Pocos amigos, ¿mayor riesgo para la salud mental y física?
La psicología señala que no importa la cantidad de amigos, sino la calidad de los vínculos.

CIUDAD DE MÉXICO.- Las relaciones sociales y los lazos familiares suelen ser tema de debate cuando se habla de salud mental. Según la psicóloga Olga Albaladejo, entrevistada por la revista Cuerpomente, existen diferentes perfiles de personas que mantienen pocos vínculos cercanos. Algunas lo hacen por decisión propia, mientras que otras enfrentan dificultades para establecer relaciones profundas pese a sus intentos.
Vínculos sociales: más allá de la cantidad de amigos
Desde la psicología se sostiene que tener un círculo reducido no siempre es sinónimo de un problema emocional ni representa necesariamente una carencia en el bienestar general. Lo importante, señalan los expertos, no es la cantidad de amigos, sino la congruencia entre lo que cada persona necesita y lo que realmente vive.
Este punto coincide con investigaciones internacionales recopiladas por la American Psychological Association (APA), que resaltan que alguien puede sentirse pleno con un solo amigo, mientras otra persona puede experimentar soledad incluso rodeada de mucha gente.
Hábitos de quienes viven con pocos vínculos
De acuerdo con Albaladejo, las personas que eligen mantener un círculo reducido suelen priorizar la calidad sobre la cantidad y disfrutan de momentos de soledad creativa o contemplativa. En contraste, quienes no escogieron esta situación pueden atravesar sentimientos de aislamiento no deseado.
Entre los hábitos más frecuentes destaca la autonomía reforzada: tienden a resolver problemas sin pedir ayuda y procesan sus emociones de manera interna, lo que proyecta autosuficiencia. También suelen establecer rutinas muy estructuradas, llenando el tiempo con actividades individuales como leer, ejercitarse o consumir contenido digital.
Además, algunos evitan mostrarse vulnerables y llegan a construir una especie de coraza emocional que dificulta vínculos profundos. En ciertos casos aparece un perfeccionismo relacional que genera miedo a fallar en las interacciones, lo que termina reforzando la distancia social.
El valor protector de las conexiones
La APA señala que las relaciones de amistad y familiares, cuando son auténticas y estables, son uno de los factores más fiables para una vida más larga, saludable y satisfactoria. Investigaciones como las de Susan Pinker subrayan que no se necesita un gran número de amistades, sino vínculos reales que ofrezcan apoyo.
Tener amigos cercanos contribuye a una mayor satisfacción vital y reduce riesgos de depresión y enfermedades crónicas. Por el contrario, carecer de conexiones sociales o tener relaciones de baja calidad se asocia con un aumento en la mortalidad. Incluso se ha observado que el apoyo social disminuye la reactividad del organismo ante el estrés, protegiendo la salud cardiovascular.
En cambio, la soledad no deseada y el aislamiento social representan factores de riesgo tanto físicos como psicológicos. Estudios longitudinales citados por la APA confirman que quienes experimentan aislamiento tienen hasta un 26% más de probabilidad de morir de forma prematura.
Cultura y percepciones de la soledad
La forma en que se interpreta tener pocos amigos depende también del contexto cultural. En países mediterráneos, donde la familia extensa y las reuniones son parte de la vida cotidiana, la falta de vínculos cercanos suele generar sospecha o preocupación. En contraste, en sociedades más individualistas, como las del norte de Europa, vivir solo es algo común y no se asocia con estigmas.
La ciencia psicológica sostiene que las amistades de calidad no solo protegen contra problemas emocionales y físicos, sino que incluso pueden ser más determinantes que las relaciones románticas en ciertos aspectos de la vida. Entre los beneficios se incluyen mejor adaptación emocional en jóvenes, mayor resiliencia ante el estrés y reducción de la reactividad corporal.
Incluso las relaciones consideradas “débiles”, como conversar con un desconocido o mantener interacciones casuales, aportan sensación de pertenencia y bienestar. Según la APA, estas experiencias diarias refuerzan la idea de que el contacto humano, aunque breve, tiene un impacto positivo.
Amistad y romanticismo: una relación cercana
Las investigaciones también destacan la conexión entre la amistad y las relaciones de pareja. Aquellas que resultan más estables y satisfactorias suelen tener como base una amistad sólida. De igual forma, las habilidades sociales aprendidas en la amistad se trasladan a la convivencia amorosa.
Esto refleja que las relaciones humanas no deben medirse solo en números, sino en la autenticidad y apoyo que proporcionan. Tanto los vínculos fuertes como los más superficiales aportan valor a la vida cotidiana y actúan como amortiguadores frente a la adversidad.
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En conclusión, el abordaje psicológico de las relaciones sociales enfatiza que la clave está en la calidad y en el sentido de congruencia personal. Frente a los riesgos del aislamiento, fomentar conexiones humanas genuinas se vuelve esencial para la salud y el bienestar integral.
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