar psicológico. Sin embargo, esto no significa que debamos trasnochar constantemente; la clave está en la inmersión sostenida y significativa.
Existen límites: los estudios son observacionales, basados en autorreporte y realizados en un contexto de pandemia, por lo que no establecen causalidad estricta. Tampoco se analizaron rasgos concretos de contenido que podrían modular el efecto, como género, estética o intensidad emocional. Aun así, el patrón de RII se replicó en dos muestras independientes, lo que fortalece la evidencia.
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Para quienes buscan prolongar el efecto de una historia, la recomendación es clara: elegir relatos que no solo entretengan, sino que también tengan significado, y consumirlos en bloques prolongados y profundos. Una experiencia inicial sólida aumenta las probabilidades de que la imaginación posterior se active y se mantenga viva en la mente.
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