¿Qué dice de una persona que siempre llega tarde, según la psicología?
La impuntualidad, frecuente en la vida diaria, no es solo un hábito molesto: puede afectar relaciones personales, la reputación laboral y generar estrés.

CIUDAD DE MÉXICO.- “Llegó en 10 minutos”, “Yendo…”. Estos mensajes tan comunes en la vida diaria pueden reflejar un patrón de comportamiento que muchos repiten sin darse cuenta: la impuntualidad. Lejos de ser un detalle menor, llegar tarde con frecuencia puede tener consecuencias significativas en la vida personal y profesional.
La impuntualidad: un hábito que afecta relaciones y trabajo
La impuntualidad no es solo cuestión de desorganización. La psicóloga y docente María Carolina Palavezzatti, de la Fundación Aiglé, explicó que detrás de este comportamiento hay múltiples factores. Entre ellos, aspectos de la personalidad, como la baja escrupulosidad, y la motivación personal, como la falta de ganas de cumplir con los horarios. Sin embargo, el factor más común es la subestimación del tiempo necesario para llegar a un compromiso, un fenómeno conocido como sesgo de estimación del tiempo.
Otro elemento que contribuye es el sesgo de optimismo, que lleva a planificar pensando en el mejor escenario posible y a minimizar la probabilidad de imprevistos. “Nuestro optimismo nos hace creer que es poco probable encontrar problemas que provoquen retrasos. Incluso si antes hemos llegado tarde, este sesgo nos hace pensar que en el futuro será distinto”, detalló Palavezzatti. Además, la falacia de la planificación, que consiste en creer que las tareas futuras tomarán menos tiempo que las pasadas, perpetúa esta tendencia.
Consecuencias de llegar tarde con frecuencia
Estudios publicados en la National Library of Medicine muestran que las personas impuntuales pueden subestimar hasta en un 40% el tiempo que les toma completar una tarea. Por ejemplo, lo que realmente requiere dos horas, ellos creen que solo tomará poco más de una. Esta conducta genera efectos concretos en distintos ámbitos de la vida.
En lo personal, la impuntualidad crónica deteriora relaciones con amigos, familiares y parejas, generando tensiones y disminuyendo la confianza. En el trabajo, puede afectar la reputación profesional, provocar sanciones y aumentar el estrés por la constante necesidad de apurarse. Con el tiempo, la impuntualidad suele consolidar la imagen de irresponsabilidad o falta de compromiso ante los demás.
Palavezzatti destacó que llegar tarde es percibido negativamente en entornos laborales y sociales. “Las personas consideran que quien habitualmente llega tarde tiene peor desempeño laboral que quien cumple con los horarios”, señaló. Esta percepción negativa también se extiende a las relaciones amorosas, donde los retrasos pueden generar malestar emocional según cómo los interprete la pareja.
Estrategias para mejorar la puntualidad
Para quienes desean cambiar este hábito, Palavezzatti recomienda varias estrategias concretas. El primer paso es usar el reloj y verificar la hora con frecuencia, evitando la tentación de hacer “una cosa más” antes de salir. Identificar patrones de retraso ayuda a reconocer la magnitud del problema y trabajar en su corrección.
También es útil evaluar distintos escenarios al planificar: considerar no solo el mejor, sino también el peor y el más probable. Desagregar las tareas en subcomponentes antes de estimar su duración permite ajustar mejor los tiempos. Otra técnica es pedir a otra persona que estime el tiempo que tomaría completar una actividad, ya que solemos ser más precisos al evaluar el tiempo de otros que el propio.
En conclusión, la impuntualidad no es solo un hábito incómodo, sino un comportamiento que refleja sesgos cognitivos y afecta la vida cotidiana. Reconocer sus causas, evaluar los tiempos de manera realista y aplicar estrategias de planificación puede mejorar la puntualidad, fortaleciendo relaciones y aumentando la efectividad en el trabajo.
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